martes, 16 de mayo de 2017

Sin tu amor solo soy uno más (Poesías e historias)


Rosas para el amor, 
besos para el enamorado, 
caricias para el amante, 
corazones desilusionados.

Faldas por el suelo 
que sirven de cama de hotel,
calor entre dos que se estrenan como amantes 
siendo aun inocentes. 
Una dice te amo, el otro piensa, que rica estás.

Dos cuerpos en embates, 
oleadas de placer,
placer que solo disfruta uno,
mientras que la otra,
tiembla de miedo con un leve dolor.

Cara de vergüenza, otro de sinvergüenza,
disimula estar enamorado, 
la otra no lo quiere ocultar, lo quiere gritar, 
que todos se enteren, que por amor,
se ha hecho hoy mujer.

Admiración de amigos, curiosidad de amigas,
dos en la boca de todos, uno es el mejor,
la otra es una mujerzuela hoy.
Todos la desean probar, 
nadie la volverá a respetar.
El otro ya la empezó a olvidar,
ahora busca a otra que se lo pueda entregar...


_Un café negro, muy negro por favor.

Eso pidió, sin dejar de observar hacia la nada, perdido en sus recuerdos. Su café fue colocado sobre la mesa, este ni se dio cuenta, no dijo gracias, no dijo nada, quien le atendió, se dijo, qué lo tendrá tan pensativo, en qué pensará, es extraño, siempre viene y se sienta en el mismo lugar. El mesonero se retiró, pues sabía bien que nada lo traería del lugar en donde se encontraba hoy cómo cada tarde de martes y jueves. Pero esta vez algo sería diferente.

_Hola...
_¿Hola?...
_¿No me reconoces?...
_Perdón, no quiero ser descortés pero no la recuerdo.
_De casualidad pasaba por aquí y se me antojo un café, me han dicho que son muy buenos, así que entré y al solicitar mi café, no pude evitar escuchar al mesonero que decía lo pensativo que estabas, que en quien o qué pensabas, te vi y al hacerlo, supe que eras tú. No has cambiado, sigues igual, por ello no me fue dificil reconocerte. ¿Puedo?
_Por favor, disculpa lo descortés.

Él se puso de pié y le corrió la silla, ella se acomodó y luego de nuevo lo miró.

_¿De verdad qué no me recuerdas?
_Me disculpo una vez más, pero, ¿no me estarás confundiendo?
_Cómo podría olvidar a quien mato la niña en mí y me hizo mujer.
_¿Carol? ¿eres tú?
_Por lo menos recuerdas mi nombre, eso es bueno. Quiere decir que aun me recuerdas, no estarías pensando en mí, ¿verdad? No, seguro en alguna otra conquista, después de lo que pasó entre nosotros te volviste muy popular, yo sin embargo, no tuve la misma suerte.
_Perdóname Carol, solo éramos unos niños, unos adolescentes.
_Yo, era una niña aun, pero tú... Ya eras alguien con experiencia para engañar y yo, ingenua te creí todo, hasta que conseguiste lo que deseabas y me lo botaste, solo me dejaste con mi reputación, cómo dice la canción, me consideraron las primeras seis letras de esta palabra.
_¿Aún me guardas rencor?
_No, ya no, ya lo superé.
_¿Me lograste perdonar? ¿Me lograste olvidar?
_Lo primero sí...
_Y, lo segundo.

Ella intentó evadir la respuesta y abrió su cartera, con mucha prisa extrajo de ella un cigarrillo, el tomó su mano con la que sostenía el encendedor y caballerosamente le prendió el cigarrillo. Ella exhaló una bocanada de humo hacia el cielo y luego regresó la mirada segura, la cual la clavó en los ojos de él.

_¿Aun me amas, no me has olvidado y todavía me amas?... ¿Sabes? aunque tal vez no me lo creas, yo tambien nunca he dejado de pensar en ti, aun pienso en aquella maravillosa tarde, ya nunca tuve otra como esa, no digo que no estuve con otras, pero ya no fue igual, por eso me encuentras hoy aquí, con mis recuerdos, que son lo único que me quedan, los únicos que le dan alivio a mi vida tan vacía. 
_Siempre tuviste una labia tan increíble, veo que aun la conservas, pues hasta te creí otra vez.
_No te miento, es la verdad, pero que importancia puede tener hoy. Seguro estás casada y con hijos.
_¿Y tú?
_Nunca me casé, jamás me comprometí, sigo comprometido pero con mis recuerdos, los que no logro sacar de mi mente. El arrepentimiento me mata.
_¡Wao! Podría decir que te creo, pero te mentiría. Soy viuda, no tengo hijos, lo único que tengo es mucho dinero. Eso me dejó entregarte mi amor y mi cuerpo.
_¿A qué te refieres?
_Pues, cuando dejamos la escuela, mis padres me apoyaron con la universidad, ahí conocí a un hombre mucho mayor que yo, alguien quien me amó tanto o más de lo que yo a ti, nos casamos, lamentablemente yo fui como tú, solo le fingí amor, eso lo hizo feliz, yo no podía recibir su amor, uno honesto, sincero, porque yo seguía deseando el amor que me causó tanto dolor. Al tiempo, él murió, murió deseando que le diera un hijo, pero yo no quise, pues no lo amaba como para dárselo, lo quería y mucho, pero solo eso. Me heredó una enorme fortuna y aquí estoy. 
A propósito, ¡gracias!
_¿Gracias?
_Sí, por toda la fortuna de la que soy dueña, te lo debo a ti.
_¿A mí?
_Al desgraciado que me arruinó la vida, al único que he podido amar, al único que me entregué por amor, el que me marcó, el qué me dejó un enorme vacío en mi corazón, el que se llevó con él mi amor, quien me dejó sin ganas de volver a amar... ¿Quiéres qué siga con la lista?
_No, por favor no más. Ya con lo que siento es más que suficiente, como para agregar algo más a mi conciencia.

