jueves, 11 de mayo de 2017

Little Jeany


Regresaba de comprar unos repuestos, mientras caminaba con rumbo hacia mi casa, en mi mente, pensaba que con estos repuestos se solucionara el problema del aparato que reparaba, la verdad, tambien era que estaba recien graduado y me faltaba experiencia, y este aparato estaba dificil, esto me traía pensativo, metido en mis adentros. Seguramente, que pasé por enfrente de la casa de la pequeña Jeany, así la vi siempre, pues, desde niños habíamos convivido y para mí, aunque ahora era una mujer, ella seguía siendo la niña con la que, más de una vez jugamos en nuestras casas.

_Hola, ¿no piensas saludarme?

Esta frase fue la que creí haber escuchado, me detuve y miré hacia donde escuché la tierna voz, ella estaba en su jardín, sobre la grama, entre varios rosales, la imagen fue imborrable, ver a una linda flor con forma de mujer entre mil rosas de coloridos colores, eso si que fue mágico.

_Hola, ¿cuando llegaste?, creí aun estabas aún de viaje.
_Llegué ayer. Y tú ¿en quien piensas, alguna nueva novia?
_No, jejeje, en un aparato que me está sacando canas verdes.
_¿Por qué no te olvidas del aparato y te sientas un rato a mi lado?

Me devolví un par de metros y entré en el hermoso jardín, pero sin duda, lo que mis ojos veían era a la más bella y sofisticada flor que se hizo mujer, era mi pequeña Jeany, ella me esperaba aun sobre ese majestuosa y natural alfombra verde, ella, boca a bajo, en pantaloncillos de lona cortos, muy cortos, una blusa desabotonada y amarrada cerca de la cintura, mejor, por debajo de sus senos. Mi pequeña Jeany se había convertido en una sensual mujer, sus trenzas, una por cada costado de su lindo rostro, en él, unas cuantas difuminadas o tímidas pecas, las cuales hacían juego con un par de ojos, de un azul profundo. 
Se encontraba descalza, con las piernas elevadas y jugando con sus pies, me miraba fijamente mientras que yo me abría paso entre los rosales, hasta las espinas me rasguñaban, como protegiendo a la más deslumbrante de las flores, ella, sonreía al ver lo torpe que yo era entre las rosas. 
Por fin llegué, ella sonriendo me invitó a sentarme a su lado, lo hizo palmeando sus delicadas manos sobre el tapete natural. Me senté a su lado, puse mis compras a uno de mis costados, como toda mujer, esa curiosidad que las mata, cogió mis compras y procedió a hurgarlas, luego extrajo uno de los objetos electrónicos y me dijo. 

_Y, ¿esto qué es? ¿para qué sirve?
_¿En verdad quieres saberlo?
_¿Me enseñarás a reparar aparatos?
_¿En verdad quieres aprender?

Luego de mis preguntas, ella sonrió, lo hizo por largo tiempo y muy fuerte.

_¡jajajaj... No... jajaja!... Yo quiero pero otra cosa.

Ambos quedamos callados, solamente viéndonos, un silencio que dijo mucho.

_Bueno, me voy, me urge reparar ese aparato, ya llevó varios días y mi cliente ya esta desesperado, hasta me dijo que si no podía repararlo que se lo devolviera para llevarlo con alguien con experiencia.

Eso dije, ella solo me siguió observando, luego que ya estaba yo en pié, ella dijo.

_Y ¿con lo qué cobres me invitarás al cine?
_Pues, bueno, claro, jejeje. Adiós.
_Hasta pronto.

Me siguió con sus profundos ojos azules, no dejó de verme hasta que ya no me logró ver más, llegué a mi casa y procedí a cambiar los repuestos, me urgía saber si podría o no reparar al condenado aparato de marca Philips. (Recordarán, que les he comentado sobre esta marca). 
Mi madre se me acercó, y dijo.

