jueves, 16 de marzo de 2017

El Indigente


La chica se detuvo frente a un edificio lujoso de apartamentos, se bajó de su auto último modelo, tomó en una mano su bolso y en la otra cogió a su celular, al lado de ella, un empleado del complejo habitacional, este le saludó, pero ella tan solo lo ignoró, con prisa siguió con rumbo hacia su edificio; mientras que quien amablemente la saludó, subió al vehículo y lo llevó al parqueadero. 
A su encuentro se interpuso ante la bella chica, un indigente, quien extendiendo su mano le suplicó le regalara lo que fuera su voluntad, esta lo vio con desagrado por sobre sus lentes para el sol, y con asco lo esquivó, dejándole plantado e ilusionado por recibir tremenda propina, pero al ver la reacción de la chica chic, este se volvió y con detenimiento la vió, al hacerlo, en su rostro sucio y con varios surcos, esos que deja el paso de los años y el recibir tanto baño de sol, con desprecio la vio y así estuvo, hasta que ella se perdió en la entrada del lujoso edificio.

_ Por favor amigo, circule, no puedes estar aquí.

Esto le dijo, uno de los vigilantes, quien no supo como él llegó hasta ahí, este proporcionando un educado saludo siguió su camino, no sin antes, solicitarle una ayuda, para logra comprar aunque sea un cigarrillo, el humilde vigilante, extrajo de su pantalón un par de monedas, las cuales, se las entregó con honesta franqueza y además, le obsequió tambien una sonrisa, la cual, de inmediato cambió por una expresión seria para no perder su autoridad, el indigente agradeció y bendijo a su benefactor. 
Pero antes de abandonar aquel lugar, al cual llegó por casualidad, le dio una mirada, cómo para grabar bien el lugar donde despreciado hoy fue.
El indigente caminó, lento y pausado y donde con alguien se encontraba, le solicitaba una ayuda. Hubo quienes con gusto le dieron lo que les sobraba, este lo agradeció con el corazón, mientras que otros, simplemente lo ignoraron, otros lo insultaban y solicitaban le diera el paso, agregando, que debería de estar muriendo en algún lejano barranco, pues hedía a muerto y cómo no, si dónde podría tomar un baño, si su hogar eran las calles por donde deambulaba cada día para encontrar su ración, su bebida y lo que la basura de la ciudad le obsequiara para sobrevivir.  

Así transcurrió el día, algo que no era nuevo para él, todo había sido normal, unas cuantas monedas y entre ellas, algún billete, uno no de muy alta denominación, pero esto lo llenaba de tanta emoción, porque podría recibir en su pan un café caliente, vaya que emoción, él reía y agradecía al cielo por tan buen día. Pero habían otros en que apenas si recibía algo que no le daba para más que un cigarrillo.

La noche llegó y este decidió retornar a su cantón, que la verdad, no era más que cualquier lugar, donde le dieran las diez, buscaba un lugar idóneo, lugar lejos de algún oficial que le perturbara su noche de descanso.

Mientras este extendía lo que tenía para pernoctar, en la habitación de quien llegó y se le a travesó en carro lujoso y quien lo vio sobre sus lentes y asco sintió, se daba una ducha de agua tibia y se preparaba para meterse a una enorme cama, entre sábanas blancas que le darían una placentera noche.

El reloj avanzó y cuando serían las tres de la madrugada, la chica sobresaltada y asustada se despertó, abrió los ojos, pero no pudo gritar, pues sobre su delicada y sensual boca, una asquerosa mano le hacía presión y a la vez le causaba daño, esta lo vio aterrada, en sus ojos muy bien abiertos y con las pupilas tambien abiertas al máximo, veían con asombro a su acosador. Este a penas se lograba ver entre la oscuridad, en su rostro, con la expresión del odio, sus ojos oscuros y su piel morena por las quemaduras del sol y por las secuelas de una alcoholismo, en su rostro surcos que el tiempo y no la edad le dejaban marcas, que más de una crema no hubieran disimulado, sobre su cara avejentada de un hombre no de más de cuarenta, una cabellera que cualquier aficionado al cabello raspa envidiarían, pues por esa cabellera nunca podría entrar un peine, aunque este fuere un cepillo de metal para pulir metal. 

La chica, quien seguía aterrada y además, con náuseas, pues el olor que del sujeto acosador expelía, era cómo el de un cadáver de varios días enterrado o abandonado.
Este, con el ceño fruncido, le dijo con mucha rabia y odio a la chica.

