viernes, 23 de junio de 2017

El Jardín de la Vida


Salí al jardín de la vida, en él, me perdí, me sumergí, con mis cinco sentidos paseaba por sobre una verde y suave grama, me detenía con una rosa, más adelante con un clavel, tambien me llamó la atención alguna colorida mariposa, acaricie sus frágiles alas, ella me sonrió y luego voló, de mí se alejó, yo seguí encantado entre mil rosas de aquel jardín, era la primera vez que me asomaba, mi primera primavera, en mi pecho la emoción, la sensación de que la vida era maravillosa, hasta que llegué a aquel tapial, me pregunté; qué habrá en el otro lado, por un instante estuve tentado a complacer mi curiosidad, pero el aroma del jardín me atrajo de nuevo mis sentidos de joven enamorado e ilusionado, entonces regresé, mientras por el jardín caminé a mi mente regresaron los momentos cuando aquel lugar fue un enorme terreno baldío, rocas, basura, pestilencia, ropas sucias, hogar de animales ponzoñosos y otros andrajosos y vagabundos, mi madre me dijo; en este lugar construiré el más lindo jardín y rápido yo me apunté, le dije; madre yo te ayudaré, ella con amor me sonrió y me dijo; haces bien hijo, pues un día disfrutarás del mejor jardín cuando a tu vida llegué la primavera de tu vida, entonces, al regreso de la escuela iniciaba mi trabajo, primero fue una limpieza general, luego, a la basura lo que no servía, después a fumigar y desterrar a todos aquellos malvados bichos, para al final sacar el ripio y las rocas que yacían adentro el barro, al dejar limpio aquel lugar corrí con el tendero a comprar el abono para que el suelo fuera fértil, lo aboné y una vez terminada mi faena, mi madre y yo nos encaminamos al vivero y compramos sobres con muchas semillas de lindas rosas y claveles, entre otras bellas flores, además, las semillas de la verde grama, utensilios de jardinería para iniciar nuestra linda labor. 

El tiempo transcurrió y con el jardín mi niñez llegó a su final, mi madre tenía razón, la primavera le llego a mi vida, cuando estuve ya crecido abrí las puertas de mi casa y salí a disfrutar del lindo jardín de una vida que con ilusión iniciaba, me encontré con las más variadas y lindas rosas que una vez con mi madre y con esperanza e ilusión juntos sembramos, pero cuando vi a la más linda flor, era una rosa de color especial, me acerqué para admirarla, ella al verme me dio la espalda, fue indiferente, eso para mí fue natural, mi inocencia no me permitió ver al clavel de al lado que me demostraba interés y me ofrecía sus bellos y suaves pétalos junto a sus pistilos, yo estaba hipnotizado con aquella rosa, la que me dio su espalda y escondió su aroma, espantó a la mariposa y se le ofreció a una abeja que por el lugar buscaba la mejor miel, yo seguí intentando acariciar su piel, aspirar su aroma, deleitar mis ojos con esos colores, saborear su miel, pero lo que de ella recibí solo fueron sus espinas y una picadura de la abeja que estaba sobre ella, me dije; he sembrado rosas, pero lo único que obtuve de ellas fueron sus espinas. Mientras aquel lindo clavel me veía desilusionada y acongojada al ver mi sufrimiento quitando de mi piel todas las espinas que me propinó esa linda rosa que robo toda mi atención, y me hizo ignorar al resto del lindo jardín, con mis dedos sangrando y mis brazos rasgados y un enorme dolor por el veneno de la condenada abeja, regresé a mi casa, mi madre me recibió con una mirada de pesar, me dijo; hijo, la vida es muy bella como nuestro jardín, pero tiene mil rosas lindas que solo te entregarán sus espinas, debes tener cuidado de ver mejor a un lindo clavel, debes aprender que tambien en ese jardín encontrarás otros que son salvajes y malos, que en el menor descuido te sembrarán su aguijón y te introducirán su veneno, debes de tener cuidado con quienes te juntas y a quienes les entregas tu confianza y tu amistad, si no lo haces solo tendrás espinas y aguijones en tu piel y ponzoña en tu sangre, ten cuidado, que ellos no terminen con tu primavera la que a penas hoy estrenas. 
Sal de nuevo al jardín y mira bien, no te deslumbres por lindos colores y sabrosos olores, eso no son los mejores, mira bien, observa mejor, verás que en algunas flores las prefieren mariposas sensibles y bellas, ellas reposarán sobre las mas dulces flores, aunque sus colores no sean tan brillantes como las de las rosas con largas espinas, ve y no temas en disfrutar de ese jardín que es la vida, pero busca y observa bien, siente lo suave de la verde grama, mira bien y verás que el rocío amanece sobre todas las especies del jardín, eso debes hacer, ser como ese rocío que no ve color ni busca el mejor olor ni la más rica miel, sal y experimenta la vida, pero esta vez mira bien. 

