viernes, 7 de abril de 2017

La montaña (erotismo light)


La mujer, tal cual una Jane, con trapos o enaguas, y otros pocos trapos que cubrían sus bellos senos, con seguridad, convencimiento y paso seguro al verlo se dijo:

Esa montaña la conquistaré hoy. 

Subió a una diana y por los aires voló, de otra se cogió y así hasta lo más cerca que pudo llegó, se detuvo para ver, pues no era lo mismo verlo desde lejos, a cómo lo veía ahora, tan cerca y enorme, esto la motivo y a sus adentros se dijo: 

Eres bello, bello. Hoy te conquistaré. Antes de que aparezcan por encima de ti las estrellas. 

La chica inició su ascenso, escogió de los accesos, los cuales eran por ese lado eran dos, tomó el más bajo y accesible, e inició su caminata. Mientras lo recorría, ella suspiraba y se sentía muy motivada, emocionada, en pleno ascenso. Caminó, disfrutando del paisaje, hasta que por fin llegó y sobre una protuberancia se detuvo a descansar, ella ya iba encendida, era como un sueño hecho realidad, se dijo: 

Antes de que muera el sol en ti, yo estaré sobre ti. 

Tomó un respiro y siguió su caminar, para ahora ya iba algo cansada, pero muy emocionada. Ahora estaba a punto de llegar hasta la cumbre de la montaña por conquistar. Al umbral de la enorme montaña se detuvo y sintió algo parecido a un orgasmo al ver lo bello que era aquello. 
Se dijo: 

Que bello, esto es más bello de lo que pude imaginar. 

La chica bañada en sudor, veía elevaciones y planicies que parecían no tener final, se sentó sobre uno de sus pectorales, así lo llamó, por ser lo que su imaginación le indicó, se deleitó al ver otras pequeñas montañas sobre las que recién conquistó, ahí estuvo reposando y recuperando las fuerzas, pero el sudor le seguía brotando por cada poro. 
Cuando la tarde refrescó, inició su caminar por sobre la montaña conquistada, caminó y caminó y mientras lo hacía, ella se encendía, se sentía excitada, pues la montaña conquistada tenía la forma de un hombre. Hombre de sus sueños o sus pesadillas. Esta imagen la terminó de encender y la lujuria le atrapó, se dijo:

Caminaré hacia el sur, quiero ver si tiene algún poderoso volcán.

E inició su caminata, mientras lo hacía, en su mente, imágenes le llegaban de ella sobre aquello bello y dijo:

Es una Ángel desnudo y yo una diabla envuelta en llamas.

Mientras caminaba, daba vistazos para atrás y al final, se veían dos pectorales cómo recien sudados por una hora de pesas sobre la cama de ejercicios. Ella logró ver como se elevaban por la respiración, la montaña había despertado, pues seguramente sintió cada paso que la chica daba sobre él y esto lo motivó, al percatarse de esto, la chica cuasi desnuda y sudada con el pecho agitado, no de susto ni de cansancio, más bien de excitación, pues por su entre pierna sentía como goteaba, tal cual, grifo con empaque dañado. 
Ella se sonrió pero no se sonrojó, por el contrario, ella imaginó que pronto vería al enorme volcán ascender frente a sus ojos lujuriosos. 
Decidió seguir con su sensual caminar y dejó de ver para el norte y se concentró hacía el sur, para donde caminaba muy segura, pero tambien excitada, las dunas del lavadero de la montaña de aquel Ángel bello para ella, la hacían agitarse en un subibaja, además de que por la naturaleza y los accidentes geográficos de dicha montaña, la respiración que se le agitaba a la montaña bautizada por la chica como: Ángel Bello. 
Nada la detuvo y siguió sudada su andar. Algo la detuvo, llamó su atención fuertemente, se trataba de un ombligo, esto le agitó mucho más el pecho, sus hermosos senos se elevaban firmes e hinchados, se repitió con la vos entrecortada por el cansancio o la emoción:

Ya estoy cerca, estoy por llegar. 

A penas puso pie sobre esa última parte de la planicie de la montaña con forma de hombre, ella quien se detuvo y disfrutó de lo que parecía ser su ombligo y en él descansó y lo disfrutó, estas cosquillas provocaron que frente a sus ojos admirados, se elevara aquel enorme, poderos y fuerte volcán, dispuesto a hacer erupción frente a sus ojos. Ella exclamó con admiración:

Es enorme, es rojo y muy firme, y eso que aun no hace erupción.

Salió del ombligo de la montaña del Ángel Bello y con decisión se encaminó hasta ese volcán, dispuesta tambien a conquistarlo, a ella no le importaba si mientras caminaba hasta ahí, este hacía erupción, era un peligro que debía tomar, pues no había llegado hasta allí para no disfrutarlo al máximo. 
El terreno estaba un tanto resbaladizo por el sudor ahora de ambos, ella siguió sin retirar su mirada del enorme, firme y colorado volcán, el cual, tenía movimientos propios, indicando que estaba pronto a hacer la erupción que ella deseaba ver y sentir. 
Siguió con sus pasos felinos, a cada paso se escuchaban los retumbos del volcán, que para ella no eran más que deliciosos gemidos o eso imaginaba. 
Cuando estuvo por encima de la última de las montañas o sobre el Monte de Venus masculino, ella hizo más presión en cada sensual de sus pasos y sus delicados y hermosos pies, ella oprimió justo en el lugar indicado, ella escuchó y sintió el sonido y temblor que indicaba que la lava estaba en camino, la chica corrió para colocarse bajo las faldas del volcán en plena erupción y sobre ella cayó todo el magma, este quemaba de lo candente que en oleadas le llegaba, ella sintió que su cuerpo se prendió en llamas y el fuego le invadió todo su cuerpo, tanto que, tambien ella por dentro explotó. 
Ambos habían tenido lo suyo, cada quien a su manera, por varios largos segundos la lava la llenó, la cubrió por completo y en su rostro, el orgullo, la malicia, la sensación de haber logrado algo que la naturaleza a veces le lleva un buen tiempo en provocar y que ella lo había logrado con un simple y sensual andar. 
La montaña de nombre Ángel Bello había sido conquistada por la chica parecida a una Jane, que  desde lejos vió la montaña con sin igual parecido a un macho, que ella se decidió a conquistarlo y desde ese día de tremenda erupción, la chica realiza los mismos pasos y movimientos y camina para el norte y para el sur. 

Pero si de algo estoy seguro, es que justo en el momento de que el volcán se eleva y hace erupción, ella está presente sin dudarlo, nada la detiene, esa montaña solo responde a los estímulos de quien con valentía, y curiosidad, y malicia y lujuria, se dio a la tarea de conquistar. 
Nunca regresó, ahí se quedó y sobre sus pectorales y ombligo, ella toma un respiro, siente el sudor que sale por los poros de la montaña e intercambian su sudor. También su fuego, pues ella tambien tiene fuego bajo su piel, la que hace y provoca temblores, retumbos, cómo quejidos. 
Y lo máximo, la erupción de lava ardiente que ella espera y recibe con mucho gusto, cuando lo hace, se le nota en su rostro esa sensación de poder, de éxtasis y de lujuria. 





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