_¿Me recuerdas?

La chica, quien aun yacía sobre la cama sin poder moverse, mucho menos lograr hablar, pues el tipo estaba sobre ella, con su pesado cuerpo le sostenía el cuerpo, para que esta no pudiera patalear, ni lograr con ello emitir algún sonido que le auxiliara, solo logró responder a la pregunta de quien le estaba causando daño a su bello cuerpo y a su psicología, ella respondió solamente moviendo la cabeza y lo que dijo con su movimiento fue que no.

_ ¿No me recuerdas? Has memoria y seguro me recordarás, tal vez de ello dependa tu vida. No es mucho lo que te pido, ¿me comprendes?

La chica respondió con un movimiento en su cabeza, diciendo que si entendía lo que él deseaba de ella. Este de nuevo preguntó.

_¿Ahora, si me recuerdas?

Ella de nuevo le dijo que no, esto molestó a quien le hacía daño, empujando su mano contra su boca y con pesado cuerpo encima de ella.

_¿No te recuerdas de mí, tan poca cosa soy?

Le dijo con rabia, al escucharlo la chica abrió más sus ojos, tratando de comprender quien era el sujeto y por qué estaba tan interesado por saber quien era él en su vida.

_Te refrescaré la memoria.

Ella dijo que sí, moviendo de nuevo solo su cabeza.

_Yo soy, quien te pidió una limosna hoy por la mañana y a quien solo viste por encima de tus lentes oscuros y que luego me viste con asco. ¿Ahora si me recuerdas?

La chica, ahora más asustada por recordar quien era, dijo que sí, solamente moviendo su cabeza.

_Por fin, ¿ahora si sabes quien soy?

Dijo con mayor rabia, la cual se denotaba en su rostro y en el tono de su voz. El tipo extrajo de su bolsa algo, momento que la chica aprovechó para safarse de su acosador y este instante le permitió salir corriendo del cuarto.

_¡Maldición!

Dijo el indigente, ahora mucho más molesto que cuando llegó, que cuando tenía todo bajo control, introdujo de nuevo lo que sacó de su bolsa y entre la oscuridad caminó hasta la puerta por donde la chica salió, al hacerlo, observo detenidamente el enorme lugar, la chica se encontraba aterrada escondida en algún lugar de su apartamento. Este aun en el umbral de la puerta con mucha calma elevó la cabeza hacia el techo y dijo con una voz de tono profundo y seguro. Se le escuchó muy seguro de lo que dijo, esto le causó un pánico mucho mayor a la chica.

_ ¿Crees que no te encontraré? ¿Crees que saldrás con vida hoy de aquí? ¿Crees que no tengo experiencias antes de esta? ¿Crees que es mi primera vez?... ¡Noooo!... Ya muchos como tú han pagado con su vida el desaire de no entregarle a un pobre indigente algunas monedas que te sobran y mucho más, porque me has visto con tanto desprecio y asco, por ello, ya han muerto muchos antes de ti. ¡Ah! que delicioso aroma, ¿Qué es? ¿Carolina Herrera? un perfume muy caro, ese aroma será quien me lleve hasta ti, el aroma que tanto te gusta presumir, será hoy quien me conduzca hasta ti. Te puedo oler. Tienes razón al sentir asco de mí, pues tu aroma es delicioso. ¿Sabes? un día yo tambien usé estas lociones de marca, unas muy caras, por eso conozco bien que aroma estas usando. 

La chica seguía en el lugar elegido para protegerse. Ella sentía que su corazón se le saldría por cada poro, los mismos que la estaban delatando ante su agresor.

_¡Mmmmmm, qué delicia!, ese aroma, más el de tu cuerpo, el de tu miedo, que magnifica combinación para incitarme a terminar con tu vida. Hoy morirás y nada ni nadie te salvarán. Lo más bello es que nadie sospechará de un pobre indigente, ya antes he asesinado y nunca me han asociado con mis victimas, esta noche serás una más, un trofeo más, si tan solo me hubieras dado lo que te sobraba, hoy aun estarías durmiendo en tu deliciosa y cama. 

Un rechinido se escuchaba en cada paso que daba y ademas, se escuchaba cómo si fuere un sabueso que aspira el olor de su victima, con la cara hacia arriba absorbía el olor de la chica. Esta lo escuchaba, escuchaba el rechinar de sus pasos, escuchaba el respirar profundo. Y en el aire con su  loción, su miedo, como entraban por sus enormes fosas nasales.

