lunes, 20 de marzo de 2017

La elección de Reina


Caminaba hacia mi colegio, iba con desgano, caminaba por debajo de una arboleda, las personas pasaban a mi lado, era ya tarde, de un verano, en mi cabeza canciones de amor, románticas melodías, las que me pedían a gritos, debes hallar a quien amar y lo debes de hacer pronto, muy pronto, el tiempo pasa rápido y atropella. 

Estos pensamientos me daban ilusión, ¿cuánto hacía que carecía de la caricia de un beso, no lo recuerdo? Ya me habían dicho, que llegarían tiempos de sequía y yo no me lo creía, pero que triste, era cierto. 
Caminé como todos los días, alrededor de tres kilómetros, los cuales, el primer día de clases fueron cansados y largos, ese día, iba con dolor en mi barriga, eran los nervios, por iniciar una nueva aventura estudiantil, conocer a nuevos amigos, los cuales no sabía si serían o no tan buenos como los que ahora se quedarían solo en mis recuerdos y que en ese día pensé, ¿será qué los volveré a ver? Pero no, nunca más los vi. 

Ahora esa distancia no era nada, ni me agotaba, me parecía un paso de perico, un tramo que lo haría como en cuestión de minutos, cortos minutos, los mismos que fueron suficientes para darme cuenta que ya estaba enfrente de mi hogar estudiantil. 
Entré, saludé a los de la vigilancia en la portería, estos amablemente me respondieron, mientras avanzaba iba saludando a maestros, compañeros de otras secciones, amigos unos, otros solamente conocidos, había otros, con los que no nos llevabamos muy bien, por rencillas entre especialidades o por alguna chica que había preferido a uno, en lugar del otro.

_¡Hola! 

Dije y saludé a quienes esperaban enfrente a nuestro taller, el de Electrónica, lugar en donde aprendería el que fuere mi oficio por toda una vida, el que me daría dinero, el que me independizaría de una mensualidad que apenas alcanzaba. 

Mis compañeros me saludaron como lo hacían cada día de la semana. Pero fue justo después de mi saludo, cuando se escuchó gritar el timbre, indicando. Entren a sus salones de clases. Lo hicimos. El instructor, quizás por ser un viernes nos dijo.

_Hoy no habrá tecnología, así que a trabajar. 

Aquello nos hizo tanto bien, pues, nuestros talleres eran unos hangares, tal cual, los de los aeropuertos, unas enormes láminas redondeadas, aquellos, eran enormes hornos, se encerraba el calor y más, si estábamos en verano. El salón de tecnología se encontraba en un segundo piso, lugar en donde el instructor nos entregaba la semilla del conocimiento, cuántas veces no se quedó más de uno dormido, debido al calor, pues el vapor tiende a ascender y al encontrarnos cuasi tocando la curva superior del hangar y sumado a esto, escuchar el somnífero tono de la voz de nuestro amado y respetado instructor; era como si tomaras una píldora para quien padece de insomnio. Por eso, aquella decisión del instructor fue aplaudida y recibida con jubilo.

Por aquellos días estaba por celebrarse el aniversario del establecimiento y esto tenía alborotados a todos, pues por la época en la cual yo estudiaba, la institución era completamente masculina, ni una sola fémina, solo las secretarias de la secretaría. Señoras respetables. 

Me dirigí hacia la bodega para sacar de ella un televisor, el cual, debería de reparar para acumular puntos en practica de taller, vaya si me gustaba esa clase y si a eso le agregamos los incentivos que recibiríamos, a parte de los puntos que acumularíamos; me refiero a que, quienes nos confiaban sus aparatos, nos pagaban por la reparación, eso era motivante y cómo no; estudiar para aprender un oficio y que además te paguen, era super. 
En mi cabeza mis inquietantes pensamientos habían desaparecido, pero no las melodías, unas que ahora no eran parte de mi mente, eran notas que salían de algún reproductor reparado por uno de mis compañeros y quien, le decía a su cliente, que aun no encontraba repuestos, era evidente, pues, de ser así, ya debió haberlo entregado, pero este debía permanecer allí hasta que otro fuere reparado o que llegara otro para sustituir al que nos entretenía mientras trabajábamos. 
Para acabar de motivarme más, ese día, la emisora sintonizada, su Dj colocaba sobre la tornamesa música romántica y menos de la movida, raro, pues en otras ocasiones era al revés, por tratarse de un viernes. Yo pensé; el señor locutor estará en las mías, en su época de sequía, seguramente. 
Coloqué mi aparato sobre el banco de trabajo, extraje un desarmador philips y procedí a quitar los tornillos del aparato, esto me atraía mi atención, pero cuando quitaba el último de los tornillos, entraron al taller, con autorización del instructor, los representantes de la asociación de estudiantes y organizadores de la fiesta de aniversario.

_¡Jóvenes! se reúnen por acá por favor, sus compañeros les traen un anuncio de importancia. 

Ordenó el instructor, todos nos acercamos hacia donde se encontraban nuestros tres compañeros, los cuales nos llevarían una agradable noticia.

_¡Muchá!, cómo saben, estamos próximos a celebrar un año más de nuestra querida alma mater.
_¡Ehhhh! 