De nuevo les interrumpió un silencio, se vieron fijamente a los ojos, él vio que ella tenía un poco de rencor hacia él, pero por detrás de ese rencor había un enorme amor muy vivo aun. Ella vio al amor de su vida frente a ella, después de tantos años, por qué el destino los reunió de nuevo, por qué seguía sintiendo eso tan magnético hacia él. Ella vio en él un enorme dolor, un gran arrepentimiento, sintió pena por él, pues, a la larga quien más sufrió a lo mejor fue él.

_No me perdonarás nunca ¿verdad?
_Ya te dije que ya te perdoné. Y, ya no hay nada más de mí para ti.
_Yo no veo eso en tus ojos, yo creo que aun hay algo en ti para mí. Responde con honestidad, ¿me amas?
_Pero ustedes los hombres si que nunca cambian, ¿quien te crees? ¿por qué aun tendría que amarte? Me hiciste tanto daño.
_Tienes razón, te pido me disculpes. creo que esta conversación no tiene sentido. Aunque te confieso que me gustó verte. Y perdona si no te conocí, estás tan cambiada, eres una bella mujer, nada que ver con la chica que traicioné...
_Que usaste como objeto de placer, como un juguete que se usa y luego se arroja a la basura, qué se sustituye por otro, en este caso por otra.
_Tienes razón, lo merezco. Pero si de algo te sirve, quiero que sepas que no he sido feliz, que nunca lo fui después de que te perdí, busqué una mujer que ocupara tu lugar, un lugar tan vacío, pero nadie estuvo a tu altura... Lo extraño es que, solo éramos unos niños que se estrenaban en el sexo, te das cuenta, y a pesar de ello, nunca logré olvidarte. ¿Acaso eso no es amor?
_Pues, no sé que será, tal vez un capricho más, deseos de poseer nuevamente a la ilusa de Carol, volver a probar lo que fue tan fugaz.
_No digas eso, que me haces daño.
_Jajaja, ¿te hago daño? y, ¿el que tú me hiciste?
_No sigamos con esto, si nos encontramos tal vez es para recomponer lo que un día yo arruiné.
_Tú ¿eso crees?
_Eso quiero y deseo creer. ¿Crees que podrías darme una oportunidad de resarcir todo el dolor que te causé?
_Ese dolor ya nada ni nadie lo puede quitar de mi corazón. No creo que eso sea posible, lo hecho, hecho está. Así de simple.
_Bueno Carol, tal vez este encuentro fue lo mejor, saber de ti, saber que estas muy bien, eres bella, segura y millonaria, ¿no es cierto? Y yo, pues, ya lo has visto. Puedes estar ya tranquila, el destino pasó factura y a la larga fui yo quien más debió y deberá pagar. Es justo. Me dio mucho gusto volver a verte y saber de ti. Ahora creo que me voy, trataré de llevarme este recuerdo, ojalá y logre sustituir el que me ha estado atormentado durante tantos años.

Él se levantó y sacó su humilde billetera, extrajo lo necesario para pagar los dos cafés.

El mesonero llegó, se despidió como siempre lo hizo de su cliente y le dijo.

_Hasta el martes, acá lo espero como siempre.

_Creo que ya no volveré amigo, pero gracias. Adiós Carol.

Él tipo salió del café, el mesonero le dijo a la señora mientras recogía la losa de la mesa.

_¿Usted es Carol?
_¿Por qué?
_Él sufre por una tal Carol, se sienta aquí y nunca prueba su café, solo ve el humo y la vista se le pierde en él. Algunas veces que me acerqué, él ni cuenta se dio, pero si repitió el nombre de Carol varias veces, al hacerlo se le notaba tremendo dolor. Si usted es esa Carol, no debería dejarlo, él ama de verdad a esa que se llama igual que usted.
_¿Usted sabe donde vive?
_No señora, el viene cada martes y jueves y tal parece que, ya no vendrá más, eso escuché. ¿usted no?

Ella no dijo nada, se levantó y salió con elegancia pero muy de prisa del café, el mesonero al verla se sonrió. El café bar estaba lleno, pero cuando ella salió, el lugar quedó vacío y el mesonero se esfumó. En el lujoso café bar, solo los empleados en el mostrador, esperando a que llegara algún cliente.








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