_Un, dos, tres. ¡Chiviricuarta por tiiiiii!... ¡Jajaja!... ¡Pronto te encontraré!... Este juego del gato y el ratón me gusta mucho. Gracias por permitirme buscarte, por hacer que en mí se abra el odio y el apetito por asesinarte. Te mataré muy lentamente para que a donde llegues hoy, no me olvides. ¿Sabes algo hermosa?, mejor hubiera sido que te quedaras en la cama, ya estarías descansando. Pero no, debías de hacerlo más excitante para mí y más doloroso y traumatizaste y agónico para tiiiii. ¡Jajajaja! ¿Me sientes muy cerca verdad? Pues, yo recibo tu olor con mayor fuerza. ¡Ahhhhhh! que delicia este aroma de Carolina...

La chica escuchó la voz del agresor e indigente muy cerca de donde ella se encontraba, esto la asustó y la hizo salir de donde se escondía, gateando y tratando de no provocar el menor ruido, pero eso sí, muy aprisa, se dirigió justo a un lugar en donde encontraría un teléfono. Pues, su celular se encontraba ahora en plena carga en su recamara.

_¡Ahhhhh!, no estaba equivocado, te has movido, ya ves, iba hacia ti, te das cuenta de que mi olfato es maravilloso, creo saber donde estas ahora. Pronto te encontraré y te mataré ¡perra! 

La chica llegó al lugar en donde se encontraba el telefono y con muchos nervios en sus manos lo cogió, e intentó marcar, pero se dio cuenta de que no había señal.

_¡Aquí estas preciosa! Eres predecible, sabía que vendrías en busca del teléfono, me has enojado más, creyendo que no cortaría la linea antes de entrar a tu casa, crees que estas con un principiante, ¡maldita perra!

Esto dijo tomándola del pie, pero ella forcejeó y le pateó, este le cogía con tanta fuerza que le hacía daño a su frágil pie, pero como un experimentado asesino, esos que les gusta jugar con su victima la soltó, dejándola creer que ella podría si quería darle pelea, pero no era así, la chica salió corriendo sin rumbo predeterminado, solo deseaba alejarse de él, su pecho se agitaba y con tanta agitación, que ella sentía que moriría de un infarto, el pecho le dolía y eso no era bueno, pues estaba perdiendo su lucha de vida.

_¡Maldita perra!, me has golpeado y has escapado de mí, pero si ya te encontré una vez, todo es cuestión de tiempo, tú has querido alargar tu agonía, mejor ríndete, entrégate y muere. 

La chicas se delató con un aterrador grito. Cuando el lugar elegido para esconderse, en él encontró justo a quien tambien ignoró cuando este la saludó antes de parquear su lujoso auto.

_ ¡Jajajaja!, ¡Sorpresa maldita! ¿Lo recuerdas o no? ¿Lo reconoces o no? te darás cuenta que conozco los lugares en donde te esconderás, sabía que escogerías ese lugar, por eso te he dejado un presente. Dime, ¿ya hiede cómo hiedo yo? ¡Ahhhh! delicioso aroma, olor de perfume caro, olor de miedo y el olor de un cadáver en descomposición. ¿No es la mejor de las combinaciones para una bella noche mi amor? ¡Te odio perra!

Ella en la desesperación le gritó, justo cuando la victima toma valor, a sabiendas de que esta perdida y que todo es cuestión solo de tiempo, no de su tiempo, sino del tiempo de quien la persigue y este desea seguir jugando con ella.

_¡Maldito!, ¿te diviertes con esto no? Yo acabaré con tu patética vida antes que tu con la mía.

Se limpio las lagrimas de su rostro y esculcó al cadáver de quien le parqueaba el auto cada día, en busca de algo que le ayudara a provocarle daño al condenado indigente. Además, ella tambien elevó su cabeza hacia el techo y se escuchó cuando aspiró profundamente, al hacerlo gritó.

_¡Que asco!, que hedentina más nauseabunda, es mejor el olor de este cadáver que el olor mierda que sale de tu miserable cuerpo putrefacto, maldito indigente, hoy morirás y cuando llegues al infierno me recordarás junto al mismo demonio, quien también sentirá repugnación por ti y te echará del mismo infierno, por no soportar tanta mierda que eres y llevas en tu asquerosa piel.
_¿Eso crees maldita perra?