Gritamos todos entusiasmados, claro, para nosotros era nuestra segundo año en el lugar y sabíamos qué significaba aquella convocatoria.

_¡Silencio por favor! 

Se pronunciaron quienes acompañaban al que no dejabamos hablar. Este continuó con su comunicado, hasta que llegó al que a muchos, por no decir la mayoría, nos interesaba...

_Bueno Muchá, cómo bien saben, elegiremos a nuestra reina, por tanto, deben ir en busca de su representante, elegirla aquí en su taller para que los represente en la magna coronación que se llevará a cabo en dos semanas. Así que a buscar quien los representará. Tienen el permiso de dirección para que, a quienes elijan, puedan salir en horarios de clases en busca de quien los represente. Así que solo queda decirles, que suerte con la elección de la señorita Electrónica del presente año. Con su permiso profesor. Contamos con su colaboración para que nuestros compañeros puedan salir a buscar su reina ¿verdad?
_Pues claro, no olvide que soy egresado de aquí. Ya quisiera ser yo, quien salga en busca de nuestra reina. Jajajaja.

Procedimos a no perder tiempo y elegimos a quienes serían los que saldrían en busca de nuestras pre candidatas. Por supuesto que fueron los más populares, los que tenían carro, hermanas en los colegios más prestigiosos, en fin, fueron, quienes tenían que ser. 

Al día siguiente, la cacería inició. Al termino de aquel día, nuestros heraldos regresaron con las nuevas, nuevas. 
Solicitaron al instructor su permiso para que nos reuniéramos y así lo hicimos. Acordamos que para el próximo miércoles, las chicas llegarían, para ser electa, quien nos representará en el próximo evento cultural, de donde saldrá nuestra soberana y bella reina.

Por supuesto que aquella noticia, la cual no recordaba, me motivó mucho, bueno, a todos para ser honesto, todos ilusionados porque pronto ese lugar tendría la presencia de bellas señoritas, pues según recuerdo, las chicas preseleccionadas y las cuales aceptaban la invitación, no llegaban solas, ellas llegaban acompañadas de chambelanes, otras compañeras y algunas, hasta acompañadas por alguna maestra, para su protección, pues no comprendo, seguro por seguridad y por cualquier eventualidad y poder responder a los padres de familia de las chicas.

Recuerdo que algunas llegaban en el bus de su colegio y este llegaba lleno. 
Si que era un día muy especial, rara vez convergíamos los talleres, pero a veces se daba, todo estaba fríamente calculado, pues el no converger con las fechas inter talleres, era una vieja treta, la cual era bien concebida, planeada y aprovechada, pues había más posibilidades en cuanto a días, para ver a muchas chicas, en un lugar donde todo un año lectivo, solo veríamos a miembros del mismo sexo; ni siquiera teníamos maestras para las clases académicas. (Recibíamos clases todo el día. Por la mañana, taller, o sea, la especialidad elegida por el alumno; y por la tarde, las clases académicas, pues, era así, porque recibiríamos dos títulos, era cómo estudiar dos carreras en el mismo año).

El día esperado por nosotros, los de Electrónica, por fin llegó, ese día, todos muy bien catrines, el taller, el horno, el hangar, estaba debidamente decorado y presto para recibir a las consentidas, las cuales, solo llegaban ese día.

Hicimos nuestros grupos; unos, los encargados de recibirlas, otros, los encargados de las refacciones, otros, integraban el jurado junto a nuestros instructores; en fin, todo muy bien planeado, creo que era lo único que organizábamos muy bien, en todas las actividades del año. 

Las señoritas empezaron a llegar y fueron debidamente acomodadas, en el lugar, la tensión y emoción eran evidentes, las miradas insinuantes entre ellas y nosotros había iniciado, el estira y encoge, la coquetería entre ambos sexos, los secretos entre ellas y las poses entre nosotros, peinados, modelado, sonrisas; en fin, toda la artillería estaba apuntando a su objetivo, los flancos estaban debidamente divididos estratégicamente.  

Nuestro maestro de ceremonias dio inicio al desfile. En traje casual, en traje de noche y el que todos esperábamos, en traje de baño.

Llegó el momento decisivo, una ardua labor de quienes tomarían la decisión de elegir a quien nos representaría. Y ganó, quien debía de ganar, chica hermosa e inteligente, cómo debe ser. Esa rara conjunción, que es dificil de encontrar, pero que si existe. 

Una vez terminada la elección, se rompió el quórum (valga la expresión). La música siguió, la comida y bebidas tambien, y por supuesto, lo social tambien dio inicio. 
Las maestras que acompañaban a la señoritas en un lugar especial, atendidas por nuestros maestros, mientras que las chicas, incluyendo a nuestra nueva reina, nos mezclamos para conocernos. 

Fue cuando recordé, lo que hace unos días me trajo hasta aquí con la mente perdida, con la música romántica en mi cabeza. 
Este día, debería de terminar con aquella tortuosa sequía amorosa.



Continuará...



Tomado del libro: "Historias de un Adolescente Tímido". De Sergio Raga.   





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