jueves, 4 de mayo de 2017

El caserón de mi abuelita.


Salí del caserón con dirección hacia el parque, en busca de mis primos, había llovido esa tarde, el invierno había llegado puntual como los caballeros de la época, la humedad del suelo, se sentía, era algo delicioso, el olor a tierra mojada, era algo que casi nunca se lograba percibir en la ciudad. Caminé entre el lodazal, charcos con agua clara, muy clara, sobre el barro se observaban los cascos o herraduras de los caballos de los hacendados, era lo único que se observaba, no recuerdo haber visto el rastro de un neumático, más que los de las camionetas que llegaban por la noche y salían con rumbo a la capital por la madrugada; a las cuatro salía la primera, luego la segunda y última, a las cinco de la madrugada. Si las perdías, ya no podrías viajar por fuera del pueblo. 
Llegué a la esquina, me encontré con un tapial de bejucos o de varas de bambú, al otro lado se escuchaban a las gallinas y a alguna vaca, tambien las charlas de los vecinos, quienes hablan casi gritando, tal vez porque a quien le hablaban se trataba de un longevo o longeva, algo que hoy día es raro de ver. 
Yo seguía tratando de que mis zapatos no tuvieran contacto con el barro, pues de ser así, me habría quedado sin ellos, aquello era como un fuerte pegamento, como me fue posible fui sorteando los charcos y el fango hasta que llegué a la esquina que daba hacía la iglesia del pueblo, las canchas de basquetbol y el parque. 
Este último, era el lugar en donde convergerían todos los jóvenes y no tan jóvenes, por cuando caerá la noche; pero al llegar a dicha esquina, observé minuciosamente para evitar caminar hasta el parque, pero nadie, ni nada, sí algunos niños jugando sobre los charcos, como suele suceder cuando llegan las primeras lluvias del invierno. 
Bueno, me dije, ¿qué hago?, en la casona no hay nadie. Me refería a mis primos, los que tendrían mi edad. 
¿En dónde se meterían estos? Me cuestioné, me intrigaba en donde estarían, vi lo que me esperaba por andar, nada nuevo, charcos, fango y lodo, sin embargo, el cielo estaba despejado y a pesar de que este pueblo estaba refundido en el oriente, lugar caluroso, muy caluroso, el freso se sentía. Me dije; esta frescura no es para desperdiciarla encerrado, además, el colorido rojizo de lo techos de teja y lo verde de la arboleda, alrededor, las montañas que resguardaban el valle en donde se ubicaba ese pueblito mágico. 
En el centro del parque, cinco hermoso hermanos cocales, ¿quien sabe? quien fue el que los sembró y se dieron, a pesar de que estos eran de la costa, bueno, si era por calor, nada se le envidiaba a la costa, ¿pero en la costa casi que llueve todo el año? Aquí, en tiempo de verano es unas sequía total, tiempo en que los terrenos que ahora estaban con la semilla que para ahora estaría germinando con esta tarde lluviosa. 
Cosecha que duraría seis meses para ser recogida, bien por los honrados y trabajadores campesinos y jornaleros.

_¡Salú! Dijo un transeúnte que montaba un enorme animal, vaya, no era algo normal ver un caballo tan hermoso, seguro que aquel, era un finquero, pues, solo ellos montan a tan hermosos ejemplares, unos tan caros; como lo sería hoy día un pickup de doble cabina. 
_¡Adiós! Le alcance a responder a tan educado señor, quien a pesar de tener mucho dinero, se dignó a saludarme. En estos días, te ven como parte del paisaje o de alguna porquería que dejó el animal que este adinerado señor montaba ahora, detrás del enorme caballo, justo por donde la cola le colgaba hasta el suelo, pero eso sí, sin ensuciarse, dos perros de raza pura, unos que me ignoraron, ni siquiera me olieron, pero eso sí, que seguro a la orden del amo me habrían destrozado. 
_¡Uy! Bueno, pues vamos al parque. Me encaminé, siempre con la vista al suelo, al igual que unos cochinos que pasaban como Juan por su casa a mi lado, casi me atropellan. 
¡Oink! ¡Oink! hablan entre ellos mientras corrían al que iba delante del resto con una mazorca que se encontró en el tapial que recien pasé, Animales que serían la delicia de alguna mesa algún día, yo me dije. 
_¿Por qué serán tan ricos estos animales?, pues, si les dicen coches, y vaya si lo son, porque se alimentan de la mierda humana. 
_¡Guácala! Pero que rica la carne de estos chonchitos, ¿será por eso que lo son?, mejor sigo caminando y trataré de borrar esta imagen de mi cabeza, pues cualquiera de estos días almorzaré chicharrones con tortillas recién salidas del comal de mi abuelita, con limoncito, crujientes. ¡Qué rico! Me vale que se alimenten de la mierda. 