Dijo el indigente, justo al lado de ella. 

_He estado un rato aquí, a tu lado, para que sientas mi olor y yo el tuyo maldita. 

La chica al verlo, justo al lado de ella, mientras este la cogía del pelo y le acercaba su cara al de ella y al tiempo que lo hacía, le sobaba su piel contra la de ella, esta lo único que encontró en el cadáver del acomodador de autos, fue un bolígrafo, el cual le clavó en su asquerosa mano; este sintió dolor, dejándola libre, quedando entre sus manso unos cabellos de la chica, esto se observó cuando con dolor en su rostro extrajo el bolígrafo de su mano, la cual ahora le sangraba, este con mucha cólera por el inesperado valor de su ratón, golpeo el cadáver del acomodador de autos y luego tomándolo del cuello, el cual estaba roto, le dijo.

_Maldito hijo de puta, ¿en donde tenías este bolígrafo, si no lo encontré?... Diablos, somató la cabeza sin voluntad del cadáver en contra de la pared del lugar en donde él lo colocó a sabiendas de que la chica se escondería justo ahí.

_Ven asqueroso, siento tu miedo y ese hedor que ahora se mezcla con tu asquerosa sangre. Ahhh, que delicia de combinación. ¿No crees indigente asqueroso, sabes en donde estoy? Veeennnn que espero por ti... Hoy morirás ¡bastardo hijo de puta!
_¡Perraaaa! me haces tan feliz, porque tu muerte será la peor que demente haya imaginado antes. Ni te imaginas todo lo que haré contigo desgraciada.

Luego de nuevo se escuchó como este inhaló con desesperación, ya el juego del asesino indigente se le estaba saliendo de las manos, debía de terminar con ella y pronto, pues, lo inimaginable podría suceder, me refiero a que, el ratón terminara matando al gato depredador. 

La chica, quien solo estaba cubierta con una diminuta prenda para dormir y descalza llegó hasta su cuarto, lugar en donde dejaba cargando su celular, este estaba justo en el lugar.

_Gracias a Dios... ¡Maldito desgraciado lo ha quebrado!

Cuando hubo dicho esto, escuchó que se quebraban unos cristales en las afueras del cuarto.

_¿Qué putas es eso?... Este idiota se esta delatando. Algún vecino escuchará el ruido que hace, al final de cuentas, no es más que un idiota indigente, yo soy más inteligente que él.

Se dio ánimos, la chica. Quien ahora tomaba valor, entonces inhaló, algo que aprendió de quien la acosaba y perseguía con odio y ganas de terminar con su vida.

_¿Qué es ese olor?... ¡Demonios! ¿Huele a gas? ¡Este maldito me hará explotar!
_¿Lo sientes maldita perra? Sal de donde estés o haré volar esta mierda y con él, a tí, te cocinaré, serás barbacoa, esta noche quedarás carbonizada, así que sal de donde estés, ¡maldita perra!

La chica salió del cuarto con rumbo hacía un lugar, donde había una puerta, que daba hacia un lugar del edificio, lugar que la llevaría hacia la terraza de su casa, al hacerlo y correr agachada para no ser vista por quien la perseguía, pues aun no encontraba algo con que hacerle daño a quien había irrumpido en su hogar y de quien, ya habia un cadáver en uno de sus cuartos. Pero cuando corría por aquel corredor, la chica sintió como algo le causó daños a sus pies descalzos.

_¡Ay, desgraciado el piso esta lleno de chayes! Mis pies sangran. ¡Ahhh mierda! Tanta astilla en mis pies. ¡¡Malditooooo!!
_Jajajaj, ya te has encontrado con otra de mis sorpresas perra maldita, tu hora se acerca, voy por ti.

El rechinido se dejó escuchar de nuevo. La chica escuchaba como el indigente se dirigía con rumbo hacia donde ella se encontraba tratando de soportar su dolor, pero ella, seguía indefensa, pues no encontraba algo con que hacerle daño al desgraciado indigente.

_¿Aquí estás maldita? ¡Jejejeje! ¡Tu final esta cerca!

La chica vio al inicio del corredor, en él, se encontraba la silueta del que deseaba ahora más que cuando llegó, asesinarla y de una manera muy dolorosa, pues había fabricado un lugar aterrador para jugar con ella y enloquecerla antes de acabar con su vida.

