lunes, 24 de abril de 2017

Utópica y Apocalíptica Guerra.


Había pasado mucho tiempo, eran tiempos distintos, diferentes a los presentes. Los libros de historia guardaban una, una tambien diferente, una que quizás nadie pensó podría pasar. 
En ellos se escribió el momento cuando las profecías se harían realidad, pero no como las conocíamos. El fin de los tiempos se estaba llevando a cabo, la humanidad estaba terminando su ciclo sobre la tierra, tal cual, le ha sucedido a mil especies. 
El fin del mundo había llegado, la raza más inteligente y la cual, se creía era la única en todo un enorme universo, llegaba a su capitulo final. Esta, estaba siendo exterminada, por un enemigo, el cual era superior al conocido. Uno que llegó de quien sabe dónde, buscando un lugar para sobrevivir. Les interesó pactar, pero la verdad, a nuestros lideres no les interesó compartir lo poco que quedaba en el planeta, sus fuentes de vida eran protegidas, y eran celosamente resguardadas por unos pocos, estos pocos, tampoco deseaban compartirla con su propia especie, no les importaba si esto significaba el fin de algunas razas humanas, mucho menos las animales. Por ello, decidieron no compartir lo poco que quedaba en un planeta que un día lejano lo tuvo todo en abundancia. 

(¿En qué momento nacieron estos personajes egoístas y perversos? que quisieron mucho más de lo que el planeta les daba, que con él, aun consientes de que con su codicia y ambición terminaban, lo estaban matando y no les importó. ¡Pobres ilusos!)

_¡Señor Presidente! Nos llegó un mensaje en clave Morse.
_¿Qué dice el mensaje? Léalo.
_Si señor. Este dice: Señor Presidente, estamos por entregar nuestras tierras, ya no podemos aguantar más, son poderosos, están exterminándonos. 
_Son, los Franceses, Ingleses y Españoles, ¿verdad? -Dijo el Señor Presidente-.
_Afirmativo Señor.
_Bueno, estamos quedando sólo, Rusia, el Medio Oriente y las Coreas... Y, nosotros.
_Afirmativo Señor.

Este era el diálogo en el continente Americano, nada por hacer, la humanidad estaba a merced de sus invasores, estos eran casi invencibles, no habían armas para lograr doblegarlos, para poder ganar la guerra, una que desde su inicio se supo sería imposible ganarla.

_Debimos hacer un pacto con ellos. Ahora me arrepiento, espero la humanidad me perdone. Por mi arrogancia, creer que podríamos vencerlos. Fui un estúpido.
_Señor, usted hizo lo que creyó era lo mejor para el planeta. La verdad, las reservas para que pudiéramos sobrevivir, no eran suficientes para compartirlas con estos invasores.
_Es cierto, pero ellos me dijeron que podrían hacer que los recursos fueran como antes, renovables y que ellos, podrían hacer que el planeta fuera cómo lo fue hace siglos. Pero no les creí.
_Bueno, no sé que decirle Señor.
_Nada, nada puedes decir.
_¡Señor Presidente. Las Coreas cayeron.
_¡Maldición!

La sangrienta guerra siguió así por otros meses, solamente aguantando, nada podría cambiar el futuro del planeta para la humanidad. El Señor presidente llamó a sus asesores a los cuales les dijo.

_Señores, hoy haré un comunicado al mundo, en él, les daré las malas nuevas, les diré que estamos condenados, pediré perdón por mi error.
_¿Pero Señor, cree que esto es buena idea?
_Ya no hay nada por hacer...

La noticia se difundió por el planeta, la humanidad, se sintió impotente, la guerra se había perdido, sus días estaban contados, la raza humana estaba por ser borrada de la tierra, la profecía del fin del mundo, se hizo realidad, pero esta no era con respecto al planeta, dichas profecías, hablaban del exterminio de la humanidad, o sea, el planeta seguiría, pero habitado por otra raza, una que llegó, en son de paz, pidiendo se hiciera un trato para convivir con los humanos, pero los lideres prepotentes no aceptaron y decidieron como lo dice la historia, irse por la guerra para solucionar algo que pudo ser un beneficio para todos.

