martes, 25 de abril de 2017

Una cruel elección, una valiente decisión.


La familia decidió abandonar su país, en busca de mejores oportunidades, pues el suyo no se las daba, el deseo de superación, de una mejor educación y oportunidades para sus hijos, les llevó a tomar esta decisión, dura realidad de mil familias, las que emigran hacía tierras foráneas, en busca de un prometedor futuro para todos, este fue el caso de la familia Ramsés. 

Salieron un día, en camioneta de su tierra natal, ubicada en el centro de la américa central, con rumbo a otro país centroamericano, el que para ellos les prometía mejores oportunidades, muy al norte y al sur de México, con la motivación de unos amigos y vecinos del mismo pueblo, quienes salieron de su patria mucho antes que ellos, con rumbo hacía los USA, pero al pasar por aquel país, se enamoraron de él y dispusieron probar hacer su futuro en él, esto se lo contaron a la familia Ramsés, por las redes sociales, algo que motivo al señor Ramsés para aventurarse con su familia para aquel lejano lugar, uno que no le traería los problemas de un viaje más largo hasta norte américa, en este país se sentirían muy cerca de su hogar y familiares, les sería más fácil, visitar o regresar de nuevo a su terruño querido. 

Un día llegaron a este país centroamericano, fueron recibidos en la terminal de autobuses por sus compatriotas, estos los alojaron en su hogar, mientras ellos lograban acomodarse e independizarse, Rubén, amigo de Rolando Ramsés desde la niñez, lo presentó con su jefe, un micro empresario y propietario de algunos buses del servicio colectivo del lugar. 
Rolando a los pocos días consiguió que se le confiara una de las unidades, convirtiéndose en chofer de una de las rutas citadinas de su nuevo hogar, conforme el tiempo transcurrió y con mucho esfuerzo y limitaciones, logró alquilar un lugar, cerca del hogar de Rubén. 
Para ahora, su hijo Santiago, el hijo de en medio, ya iba a la escuela del barrio donde radicaban, una escuela pública ubicada en la zona 6 capitalina de su nueva y adoptada patria. Santiago era un chico muy tímido, muy honesto, muy cariñoso, una virtud de niño, hijo por el cual, cualquier padre se sentiría orgulloso, y este no era la excepción. 
Una noche cuando Rolando regresó del trabajo, se encontró con la novedad de que Santiago lo esperaba muy feliz.

_¡Papi! que bueno que llegaste, te tengo una buena noticia.
_En serio hijo, haber ¿cuál esa formidable noticia? 
_Ya tengo un amigo.
_Vaya que esa si es una excelente noticia, pues, eras el único que no se adaptaba, el único que no tenía amigos aquí.
_Sí, es que mis amigos se quedaron en nuestra patria, los extrañaba tanto, pero ahora tengo un nuevo amigo y espero tener muy pronto otros más.
_Eso sería muy bueno hijo.

Rubén abrazó a Santiago, luego este se fue a dormir, quien sabe si lo lograría, pues, iba muy emocionado.

Con el tiempo, el amigo de Santiago, se hizo amigo de un nuevo chico nuevo que llegó a la escuela, el cual, al igual que Santiago había llegado trasladado de otra escuela, no cómo extranjero, pero si de otra colonia, este nuevo amigo, del amigo de Santiago, empezó a influenciarlo, al poco tiempo el amigo de Santiago había cambiado, cambió tanto, que un día, respondió abusivamente a su maestra, quien le llamó la atención, al hacerlo, el nuevo alumno, quien influencio al amigo de Santiago, salió a la defensa de su amigo, esto llamó la atención de la educadora, pues observó que este al defender a su compañero hizo unas señales propias de los miembros de pandillas, la maestra en su oportunidad le comentó al señor director, quien le sugirió que observara la conducta de estos dos. 
Ahora Santiago tenía otro amigo, la inocencia de Santiago no le permitía ver que su entrañable amigo ya no era el de siempre. 

