jueves, 8 de junio de 2017

Os quiero contar mi historia de amor


Os quiero contar como me duele en el pecho y en el lecho vivir olvidado por el amor, podéis creer que de mi se ha olvidado, me ha dejado abandonado, me ha dejado desvencijado adentro de un cajón, me duele hoy el corazón y tambien me lastima este colchón, al que hoy lo siento como espinado y como si estuviera congelado. 

Os quiero contar lo que esa mujer me ha dejado cuando se fue con mi vecino de al lado, me ha dejado, he notado que se ha largado con él por ser más guapo y adinerado, esa hembra me ha disparado un plomazo directo al corazón, ahora estoy acongojado y con la barba que espina a quien me quiere consolar mi dolor; ¡ay!, este abandono si que me ha destrozado y me ha dejado avergonzado, tambien apabullado y desgraciado, se ha llevado hasta mi cochinito con mis poquitos ahorritos que con ilusión por ella los tenía muy bien guardados.

Os quiero contar, que por lo menos ella dice que con vida me ha dejado, si supiera que mi mortaja es la cama donde un día nos destrozamos y desgarramos la piel, me juró que yo era el indicado, que le había robado el corazón y tambien la razón, pero eso fue antes de que llegara mi vecino, el condenado que me la ha robado con su auto del año y de color colorado, su cabellera larga y rubia y esos músculos por todas partes de su cuerpo bronceado de venteañero heredero; pero lo que más a ella de él le ha gustado, es su cuenta en el banco.

Os quiero contar esta historia de amor que se la robo aquella mujer que un día me entrego cuerpo y corazón y que hoy me ha olvidado en menos de un mes, precisamente en febrero, el mes de los enamorados, asi me ha dejado, dolido, enamorado y en calzoncillos descoloridos, pues me ha robado hasta el último centavo, así me ha dejado.

Os quiero contar que ahora estoy confinado en este cuarto amueblado solo con una mesa de centro y una cama con un colchón espinado y congelado, con sábanas que son mi mortaja de amor; por un hueco en la pared, la sombra de mi cochinito secuestrado con algunos centenares de euros, los cuales ya se los habrá terminado en un buen depilado.

Os quiero contar, que la otra noche me la he encontrado, de un coche lujoso y de color colorado ella se ha bajado, al hacerlo al suelo han tocado unos tacones de aguja, por arriba de ellos un par de piernas bien bronceadas, largas y torneadas, me ha regalado un lindo recuerdo cuando le vi la entre pierna, un suspiro ahora tambien me ha robado y por su lado el mismo condenado, con su melena de oro y su cuerpo bien musculoso y bronceado, yo quedito le he preguntado por mi cochinito y ella ni siquiera me ha volteado, me ha ignorado o ya ni me ha recordado; cómo ahora es elegante y con mucho dinero. 
Ya han entrado en aquel lugar donde siempre con ella quise entrar, pero el fortachón de la entrada me lo ha negado. Recuerdo cuando nos dio la madrugada haciendo la fila y ni colados logramos entrar, hoy ella lo ha logrado, habrá pensado en mí, me habrá visto en la fila soportando este frío que aun por ella llevo en el corazón.

Os quiero contar que al verla entrar, me he retirado, pero no sin antes al lado del coche colorado con mis llaves un recuerdo les he dejado, ella sabrá que he sido yo, pues era algo ya acostumbrado, cuando nos tocaba que regresar a nuestro nido de amor sin haber logrado entrar en este fino lugar, muy elegantón, es el Cantón, ese es el nombre que le dio el que lo inauguró, otro tipo estirado. 

Os quiero contar, que hoy estoy amolado y que sigo enamorado, que no me logro levantar y sacar de mi corazón su recuerdo. 
Mejor les sigo contando, pues me quede justo en el calzón colorado que ella llevaba bien ajustado, pero mi vista siguió para arriba y me encontré con el ombligo, el mismo que de mí recibía caricias de amor, sigue bien cuadriculado y es que, seguro seguirá haciendo las acostumbradas doscientas abdominales, las que eran su pasión, para tener ese vientre aplanado y para lucir lo que le sigue más arriba, un par de tetas bien redondas y con una sexy caída que no las domina el paso del tiempo, con sus pezones siempre hinchados, las trajo al Cantón bien apretadas, parecieran que se les quiere escapar pero no; solo pelean entre ellas para ser admiradas por quienes están a su lado. Sigo con mi relato, ahora voy para arriba y me encuentro con su carita de ángel, que muy bien disimula entre su cabellera alizada sus cuernos de diabla; me encuentro con una linda barbilla partida y unos labios jugosa, fruta prohibida hoy para mí, mejillas bien coloreadas, que le hacen ver linda su respingada nariz y sus ojos azules, como cielo y mar de verano y por encima de ellos, dos abanicos que se mecen a merced del viento en cada paso que ella da, pareciera que le han colocando por enfrente un ventilador, así se eleva su cabellera muy bien atintada de rubia en cada paso que da, pero yo se que ella es tremenda morena, lo se muy bien, pues ya he probado ese calor que le sale por cada poro de la entrepierna cuando me hacía el amor.

Os he compartido mi dolor, mi soledad y mi pobreza, que esa mujer me ha dejado. Vuelvo a casa, cabizbajo, desesperado y desesperanzado a mi lugar, en donde me espera un colchón espinado, muy helado y sobre él, mi mortaja de amor. 

Esta es mi historia de amor, solo me queda soñar con ella cuando le hago el amor y dormir hasta morir, pues no es mi deseo por la mañana despertarme sin su calor.



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