_Vino doña Leja, te dejo dicho, que si podrás o no, y si no, que mejor le devuelves este aparato. ¿Crees poder repararlo? De no ser así, mejor devuélvelo, no sea y lo arruines más.
_Le pondré los repuestos que compré y si no me funciona, lo devuelvo, gracias madre.

Mi madre se quedó ahí conmigo, esperando a ver que sucedería, terminé de hacer los cambios, me santigüe, mi madre tambien bendijo al bendito aparato y entonces lo conecté. 
Luego de ello, le di una última revisión visual y oprimí el botón de encendido, esperando escuchar el chasquido o sonido del alto voltaje en el tubo de rayos catódicos (bueno, la pantalla). El sonido se dejó oír, yo respiré profundamente y agradecí al cielo. Mi madre me dijo lo que esperaba escuchar.

_¡Prendió!
_Jajajaj, ufff, gracias a Dios.
_Voy a llamar a doña Leja para que venga a verlo y que se quede con un buen palmo de narices, por si dudó de tu capacidad hijo.

Yo sonreí y pensé: Pero tú acabas de dudar también, jajaja, bueno, gracias a Dios, repetí. 
En eso, escuché entre mis sienes, las palabras de mi pequeña Jeany: ¿Si lo reparas me invitas al cine? Me sonreí. En eso, entraron doña Leja y mi madre, ella, mi madre, venía con el jubilo entre pecho y espalda, le daba una casaca que jamás escuché de algún técnico profesional. Doña Leja muy emocionada me felicitó y me preguntó cuanto era por la reparación. Mi madre inmediatamente le dio otra terapia para justificar lo que yo pudiera cobrar, fuera lo justo y barato. 
Una vez entregado el aparato, doña Leja me pagó y yo hice las reparticiones del botín con mi socia. Mi madre me regaló mil bendiciones, las cuales sigo recibiendo hoy día.

A los días, yo seguía pensando en mi pequeña Jeany, pero no había tenido la oportunidad de verla. Un amigo me encontró hace días y me dijo que ella, le había estado haciendo preguntas sobre mí, si tenía novia, si era celoso, cosas como esas, mi amigo me dijo: Creo que esta enamorado de vos. Yo no creí y es que, para mí, seguía siendo mi pequeña Jeany, aunque había cambiado y ahora era una tremenda y linda mujer. 

Pues, bueno, una tarde salimos con mi primo Rolmy, nos dirigíamos a dar una vuelta, una para no estar encerrados, dos vagos caminando por las calles, siguiendo y conquistando a quien nos gustara, a veces con éxito otras no, pero era parte del entrenamiento de la vida. Esa tarde cuando empezaba a oscurecer, regresábamos a nuestra cuadra, al hacerlo y pasar por enfrente del bello jardín, en él estaban todos los lindos y coloridos rosales, pero la flor que me gustaba no.

_Ah, vos, no te había contado, ¿te acordás del Ronald?
_No, ¿quien vos? el hermano del Arnaldo. 
_pues no, no lo recuerdo.
_Bueno no importa, regresó hace un par de semanas y el condenado regresó con tremendo pegue. Tiene a lasa chicas del vecindario azotando el pavimento.
_¿En serio?, bien por él.
_¿Bien por él? ¿Acaso estas enfermo? Te dije que las tiene locas... A todas...
A todas.
_Sí, hay que hacer algo, pues, sino, se nos saldrá de control. ¿No entiendes lo grave del asunto?
_Pues la verdad, no sé por qué tanto revuelo, si tiene pegue, pues bien por él, eso creo.
_Va, ¿estás drogado?, mejor hablamos al ratón.

Mi primo se fue para su casa muy molesto, la verdad, yo me alegre por Ronald, aunque no lo recordaba, para mí no había problema, el asunto se ponía mejor, saber que habría competencia, eso es bueno, sin duda alguna.
Despues de cenar, escuché el silbido de los amigos del barrio.

_¡Ya vuelo!

Grité, avisando que saldría, al salir, me encontré con mis amigos, luego de saludarnos, nos dirigimos con rumbo hacia nuestra esquina, lugar respetado por otros grupos, cada uno tenía su esquina y ese lugar, era respetado, o sino, se hacía respetar. Estando en ella.

