miércoles, 19 de abril de 2017

Return to me


Regresa a mí, no me dejes así, 
esperando y sufriendo por ti,
con mis brazos abiertos y el corazón 
revuelto en mil pedazos.

Te lo suplico, no me hagas añicos,
ya mucho he sufrido, por otras como tú,
no seas indiferente, ¿por qué empacas?,
¿te irás para siempre? dejándome así.

Verte así me parte el corazón, 
alejándote de mí.
Regresa a mí, no me ves, 
mis ojos te comienzan a extrañar, 
si te vas, lleva contigo en esas maletas 
mis lágrimas, mis quejidos, mi dolor 
y a mi roto corazón.

Se marchó y nunca vio para atrás, hacía mí,
las dudas me atropellaron, me dijeron, 
creo fue un reclamo; ¿qué hice para que te alejes así?
para no entregar una explicación, 
para no escuchar de ti, ni si quiera un adiós.

Te vi desaparecer, cómo un día te vi llegar.
Ese día fue maravilloso, fue glorioso, 
te refugiaste en mi regazo, me amaste,
te entregaste sin reserva alguna, feliz fui,
pero algo pasó, algo que no sé, 
algo que nunca sabré.

A pesar de que el tiempo ha pasado
no te logro olvidar, sigues en mí, vives en mí,
sigo con mi corazón casi muerto, 
con frío en mi cuerpo.

El tiempo pasó, un día, 
sentado frente a mi tierra
con la vista perdida en la nada, 
con pensamientos en vacío, algo me regresó en mí.

Una silueta, con dos maletas, 
que aparecieron en la tierra sin nada;
un vacío en mi estómago sentí, mi corazón 
de nuevo empezó a latir, el calor invadió mi cuerpo,
el frío me abandonó, 
y yo, que me había acostumbrado a él.

Mi visión agudicé, tratando de enfocar 
a la silueta que se dirigía hacía mí, 
¿por qué la emoción me llegó y me regresó la vida, 
la misma que con ella se fue?

La silueta no se detenía, del pavimento, 
fantasmas del calor se abatían entre ellos, 
sería el calor de aquel verano
o era el fuego en cada paso que la silueta daba,
sus maletas le daban equilibrio. 
Sin embargo yo nada imaginaba.

Mis cansados y viejos ojos, 
me exigían los lentes, pero estaban en mi cómoda, 
al lado del viejo libro que juntos, 
por las noches antes de dormir leíamos.
Poemas, de un poeta; que encontramos en la red;
hace mucho tiempo ya.

Despues de arrugar mas mi rostro 
tratando de enfocar, para definir, 
quien se encaminaba hasta mí.

Por fin, se paró frente a mí, 
yo que me mecía cómodamente
con mis recuerdos en mente. 

Me dije: ¿Quién es ella?
Sí, era una mujer, la que estaba frente a mí.

Yo no dije nada, 
solamente la observé, 
se le veía cansada de tanto tiempo, 
vagando por el mundo sin freno alguno.

¡Hola, he vuelto!... Eso escuché, 
pero su vos no me fue familiar,
era una mujer, de edad igual a mí, 
pero se le veía mucho más cansada y demacrada.

Hola desconocida. Le respondí. 
Perdón, ¿pero acaso la conozco señora?
Ella solamente sonrió y a sus maletas las soltó
sobre el suelo las colocó, esperando de mí
un pase adelante o un te estaba esperando.
Pero eso jamás se me cruzó por la mente, 
mientras, ella seguía ahí enfrente.

¿No me reconoces? ¿me has olvidado?
Vaya que sorpresa, 
después que tanto me rogaste
que no te dejara, que regresará. 
Pues bien, ya estoy aquí,
he regresado a ti, tu suplica escuché, 
recapacité y solo por ti volví.

Yo sonreí. Perdón señora, 
pero creo que esta confundida
vea bien la dirección, pues para mí 
sigue siendo una desconocida.

Usted dice que un día le pedí no me dejes así.
Eso no lo recuerdo, lo siento. 
Pero a quien pude suplicar 
que se quedara a mi lado, ella, esa mujer
a la que tanto amé, hace mucho tiempo que la enterré.
Aquí en mi pecho esta su tumba y en ella, 
una cruz, en cuyo epitafio dice:

"Regresa a mí, no te alejes, no me dejes muriendo por ti.
El amor que siento por ti, no será eterno y el tiempo
me hará olvidar, a la que sin resentimiento 
un día me abandonó"

Cómo ve, yo no espero a nadie, 
mucho menos, extraño a ninguna.
Así que, recoja sus viejas valijas 
y regrese por ese camino que la trajo aquí.

Pero, cómo me dices eso, 
yo que nunca te olvidé y por ti regresé.
No me puedo alejar, no tengo a donde ir.

Eso no fue lo que aquella mujer me dijo, 
ella salió en busca de aventuras 
emociones y sensaciones que no recibía de mí.
Eso fue lo único que me dijo, 
el día que la enterré en mi pecho.

Usted, si fuera ella, sería un fantasma para mí, 
pero usted esta más viva que yo, 
lo que sucedió, es que, el tiempo le dio alcance 
y la vejes le llegó, ahora quiere un lugar 
para su tiempo final terminar, 
pero yo no estoy para cuidar a otro viejo 
que no sea yo.

Así que la invito a que me deje solo, 
con mis recuerdos, que son lo único que me quedó de ella. 

No quiero dejar de ser un caballero, 
así que aléjese por favor, 
a usted por lo que veo, nunca le gustaron 
los caballeros, de trajes decentes, 
a usted, creo, le gustó la mezclilla, 
la gente corriente; se le nota, por la ropa que viste,
vulgar y corriente, moda que ya no le queda a una señora.
Olvídese de que alguien la espera, al menos aquí no.

El viejo se puso de pie, 
le ofreció un caballeroso saludo.
Se dirigió para adentro de su casa. 
Ella le dijo.  

Regresa a mí, no me dejes así, 
esperando y sufriendo por ti,
con mis brazos abiertos y el corazón 
revuelto en mil pedazos.

De respuesta solamente escuchó 
el rechinar de una vieja puerta
y detrás de ella; el portazo...

La vieja levantó sus maletas que le daban equilibrio
y regresó, por donde llegó, 
el viejo la observó desde la ventana
con una sonrisa en sus labios, 
la satisfacción le rebozaba por sus poros 
y pensó: Ahora puedo morir en paz.




No hay comentarios.:

Publicar un comentario