Salí de nuevo al jardín, sobre mi piel mil curitas y desinfectantes, pero de nuevo la misma rosa, era encantadora y divina, ella opacaba lo que estaba a su rededor, pero algo me hizo por un momento mi atención variar, mirar a un lado de ella, era una linda mariposa con enormes alas de mil colores brillantes, reflejaban los rayos del sol, ella ignoraba a la linda rosa de enormes espinas, entonces recordé lo que mi madre me aconsejó y mire muy bien, y sí, al lado de la bella rosa, el más lindo clavel y en él, unas pocas espinas, menos puntiagudas, ella nunca me dio la espalda, le dijo a la mariposa; mueve, agita tus lindas alas y al hacerlo mis ojos se dirigieron hacia aquel clavel quien me pedía con sus tersos pétalos que me acercara, me decía ven, yo caminé y la rosa de nuevo se volteó y a la abeja le llamó, esta de inmediato se acercó pero yo no le temí y hasta a su lado caminé, esta vez a la rosa la ignoré y en el lindo clavel me concentré, la mariposa me permitió acariciar sus frágiles alas, eso me dio confianza y luego las agitó y de allí se alejó, entonces mis ojos observaron lo bello de aquel clavel, aspiré su delicioso aroma y sentí lo suave de su piel, me entregó un poco de su miel y no era empalagosa pero si deliciosa y sus espinas me rasgaban pero sin hacerme daño; la rosa al ver lo que sucedía a su lado a la abeja le ordenó que se alejara y me ofreció el mejor aroma y la más rica miel, pero yo recordé que lo que de ella recibí solo fueron sus espinas, eso no me gustó, ahora me interesaba aquel clavel. 

Mi madre salió de nuestra casa y me dijo; veo hijo que has encontrado rica miel, lindos colores, deliciosos aromas y pocas espinas, además el cariño de la más bella mariposa, si madre así fue, ella sonriendo y con tijera en mano, dijo; les doy mi bendición y agregó; hoy tendremos visita así que decoraré mi mesa con esta linda rosa, y su tallo, el de la bella rosa mi madre cortó, hasta ahí llegó la hermosa rosa que a mi primera primavera me dañó, me lastimó, mi madre se alejó con ella, yo le di mi espalda pues mi primavera era tan corta como para perder mi tiempo viendo a la rosa que con pena se alejaba de la mano de mi madre para adornar nuestra mesa. 
Y aquella bella rosa al cabo de unos días se marchitó, sin embargo mi clavel sigue hermoso en el centro de mi jardín y de mi corazón. 

Pero el tiempo pasó y aquel clavel tambien se marchitó, para entonces mi primavera nos llegó al final, fuimos felices ese verano, el primer verano de mi vida. Al finalizar esa primavera, me recordé del tapial al final del jardín, caminé hasta él y esta vez le di rienda suelta a mi curiosidad y lo que vi del otro lado del tapial fue a un enorme bosque, en él, otras maravillas, mi madre desde la puerta me vió, me sonrió y me dijo; anda hijo, que la vida te espera, empieza tu andar. 
Y me fui, me introduje en el enorme bosque, lugar en donde encontré el resto de mi vida. 




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