Más adelante, estos dos niños, los cuales rondaban los trece y quince años, seguían con un comportamiento inusual, los dos, se mantenían molestando a sus compañeros, los extorsionaban con dinero para los recreos, los golpeaban, los niños llegaban con la queja a sus maestros, pero este par seguían de insolentes; las notas del amigo de Santiago iban en picada; la maestra no se había percatado de que el chico de quince años, el que llegó de traslado, estaba tatuado, de esto se dió cuenta cuando el amiguito de Santiago le lucia su nuevo tatuaje, fue sorprendido por la maestra y este, con el seño fruncido y un extraño odio en sus ojos, le respondió, que era su cuerpo y que con él podía hacer lo que se le diera la gana. 
La maestra le comentó esto al señor director, quien luego de citar a los padres, los cuales jamás acudieron a la cita, optó por expulsarlos. Santiago se entristeció, pues su amigo, con quien siempre estuvo cómodo, ya no iba a la escuela. 

Sin embargo, a la hora de la salida se encontraba con él, este ahora vestía diferente, el chico tenía ahora el habito de fumar, Santiago seguía sin percatarse de que algo no iba bien y siguió con la amistad de este. 
Para las vacaciones, Santiago, feliz por haber ganado el sexto de primaria, con pasaporte para la secundaria, seguía de amigo de aquellos que fueron expulsados. 
En una de tantas tardes, Santiago salió a jugar pelota a un campo cercano a su casa, lugar en donde se lo encontraron sus ex compañeros de escuela, al verle llegar con la pelota, se le acercaron y empezaron a jugar a la pelota con él, mientras jugaban, llegaron otros dos amigos de los que jugaban con Santiago, esa tarde jugaron por un rato a la pelota, para Santiago todo iba normal, su circulo de amigos ahora estaba creciendo, pero seguía sin ver de quienes era ahora amigo.

_Hola Santiago.
_Hola Josué. Respondió Santiago a su amigo de escuela.
_Santiago, ¿no te gustaría pertenecer a nuestra clicka?
_¿Clicka? ¿qué es eso?
_Es una familia, todos nos apoyamos, nos defendemos, nos compartimos, somos cómo hermanos.
_Pues... Bueno. Lo que digas mi amigo. Dijo Santiago a Josué.
_Dijo que sí, mucha.

El resto de los amigos de Josué, le hicieron una serie de señales, las cuales Santiago no comprendía.
Ahora Santiago sin darse cuenta, pertenecía a una pandilla de jóvenes, pero la vida de Santiago siguió igual, para él, aquella aceptación a la propuesta de Josué, solo fue un simbolismo entre chavos, nada de importancia.

_Oye Santiago, se me olvidó decirte que para pertenecer a nuestra familia, para disfrutar de nuestra hermandad, deberás pasar por un ritual.
_¿Un ritual?
_Sí, es una especie de compromiso, una iniciación, el cual, no podrá ya nadie romper, ¿me entiendes?
_Creo que sí.
_Entonces, ¿sigues estando de acuerdo?
_Creo que sí.
_Bueno, pronto te diremos que tienes que hacer para de una pertenecer a nuestra hermandad. Verás que divertido, ahora seremos más que amigos, seremos hermanos.

Se estrecharon la mano, Santiago sintió que ahora pertenecía a un grupo de buenos amigos, tal cual, los que dejó en su natal país centroamericano.

Al cabo de una semana, aproximadamente, Santiago, se reunió a petición de su amigo y hermano Josué, en un lugar, siempre por la zona seis capitalina, Santiago llegó puntual.

_Allá viene muchá.

Dijo Josué, a sus ahora compañeros y hermanos de clicka. Al llegar, Santiago saludó a los que estaban con Josué, eran otros tres, a estos Santiago los veía por vez primera, estos rondaban entre los dieciocho y veinte años, tatuados en muchas partes de su cuerpo.

_¿Vos sos Santiago?
_Sí, soy yo.
_Dice este bato que queres pertenecer a nuestra clicka.
_Creo que sí.
_Nada de que creo mi bato, ¿sí o no?
_Bueno, sí.
_Ok, ¿Te dijo el bro Josué que deberás pasar por una prueba para conocer tu valor, para ver si eres digno de pertenecer a nuestra clicka?
_Sí, me dijo Josué. ¿Qué debo hacer?
_Nada del otro mundo mi bato, tranqui, será algo que todos hemos hecho, lo disfrutarás ese.
_Bueno.
_Me llegás ese, serás uno bien nais, me llegas por pilas.

Todos le palmearon la espalda, además lo abrazaron para conducirlo hasta un lugar separado del que ahora estaban, uno más privado, uno donde no fueran sorprendidos, uno en donde nadie podría ver lo que estaban por hacer.