_No te acerques maldito o moriremos los dos incendiados.

Dijo una chica envalentonada, con lámpara en mano, el bombillo lo había roto y en su otra mano el interruptor, el cual, si ella lo suichaba, por el gas que se sentía hasta ahí, la chispa del filamento del bombillo quebrado provocaría una explosión y al mismo tiempo la incineración de ambos.

_¡Noooo, no lo hagas! Esta bien, tú ganas perra maldita. ¿Qué quieres, que haga? Me has derrotado, ¡Maldición! 
_Esto quiero maldito, saldré de mi casa por esta puerta y tú te quedarás aquí, no prometo que al salir no prenda el interruptor de la lámpara. ¡Hoy morirás maldito y mal oliente indigente!
_¡Noooo... Por favor...!

Suplicó quien hasta hace un rato tenía el control de la situación. La chica con dolor y cogeando se dirigió hacia la puerta, y cuando estuvo frente a ella, tomó el picaporte y dijo.

_Hasta nunca maldito indigente... ¡Qué! Maldición, esta mierda esta con llave.
_¡Jajajajajaja! Es lindo ser un asesino que piensa en todo antes que su victima ¿verdad?

El indigente siguió y avanzó, a cada paso, el rechinido, el cual ahora se confundía o se unía a su rechinar, el crujir de los cristales que estaban diseminados por el piso de la casa.

_Pues así lo has querido maldito, moriremos los dos entonces...

La chica movió el suiche de la lámpara y...

_¡Jajajajajaja! Perra estúpida. ¿A caso me crees un principiante? Corte la energía eléctrica. Eres patética y yo un actoraso, ¿no crees?... ¿Me creíste cuando te supliqué y dije que me habías ganado esta batalla mortal? ¡Pues no, jajajajaja!
_¡Maldito!, eres un desgraciado, está bien, termina con mi vida maldito, has ganado, ya no tengo fuerzas para luchar.

Dijo una chica cansada psicológicamente y con dolor y cansancio en su cuerpo, el indigente siguió su andar lento, cómo disfrutando del momento, todo en el lugar era un silencio, a no ser por el llanto de la chica quien estaba recostada sobre la puerta que estaba con llave, además se escuchaba el rechinar del andar del indigente y con cada rechinido, el crujir de los cristales que cubrían el corredor. Cuando este estuvo frente a la chica, este la cogió del cuello con una mano, y la tomó del pelo con la otra, acercó su inmundo rostro al de ella y lo frotó sobre el de ella, la chica no soportaba su roce, mucho menos ese olor, el cual ahora se confundía con el del gas.

_¿No es un momento delicioso? Para mí por supuesto. ¿Me sientes, me hueles? Ya no siento a Carolina, solo siento tu miedo maldita perra, no te prometo matarte rápido, morirás lentamente, quien sabe y antes me disfrute de este bello cuerpo. ¿No me deseas adentro de ti perra? Quiero escucharlo, dí que me deseas adentro de ti. Que me harás el amor... ¿Qué opinas de un poco de sexo oral? ¿No sería algo algo hermoso para partir de este inmundo lugar?

Ella no decía nada, no podía ni hablar, solo escuchaba a quien le apretaba su cuello y le halaba la cabellera, este lo estaba disfrutando, sobajeando su rostro contra el de ella y ahora, él le abría las piernas con las suyas, en el rostro de la chica se veía el asco que le salía a flor de piel, este se excitó, cómo le sucederá a cualquier asesino que disfrutará mientras termina con una vida. A la chica se le dificultaba respirar, su mirada perdida en la nada, deseaba tomar valor, recibir fuerzas de la nada. 
Por detrás de ella empezaron a caer gotas de sangre, esto nadie lo vió, solo ella sentía cómo de su cuerpo caían gotas de sangre hacia el suelo, ella lo sentía muy bien,  alguien se desangraba. 

Cuando este apretó más el cuello de la chica y se empezó a alejar de ella para ver su rostro y observar como lentamente moriría, justo en ese momento y en una reacción cómo de película de terror y en cámara super lenta, el indigente observó como de detrás de la chica, su mano ascendía con una fuerza que ni ella se explicaba de donde le salió y en un cerrar y abrir de ojos, justo en el pómulo inmundo del indigente, se incrustó uno de los chayes que el diseminó por el piso del lugar, este le quedó incrustado en el pómulo, causándole un dolor inesperado, pues él pensaba que todo estaba ya bajo control y consumado. Creo que el chaye le llegó hasta el mismo hueso del pómulo, pues el dolor y lo sórpresivo del último aliento de la frágil chica, lo hizo gritar de dolor y la soltó instintivamente. Ella aprovechó y salió corriendo del lugar, sin importarle las cortaduras en sus pies, mucho menos las que ahora se le incrustaban en sus pies. 