_Mira, allá va el Ronald.

Me dijo mi primo Rolmy, yo vi hacia donde alguien caminaba, pero no lo conocí, para mí, era alguien nuevo en el vecindario. El resto de mis amigos, iniciaron una conversación, la cual, era la misma de mi primo, que si tenía a las chicas alborotadas y eso, era otra cosa que había que buscarle solución, ya saben, el machismo del grupo, pero yo les recordé que aunque yo no lo recordaba al chico recien llegado y que tenía al gallinero alborotado, que él era tambien del barrio, por tanto, tenía los mismos derechos que nosotros, eso les calmó un poco, no así a mi primo. Este seguía atormentado y la verdad, no se por qué.

_¿Que tal si vamos a dar una vuelta?, yo estoy aburrido ya.

Dijo Julio, a lo que la mayoría estuvo de acuerdo, nos encaminamos con rumbo norte, eso era bueno, porque pasaríamos enfrente de la casa de Jeany, así lo hicimos, pero mientras lo hacíamos, alguien dijo.

_No han visto a Jeany, tambien regresó hace poco, y está muy linda.

Yo hice cómo si no la hubiera visto, es más, me hice el indiferente, pero quien me contó de ella, dijo.

_Olvídense de ella. Jeany estuvo averiguando por el Sergio.
_Ah, entonces paso.

Dijo otro de la pandilla, pero cuando pasamos frente al jardín de Jeany, a mi mente regresó la imagen de ella sobre el tapete natural y verde, un recuerdo hermoso, uno que me distrajo y me privó de la realidad, hasta que escuché que Rolmy dijo.

_Miren al condenado del Ronald, esta sentado hablando con Jeany.

Qué, me dije en mis adentros, efectivamente, ahí al lado de la chica, de mi pequeña Jeany, el nuevo chico, el Ronald y a ella se le veía que lo estaba disfrutando, quien sabe con que mentiras le endulzaba el oído a Jeany. 
Mis amigos no vieron a donde se encontraba la chica de los profundos ojos azules, ellos me vieron a mí, quien sabe que vieron, que hubo en mi rostro en ese momento, yo no dije nada, solamente me abrí paso entre mis amigos y con paso seguro, me dirigí hasta donde estaban Jeany y Ronald riendo de lo lindo. 
Llegué hasta donde ellos, y me paré enfrente, ellos estaban sentados en las gradas que conducen al jardín de su casa, era una noche fresca y despejada, la noche indicada para una conquista.

_Hola Jeany
_¡Hola! ¿cómo te fue con el tortuoso aparato, lo reparaste?
_Por eso vine. ¿recuerdas lo que me pediste si lo reparaba?
_Sí, que me llevaras al cine.
_Pues lo reparé, ¿quieres ir al cine conmigo?
_¡Claro que quiero!

Ronald se sintió ignorado por mí y por Jeany, que mejor se fue, se despidió de Jeany, le dijo te hablo otro día, ella amablemente le dijo que estaba bien, mientras que él y yo, solo nos vimos a la cara, luego de hacer una mueca, uno despidiéndose y el otro despidiendo.

_Bueno, ¿entonces? -Dijo con emoción Jeany-.
_Bueno, hoy es viernes, mañana por la tarde ¿te parece?  Paso por ti, cómo a eso de las cuatro. 
_Me parece perfecto, entraré a pedir permiso, pero creo que no habrá problema, mis padres te conocen desde niño, te tienen confianza. Te espero... Y gracias. 

Me besó en la comisura de mis labios y se entró muy contenta, yo regresé con mis amigos, pues las calles del barrio esperaban por nosotros, nadie dijo nada, pues todos habían sido testigos. Rolmy me palmeo la espalda y me dijo.

_Así se hace primo, así se hace... 




Tomado del libro: "Historias de un Adolescente Tímido". De Sergio Raga.



Sergioraga 11.5.18



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