_Bueno bato, esta será tu prueba.

Quien hablaba, miró para todos lados, en medio del grupo, Santiago, luego de observar y percatarse de que no habían moros en la costa, el de dieciocho años se levantó la camisa que le llegaba hasta por abajo de las nalgas y de la cintura sacó una escuadra.

_¿Te gusta? ¿no es hermosa? Tómala.
_No gracias. Dijo Santiago con el corazón acelerado, por fin se daba cuenta de que aquello no era un juego.
_Agárrala no seas maricón. Se la colocaron en su mano. Y Santiago la empuñó.
_¿Se siente bien verdad? ¿Te gusta? Santiago no sabía que decir...
_¡¿Sí?!
_Qué bueno. Escucha con atención, esto harás para ser nuestro brother. (...) Este bato te llevará en su moto, te dejará en un lugar por donde para un hijueputa su camioneta, uno que nos debe una lana. Este bro, te dará la señal de que si es el desgraciado que nos debe y le jalas al gatillo, no lo sueltas hasta que ya no escupa plomo. ¿Entendiste?
_¡Qué! ¿Quieres que mate a alguien?
_¡Exacto bato!, estás entendiendo, ese hijueputa que no nos paga, es chofer de camioneta, deberás matar al cerote.

Santiago en ese instante pensó en su padre, quien manejaba una de aquellas rutas, al pensar en él, fuere o no su padre el piloto de la camioneta del que se negaba a pagar la extorsión, Santiago no estaba para hacer aquel trabajito, él no iba a matar a nadie, según Santiago, pertenecer a esa clicka de su amigo Josué, era algo inofensivo, algo sin consecuencias tan severas.

_¡No! ¡No lo haré! Y Santiago arrojó el arma a los pies del que se la puso en la mano. Este lo tomó del cuello, mientras el mayor y jefe del grupo le dijo.

_Mirá hijueputa maricón, esto no es un juego, dijiste que estabas de acuerdo, así que no hay regreso, o lo haces, o lo haces cerote malparido.
_¡No! ¡No lo haré! Dijo Santiago muy seguro y envalentonado.
_No estoy bromeando maldito mal parido. 

Josué se acercó a su amigo, el resto los dejó por un instante para que Josué hablará con Snatiago.

_Santiago, estás pisado amigo, ahora no hay regreso, debes hacerlo, no cuesta nada y además te va a gustar, al principio a mí tambien me dio miedo, pero luego de que lo hice, me gustó, ya llevo tres y mírame, tranquilo. Hacele huevos, manda al infierno a ese chofer maldito que no nos paga unas fichas que nos debe. 
_No Josué, vos me metiste en esto, ahora me sacas de esto.
_Tranquilo mi bro, no te pongas salsa, no te aceleres, pues me vales madre cabrón. Estos panas te van a quebrar el culo, mejor quebráselo vos a ese cerote que nos esta hueviando nuestro dinero.
_¡No! 

Josué regresó con sus compinches, les dijo, y estos tomaron la decisión, fácil para ellos, pues así solucionan sus inconvenientes.

_Bueno cabrón, te pondré a elegir, entre tu puta vida y la chingada vida de ese chofer hijueputa.
_Pues, no, no lo haré. Prefiero morir, pero quitarle la vida a otro, eso jamás. 

Esta respuesta dejó por unos segundos, largos segundos, callados al grupo de mareros. Seguramente los asombró, más de uno se repitió entre sus adentros... Este es más hombre que nosotros, este patojo cerote de apenas doce años, tiene más huevos que nosotros. Me pela la verga que se muera este cerote mamón.

_Bueno cerote, ¿muy valiente no cerote?, esta bien, vos decidiste bato, no fuimos nosotros, te dimos la oportunidad de elegir entre tu mierda de vida y la más mierda de ese chofer hijuecienputas. Te voy a poner a elegir, porque te lo mereces cerote. ¿Cómo queres que te mandemos al infierno cerote de mierda? Estas son tus opciones; ¿Te haremos pedazos con machetes y cuchillos? o ¿Querés que te lancemos desde puente?  -Un puente de aproximadamente entre 130 y 150 metros de altura-. 
Y este, ante el asombro ahora mayor de sus acosadores eligió... 