Ella corrió con rumbo hacia la cocina, el único lugar en donde encontraría una arma significativa para defenderse, pero el olor al gas le provocaba una intensa tos. Mientras el indigente trataba de sacarse el chaye de su rostro, pues el dolor era intenso, este estaba completamente rojo, con sangre de ambos, pues la sangre que goteaba por la espalda de la chica, era de ella, mientras apretaba el chaye para que este no se le escapara y tomar la fuerza y el valor para dar un golpe certero y en un lugar que causar el efecto por ella deseado. 

La chica al entrar en la cocina, apago la llave del gas, aunque la casa ya tenía suficiente, que cualquier chispa haría la reacción normal en un lugar encerrado y con ese combustible en el ambiente. Una vez cerrada la llave, la chica tuvo oportunidad de salir por la puerta del servicio, pero imaginó que esta tambien estaría con llave, así que no perdió tiempo pues, el rechinar y el crujir de las chayes se escuchaban, señal de que este se encontraba ya habilitado para seguir con su empresa, la cual, no era otra, que acabar con su vida. 
Mientras que ella, sacaba cajón por cajón y no encontraba nada, nada que le sirviera para defenderse de su agresor.

_¡Maldito! todo lo planeó muy bien, seguro mientras yo dormía.
_Te lo dije, no soy un principiante, ya he matado a otros malditos cómo tu perra engreída. Y hoy es tu turno. ¿Estás lista para morir maldita?

Del rostro del indigente aun salía sangre y era evidente que no se había logrado extraer el chaye pues, por ser no tan largo, este le quedo bien incrustado en el rostro, atrapado entre músculos y la punta seguro seguía en el hueso. Se le veía cansado y agobiado, pero tambien se denotaba en su rostro, un odio hacia la chica, unas ganas de acabar con ella, pero ya. 
Mientras, ella seguía parada por el otro lado del mueble intermedio de la cocina, lugar por donde colgaban sartenes, cazuelas y otros utensilios, las gavetas estaban por el suelo, nada que pudiera hacerle daño al maldito indigente, este quien seguía aun parado bajo el arco de la entrada a la cocina, pero esta vez ni una sola sonrisa de satisfacción, por el contrario, en su rostro se veía todo el odio que alguien puede sentir por otro, por ese otro, al cual desea con toda su alma acabar con su vida. 

El asesino, quien era un profesional por su larga lista de victimas que en su momento se negaron a entregarle unas mendigas monedas y por ese desplante regresó, tal cual, lo hizo aquí a asesinar a quienes no le dieron lo que él les suplicó, no llegó con arma evidente, pues por experiencia, él supo que en cualquier momento su victima podría ser mas astuto que él y usar sus armas mortales en su contra, por ello, usaba sus toscas y sucias manos para terminar con sus vidas o sino, extraía de sus ropas asquerosas y andrajosas, lo que ahora extraía lentamente. Se trataba de un cable, con el cual seguro la degollaría o la ahorcaría fuertemente, viéndola a sus ojos, mientras estos se desorbitaban y mientras el alambre se iba introduciendo entre la piel del cuello de su victima. 
La chica veía con valor y de frente a su agresor, ella veía como este enrollaba una punta del cable con una mano, la izquierda primero, para posteriormente hacerlo con la derecha, ya había terminado de arrollar su mano izquierda; ahora empezaba con la derecha, pero esta vez cada que enrollaba daba un paso, lo hacía lento, tan lento, que ya no se escuchó el maldito rechinido, su rostro de maldad iba cambiando con forme avanzaba, este se iba transformando en uno de placer, él empezaba a disfrutar, recreando por experiencias anteriores la escena del crimen, mientras la chica esperaba impávida, recostada en uno de los muebles de la cocina, una que carecía de un utensilio que le ayudara para defenderse, para posiblemente salvaguardar su vida, este ya había rodeado el oasis de la cocina y ahora nada se interponía entre ambos, asesino y victima frente a frente, victima y asesino, cada quien esperando los segundos que les quedaba para terminar su incansable lucha, una por sobrevivir y el otro por asesinar. 