Seguí caminando con sumo cuidado. Mejor me doy prisa, pues por allá vienen los condenados patos de mi abuelita y esos son peor que los perros, si me ven, seguro se me abalanzan, condenados, aun no han entendido que soy de la familia. Vaya si duele una mordida de estos engendros del demonio, estos si que los cocinen rápido y les hundiré mis dientes, recordaré en cada mordida que les dé, las que ellos me dieron a mí. 

Por fin llegué a la pseudo banqueta del parque. ¡Ah que frescura!, pues su vegetación y lindas flores, le dan esa sensación de oasis en el desierto y esto literalmente, pues de no haber llovido a esta hora estaría rostizado, muriendo de calor, si los oriundos se quejan del calor, yo que vengo de la cálida capital, sufro, pero no cambió por nada visitar este lindo lugar. 
El sonido de las fuentes me llamaron la atención, me acerqué, por la fuente que tiene el mapa en relieve de la ciudad de este pueblo, ahora estoy exactamente allí, jajajaja.
_¡Hay! ¡Qué mula! Se me olvidaba que esta baranda condenada da toques eléctricos y ahora que tengo las patas mojadas, ese golpe eléctrico fue mucho más fuerte, condenado electricista o quien haya hecho la instalación; pero, o se le pasó, o lo hizo por algún motivo. -Ahora sé, que la línea viva la dejó conectada a la baranda-. 
Si que fue duro el choque eléctrico, bueno, y aun nada de mis primos, me iré a sentar en una de las bancas, buscaré una que no esté tan mojada, pues hay unas bancas que no están a plomo y les han dejado algún hundimiento al momento de fundirlas, esas son las que mantienen una especie de charco, pero hay otras, que les han dejado un desnivel, esas estarán húmedas, nada que no solucione el paso de mi mano o algún trapo o pedazo de periódico.
Aquí está, esta ya seca por el aire fresco. 
_¡Qué rico!, que relajado estoy aquí, además, tengo una visual que ni mandada a hacer. 

Los patojos siguen jodiendo a los charcos, jajaja, que lindo ser niño, pensar que hace un par de años más o menos, estaría yo en esas. ¡Ah! es que juegan a la pelota, mejor aun. Disfrutaré del partido, ¿a quien le voy?, ¿cómo saberlo? si todos están enlodados hasta la cabeza, todos se ven negros, jajaja, seguro cuando regresen a sus casas, la madre les dará su madrina, jajaja. 

Ya empezaron a echar humo las chimeneas,  han encendido la leña, de seguro las cacerolas de barro ya están cocinando los frijoles parados, ¡mmmm, que rico! Mi abuelita es una Máster chef, eso lo digo hoy, digna ganadora de ese reality show. 
Además, el cafecito humeante, tortillas, panito dulce, cremita para los frijolitos y un huevito estrellado, duro o revuelto, qué importa, todos serían los ideales. Ya se me hizo agua la boca. Nada que ver con el colesterol de hoy, el agua contaminada que cocina a los frijoles que no se ablandan ni con martillo, la crema o mantequilla sabe a porquería, las tortillas, que solo salen del comal y una vez se enfrían, ya no sirven las condenadas, será que ya no les echan cal, ya no las llevan a la maquina nixtamal, no sé, pero de algo si estoy seguro y es que, estos ricachones han convertido el alimento básico de un hogar humilde, en una porquería, fuente de colesterol, azúcar en la sangre, obesidad y tanta enfermedad de mierda que en ese tiempo jamás imaginé que existieran.