En algún lugar del planeta se encontraba un granjero, quien siempre creyó en la paz, en la naturaleza, en que todo era posible, en amar a los animales, este personaje, John, tenía un enorme terreno, santuario para animales, los cuales, fueron siempre protegidos por él y los que al igual que él creían en proteger a los indefensos animales que estaban por extinguirse, ellos habían salvado a muchas especies del exterminio, de los cazadores fortuitos, deportivos, recreativos, comerciantes, de los que mataban por placer.

_Marcelo, ven.

Le ordenó a su perro, un pastor alemán de lomo negro, un hermoso ejemplar canino, su inseparable amigo de siempre, el perro se acercó a él, moviendo la cola.

_Esta es la despedida amigo, quiero que te pierdas en el bosque, sé libre y trata de sobrevivir a los que hoy nos están exterminando.


El perro, quien entendía exactamente lo que su amo le indicaba, lamió el rostro de John, se despidió y luego de un amoroso abrazo, el perro se marchó y se perdió entre el bosque. John, llamó a quienes trabajaban con él, les agradeció, y se despidió.


_¡Qué el Señor se apiade de nosotros!

Esto fue lo último que el John dijo, una escena similar sucedía en algunas partes del mundo, mientras que en otros, los ejércitos enemigos e invasores, entraban triunfantes en sus lugares, en sus hogares, estos eran implacables, pues, no se les escuchó, más bien se les atacó, se hacían visibles ante los ojos de quienes morirían por ser conquistados y exterminados. 

(Nada nuevo, esto se ve en la televisión en la actualidad, por consecuencia de ideologías diferentes, por asuntos religiosos, en fin, durante siglos fuimos el ejercicio cero).

Mientras esto acontecía, en algunas partes del mundo aun quedaban lugares que no eran invadidos, pero esperaban cansados y resignados, por la inminente llegada del nuevo supremo y exterminador. 

Los animales se encontraban reunidos, primero, se reunieron varios perros con Marcelo, este se comunicaba con los perros que habían llegado hasta aquel lugar, huyendo de quienes serían los amos del planeta, estos por sus agudizados sentidos, lograban verlos, lograban ubicaros, por su olor, algo que el humano no pudo hacer y por lo que ahora eran exterminados. 

Marcelo, les dijo: Debemos ayudar a los humanos, para que no sean asesinados. Los perros estuvieron de acuerdo y trasladar la decisión a los gatos, estos tambien estuvieron de acuerdo, luego a los pericos y toda clase de animal domesticado, mascotas, estuvieron de acuerdo en ayudar al humano.  Las aves, cómo las palomas y otras ya cómplices, salieron en vuelo hacia lugares en donde se encontraban otros animales, esta vez, los silvestres, los salvajes, pero la respuesta que de estos recibieron no fue alentadora, estos expusieron sus puntos de vista, dijeron: ¿Por qué ayudar al más malvado ser, ese que nos mata por diversión, ese que ha extinguido a mil razas por su gusto, por ambición, por vanidad. Definitivamente que no. 

Esto dijeron los animales salvajes y silvestres, los que su experiencia con el hombre no era nada alentadora, se negaron a ayudar. 
Esto solo sucedía en el continente americano, por otros continentes, los animales se refugiaban para decidir que harían, para saber cómo serían sus nuevos miembros, cabeza de la cadena alimenticia con ellos.
Las aves retornaron y dieron las noticias, la negativa de las razas salvajes y silvestres. 

Marcelo dijo: No los culpo, bueno seremos nosotros quienes daremos batalla al lado del hombre. Por el hombre, por nuestros amos, aunque no se lo merezcan, eso sí, mi amigo se lo merece y por él daré la vida si es necesario. 
Marcelo retornó con su amo. Este lo recibió con mucho amor, pero al tiempo le recriminó por qué había regresado, Marcelo, no ladró, Marcelo habló, le dijo a su amo y amigo, que ellos lucharían al lado de ellos para vencer al enemigo. El amo de Marcelo, creyó estar loco, a consecuencia de lo que estaba sucediendo.

_¡Estoy imaginando que Marcelo me habló!