_¡Arrojenme del puente! Los mareros quedaron más asombrados, pero no se podían hacer para atrás, así que...

_Bueno cerote, tu deseo será cumplido.

Lo abrazaron y lo condujeron hacia el puente que estaba al final de la calzada José milla de la zona seis, el puente Belice, mientras caminaban hacia aquel puente, Santiago mentalmente se despedía de su padre, de su madre y de sus hermanos. Rezaba un Padre Nuestro, pedía misericordia al Creador, pensamientos cómo estos y otros que sólo quien esta en sus zapatos podría saber, quizá por ratos se quedaba en blanco, pero esto no lo podemos narrar a ciencia cierta, eso sí, aquel tramo se le hizo corto, muy corto. 
Mientras avanzaban con el infante, cualquiera que los veía, diría que se trataba de una novatada, de un grupo de buenos amigos caminando abrazados por la calzada. 
Mientras por la mente de los mareros, sus pensamientos serían pensamientos encontrados, admiración, decepción, quien podría decir que ideas se cruzan por la mente de un asesino. 

Y por último, quien sabe que pensaba Josué, el que lo metió en esta encrucijada, en esta cruel elección y esta fatídica decisión, alguien que un día fue cómo él, que se dejó seducir por quien a su lado un día se sentó, quien en este que llegó él encontró, lo que en su hogar nunca recibió, dos individuos que eran indiferentes ante sus familiares, ante la sociedad, ante todo y todos. 

Por fin, llegaron al puente que les quedó más cerca, se detuvieron a observar la altura del puente, todos sintieron la brisa que les golpeó en el rostro, pero este, aunque a todos les susurró tuvieran piedad por Santiago, nadie escuchó, mientras que Santiago, sentía esa brisa con sensación de muerte, seguía orando, suplicando por que su muerte fuera instantánea y sin dolor, pues su elección era una valiente, una que no cualquiera pudo tomar, dar su vida por la de otro desconocido...

_Bueno cabrón, ¿qué me dices ahora, tu vida o la de ese chofer ladrón?
_Ya conoces mi respuesta. 
_¿Estás seguro amigo? Pensalo bien, a ese cabrón ni lo conoces. Eso dijo un Josué, cómo suplicando a su amigo salvara su vida. Pero la respuesta fue varias veces la misma... ¡No!

Le dijeron...

_Bueno cabrón, subite a la baranda, si en verdad dices, que darás la vida por un hijnueputa que no conoces. 
El chico se encaramó, su corazón se le salía por su garganta, pero no claudicó y una vez sobre la baranda, el más cerote de todos, le dio el empujón.

Santiago cayó al vacío, nadie escuchó que este gritara, nadie escuchó, ni vio nada, los malditos mareros vieron como iba cayendo, agitando sus brazos, pataleando, luego de ello, se fueron como llegaron, caminando cómo si nada pasaba, como si nada habían hecho, tal vez, para no llamar la atención de quienes circulaban en sus automóviles por el puente, esos si, se fueron caminando por varios metros en silencio. Mientras Santiago caía. 

Pero por una extraña razón, por esas cosas que no tienen explicación alguna, Santiago al llegar al fondo cayó sobre las copas de los árboles del barranco, estos le hicieron que su caída amortiguara y Santiago no murió en el acto, a consecuencia de múltiples fracturas. 

Pero aquella tarde Santiago no regresó a su casa, sus padres salieron en su búsqueda, mientras con desesperación lo buscaron por tres días, en uno de esos días, se encontraron con Josué, al verlo, ellos sintieron que una luz se les encendió en el oscuro horizonte, la madre corrió al encuentro de Josué.

_¡Josué, mijo!, ¿no has visto a Santiago?
_No señora, ahora le iba a preguntar por él, pues llevó varios días sin saber de aquel.
_Lleva tres días ya desaparecido. ¿Estará muerto mi hijito?

Le dijo la madre de Santiago abrazando al amigo de su hijo, este la consoló, le dijo que ya aparecería. Además, le dijo, que cuando lo encontraran que le dijera lo buscara para jugar juntos.

Una madrugada, al tercer día, tal cual, el fiel Cristo que resucitó al tercer día, un campesino que a diario deambulaba por ahí cada mañana, por aquel camino en el barranco junto a su perro, pasaron por el caminito, aún estaba oscuro, el sol a penas se asomaba por la superficie, no por allí abajo.