Bueno, ya se siente más frío, el sol ya muere por detrás de las montañas que circunvalan al pueblo, creo que lo mejor esta por llegar.
_¡Salu pue! 
_¡Adiós señor! 
Ya va de regreso para su finca el rico educado, vaya, ni lo sentí llegar y de nuevo me saludó. 
Ese señor se ha ganado mi respeto total. 

Los patojos condenados siguen jugando a la pelota, ¿quien irá ganando? 
_¡Vos! 
_¿Qué manda? 
_¡Quien va ganando?
_El equipo del Güicho.
_¡Gracias! 
_¡Órale! 
Y para saber ¿quien de todos es el tal Güicho? Patojo cabrón, me jodió. 

No me había dado cuenta que los machos están descalzos; yo, ya estaría con callos y en el centro de salud en cuidados intensivos, bien dicen, que los capitalinos somos inútiles y tienen razón, pues, a estas alturas de mi corta existencia, ni nadar sé, y estos son tremendos nadadores, y es qué, ¿como no? si los ríos traen suficiente agua y en su trayecto forman unas pilas naturales, dignas piscinas naturales. Cómo las habría en mi ciudad en aquella época, pero solo para ricos, no como hoy día, que muchos colegios tienen sus piscinas propias, que lujo no.
Me habría gustado aprender a nadar, pero cada que estaba por aprender y perder el miedo al agua, al día siguiente nos regresábamos para la capital y nada, todos mis primos aprendieron y yo no, hoy me toca verlos nadar y yo, con ganas de aprender. Quizás un día lo haga. 

¡Vaya, vaya! las bellezas del pueblo se hacen presentes, van con rumbo a la iglesia, algo raro de ver hoy día tambien. Después de la misa, este parque estará a reventar, hoy me tengo que ligar a más de alguna, total soy de la capital, muchas se morirán por estar conmigo. ¡Maldita timidez!, ¿cómo hago para superarla? 

_¡Adiós! ¿No vienes a misa? 
_¡Eh! si, digo no, bueno, lo que quiero decir, es que ya las alcanzo.  ¡Wao!, estuvo cerca. Bueno, si no soy yo quien las conquiste, serán ellas. ¡Wao! qué linda chica, ¿quien será?, ¿hija de quien será? Estaba chula la condenada. 
Bueno, aquí la mayoría lo son, si no es que todas. Creo que iré a cenar y a cambiarme, pues la noche amenaza con ser una excelente noche. 

Me puse de pie y me dirigí de regreso a la casa de mi abuelita, ya para ahora, el barro está duro, ya no hay problema con perder algún zapato, los charcos ahora se ven asqueroso y sin mucha agua, seguro el partido de fútbol es responsable de ello. 

¡Salú!... ¡Buenas!... ¡Adiós!... ¡Adiós pue!... 
Esta gente si que era educada, todos saludan a todos, vaya educación, hoy día, todos van observando su celular y les vale madre quien pase a su lado.  

Una vez en casa de mi abuelita...
_Vos, ¿en donde te metiste? te estábamos buscando para ir al parque. Dijo uno de mis primos.
_Yo, ejem, en el parque.
_¿En el parque y que hacías ahí?
_Estaba buscándolos. 
_Baboso, te perdiste de una zambullida en los silos de maíz, mi tío nos dejó que nos metiéramos en ellos, ahora, a bañarnos para quitarnos la picazón.
_Espera, me dicen ¿qué estuvieron nadando en una pileta de maíz?
_¡Sí!, fue fantástico, escuchar la lluvia y jugar ahí, es de lo mejor en estas fechas.
_¡Maldición! Y, ¿por qué no me dijeron nada?
_Porque estabas tomando tu siesta capitalina.
_¡Por la gran puta!, eso no se le hace a alguien que nunca ha estado en uno de eso lugares; prohibidos para mí.
_Pues, mala suerte, mientras dormías y luego que te fuiste al parque, nosotros nos la pasamos de lo mejor.
_Bueno, será para la próxima.
_Si, pero para el próximo año. 
_Pero, cómo ya no somos niños, quien sabe y nos dejen, lo que pasó hoy, es que el tío estaba socado y se durmió, ni cuenta se dio, jajaja. Vamos a bañarnos, pues hoy es día de iglesia, de misa y el parque estará increíble.

Corrimos al baño, y unos entramos en él; mientras que otros, en la enorme pila, de la enorme casona de mi abuelita...




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