Este se detuvo frente a su victima quien no dejaba de verle a los ojos, unos ojos de un negro profundo, como indicativos de la muerte que estaba al lado de ambos, cómo arbitro de lucha libre o boxeo, para ayudar a dar el ultimo zarpaso a quien corresponda, pues si algo era seguro, era de que esta noche, la cual tambien ya moría, pues se veía por el apartamento que entraba la claridad del día, justo cuando te da más sueño y que no quieres escuchar a un malvado despertador. Frente a frente, indigente y chica, elegida por él para morir esta noche.

Este la cogió del cabello, la haló hacia él, ella quedó pegada contra su asquerosa ropa harapienta, con aquel hedor al cual ya ella se había acostumbrado. Con fuerza la giró, quedando ella de espaldas a él; ella observó cómo por sobre su cabeza descendió el arma mortal, el cable, el cual le viajaba por su lindo rostro, su ojos estaban muy abiertos, cómo lo estuvieron cuando se conocieron hace unas horas. 
El frío cable le rosaba su nariz oprimiéndola contra su rostro, luego este siguió su camino, lento y agónico, el cable se introdujo entre sus labios ocasionando en ella un sangrado, pues le lastimaba sus labios y la ensilla, que sostenían sus dientes enderezados por ortodoncia. 

Luego, salieron de su boca, llevándose con ellos el labio inferior con él, llegó al mentón de la chica, otra pausa que causó mucho dolor, para seguir su lento viaje; ahora iniciaba a bajar por su garganta, pero aun no estaba en el lugar indicado para iniciar la fuerza que este haría para que el cable se introdujera en su garganta, el cual entraría en su suave piel aun con vida o ya sin ella, a nadie el interesaba ese detalle. 

Por fin ya por debajo de donde estaría la manzana de Adán se instaló el cable y este inició con rabia a apretar, la chica solo pujaba y de sus bellos, enormes y expresivos ojos, los cuales le vieron con indignación y repulsión, hacía unas horas por la mañana de ayer a su asesino, de ellos salían lágrimas de resignación, pero tambien había gallardía, la que le sale justo en ese momento a toda victima.
El indigente siguió haciendo fuerza, la chica sentía como este le empezaba a hacer daño, sentía como su glándula tiroides se empezaba a expandir, ella sentía cómo si se hubiera atragantado con algo, ese algo que le impedía el paso del aire, su tráquea ahora era una manguera oprimida por algo de enorme, fuerza que le impediría dejar pasar el torrente de agua con libertad, solo que en este caso, era el oxigeno que sus pulmones le demandaban, pero que le llegaba cada vez en cantidades mínimas. 
El rostro de quien apretaba era de placer sin medida, no deseaba detenerse. por el contrario, lo estaba disfrutando, por ratos se veía en su rostro la fuerza en sus músculos faciales y entre esa fuerza, la satisfacción de la venganza. 

Cuando la chica iniciaba a perder el conocimiento y su cuello empezaba a sangrarle, la chica pudo ver reflejado en el vidrio de su horno, incrustado entre el mueble de cocina, justo cuando este se movía por la fuerza que ejercía; ella observó algo entre dos cazuelejas o sartenes que colgaban de la estantería, entre ellas, algo brilló por la luz del día, que ahora estaba mucho más claro que hace unos momentos, además, con su vista perdida justo en el reflejo del vidrio del horno estaba algo que al indigente se le pasó desapercibido por estar entre dos cacerolas o sartenes enormes. 

Justo ahí, lo que ella buscó con desesperación. Cómo pudo y con su último aliento, mientras este con sus ojos cerrados disfrutaba apretando el cable; ella con dificultad levantó su brazo y ahora ella peleaba por unos segundos más de vida; solo se escuchaban los gemidos sin fuerza de ella. Ambos cuerpos se balanceaban, uno apretando para terminar con al vida de su victima y la otra, con dificultad y error, agarraba sartén, buscando desesperadamente coger el enorme cuchillo con el cual, su empelada le rompía los huesos a los animales que cocinaría cuando le preparaba sus alimentos a la chica... 

Justo cuando ella estaba por perder la batalla, ella cogió el ansiado utensilio de cocina, lo cogió entre su mano y...
    








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