Eso dijo, a quienes estaban presentes y también mudos, creyendo tambien lo mismo que John.

_No John, yo escuché lo que dijo Marcelo, tambien creí estar enloqueciendo, pero creo que todos los presentes lo hemos escuchado, ¿no es así muchachos?
_¡Sí!

Dijeron el resto, aun sin comprender que estaba sucediendo. Marcelo les dijo.


_No hay tiempo para explicaciones, creo que el problema es que no los pueden ver, no saben su ubicación, no los sienten, nosotros podemos ayudar con eso, ustedes solo tendrán que usar sus artefactos de muerte, y quizá tengamos una oportunidad.

La pequeña batalla dio inicio en el bosque de John, con armas diferentes a las de los grandes ejércitos mundiales iniciaron la cacería del enemigo, junto a ellos, Marcelo, otros perros, gatos y aves, a estos se les unieron los murciélagos, ya tenían radares. 
El primer enfrentamiento se dió. Marcelo le dijo a John.  

_Allí hay uno. Debe ser un enviado a estudiar el terreno enemigo.
_Esta bien Marcelo, pero yo no veo nada, no huelo nada, debes ayudarme para enfrentarlo o moriré en el intento.
_Esta bien, esto haremos.

Y eso hicieron, con la ayuda de unas aves, bajo las ordenes de Marcelo, estas se colocaron sobre el soldado invasor, Marcelo le dijo a John. 

_Mi nariz señalará el lugar, mira las aves y a mi nariz y apunta, luego dispara, veremos si esto les hace daño. 
_Esta bien amigo. 

John hizo lo que Marcelo dijo, por su rostro el sudor corría, si fallaba delataría su posición y esto sería una oportunidad para su enemigo y John seguro moriría a manos del invasor.
John se tomó su tiempo, pero las aves se movían, tambien la nariz negra de Marcelo, pues eso era señal de que el invasor se movía, era un blanco en movimiento. Marcelo le dijo.

_John, se acerca, debes de disparar inmediatamente, al ver que las aves se quedan levitando y mi nariz no se mueve, solo serán unos mili segundos, yo sé que le darás, eres bueno amigo.
_Esta bien amigo. Eso haré, y que Dios nos ayude.
_Ya lo hace amigo, ya lo hace.
_Es cierto.
_¡Ahora amigo utiliza ese artefacto!

John haló el gatillo y el sonido del rifle se escuchó a manera de eco por todo el bosque, algunas aves y otros animales silvestres, salieron huyendo, recordando los viejos tiempos. 

_¿Qué pasó Marcelo, le dí?

Marcelo no dijo nada, al rato le respondió a John.

_Le has dado amigo, pero...
_¿Pero qué? ¿Lo maté?...
_No, solo lo has herido, esta en el suelo, creo que ese artefacto le hace daño pero no lo mató. 

En ese momento, después de la detonación, se hicieron presentes otros, estos llegaron junto al soldado caído y posiblemente herido, eso nadie podría decirlo, lo que si era seguro, era que el disparo lo había derribado, eso ya era algo. Pues si una simple arma de cazador hacía esto, las armas de los ejércitos podrían hacer daño.

Al llegar el resto de los invasores, vieron a John, Marcelo le dijo a John. 

_¡Corre amigo te han visto!

John corrió con desespero sin saber hacia donde. Uno de los soldados lo vio y en su lengua, le dijo a uno de los soldados que le disparara a John, el soldado que recibió la orden, tomó su arma y con mucho placer le apuntó y cuando se dispuso a disparar, de entre el bosque, de por arriba de un árbol se le lanzó un jaguar, este fue certero y la lucha dio inicio entre animales e invasores, detrás del jaguar, otras bestias salvajes, las cuales odiaban al hombre, pero se unieron a la causa, precisamente, los que antes le dijeron que no a Marcelo.


La guerra daba inicio de nuevo, solo que esta vez, era una batalla entre: Invasores, humanos y animales, estos dos últimos, defenderían su planeta con su vida, pero le darían la batalla a los invasores...
 



Solo una muestra, un breve resumen de esta historia.








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