_¿Escuchaste Canito? Dijo el campesino a su perro. este se acercó a un tronco y luego de olerlo lo meó.
_Es por aquí, seguro que lo escuché, es cómo un quejido, uno muy quedo, como sin fuerzas. ¿Hay alguien por ahí? 
Gritó el campesino. Pero solo le respondió otro quejido.
_Ya sabía yo que algo se quejaba por acá. Se abrió camino entre las ramas quebradas por el cuerpo de Santiago. 
_¡Dios mío! ¿qué te pasó muchacho?, estas ensangrentado y creo fracturado. No te muevas, ahora llamó a los bomberos, tranquilo mijo, ya te encontré, pronto estarás muy bien. El viejo sacó su celular, pero no encontró señal ahí en ese lugar.
_Espera, tranquilo, buscaré un lugar donde halla señal. Ya regreso, no te dejaré solo mi niño. 

Santiago no respondió y se desmayó, el viejo corrió por donde vino, observando a su celular de gama muy baja, la más baja, celular que solo sirve como teléfono. A varios metros del lugar, se apareció una linea de señal, la cual, se iba y regresaba intermitentemente, marcó el numero de emergencias.

_¡Aló!, ¡gracias a Dios, que me responden!, quiero reportar a un herido, un niño que esta ensangrentado y creo fracturado, en el barranco por debajo del puente Belice.
_Está bien señor, ahora sale una ambulancia hacia allá, no se mueva por favor para indicar a los rescatistas el lugar exacto.
_No me moveré de aquí señor. Pero vengan pronto.

En cuestión de minutos, el campesino escuchó las sirenas, se asomó para ser visto en lo alto y así lo ubicaran en el lugar del rescate. Los bomberos se asomaron por la baranda y observaron en el fondo un sombrero que se agitaba con desesperación. El samaritano había cumplido el pasaje bíblico.  

_Es allá, allá esta el campecino agitando su sombrero, vamos.
_Ya lo vi, a trabajar señores. Dijo uno de los bomberos, llegaron hasta el lugar a donde les condujo el campesino y ahí estaba, privado, el Santiago. 
La labor de extracción les llevó varios minutos, una hora o algo así, por la profundidad, la vegetación y la gravedad de las heridas, sobre el puente los mirones, entre ellos, los perpetradores, quienes esperaban extrajeran el cadáver de quien los reto, pero la gente decía.

... Dicen que esta vivo. ¿Pero cómo llegaría ahí? ¿Se suicidaría? Pero solo es un niño. Seguro se cayó por andar de travieso... 
Al lado de las patrullas de la policía y de las ambulancias, los periodistas transmitiendo en vivo el suceso.

Santiago llegó vivo al hospital, pero quince días después de mucho dolor y angustia de sus familiares, el niño valiente, el héroe de doce años, el que dio su vida a cambio de la de un desconocido, el que fue encontrado al tercer día aun con vida; se informó al público en general por medio de los noticieros, que había muerto.

Yo en lo personal, quiero pensar de que el milagro de Santiago fue completo y que se dijo que este había muerto para protegerlo de sus asesinos. Pero que en realidad Santiago y su familia regresaron a su país, y que ahora, meses después, Santiago se recuperó y juega con los amigos que en su aldea un día dejó. Amén. 
No creo que la vida sea injusta con un héroe, un valiente quien da su vida por otro, y qué por un milagro no muere, que está por tres días en un barranco, llevando frío, miedo, dolor, que lo salva un samaritano, otro extraño que dio la buena noticia de que el niño héroe estaba vivo. 
No puedo, ni quiero imaginar si quiera por instante que el milagro no se concretó. 
Y si me equivocó, seguro que Santiago estará en un lindo lugar disfrutando de la cosecha que sembró en esta ensangrentada tierra.



Inspirada en una historia real. Los nombres han sido cambiados. La historia no es la real, es cómo yo creo que pudo pasar, por que he visto cómo se dan estos casos. 
Para este ángel, héroe, mártir, quien prefirió dar su vida a cambio de la de un extraño, tal cual, nos enseñó el Señor. Para él y por él es esta historia. 




No hay comentarios.:

Publicar un comentario