jueves, 13 de julio de 2017

Mi vecina y el ginecólogo


Yo estaba en mi cuarto, era el atardecer de una primavera, de esas que te alborotan todo por dentro, que te enamoran de hasta un plumero, de esas que te hacen desear hasta el basurero, bueno es solo como ejemplo de lo que por esos días sucedía. Me encontraba sobre mi deliciosa cama, escuchando una bonita balada, esas que te hacen sentir todo a flor de piel, era extraño, pero hoy que lo recuerdo estaba sin pareja, pero bueno, esa es otra historia. Metido en mis pensamientos calenturientos de adolescente huevón, cuando escuché una voz alarmada irrumpir en la sala de mi casa.

_¡Doña Blanky, doña Blanquita!

Me asomé y se trataba de la calenturienta de mi vecina, una joven mujer, pero vieja para mí, si fuera ahora, diría una atractiva mujer, jajaja, pero en aquellos dorados y muy recordados tiempos, la vecina para mí no era más que alguien ya vieja.

_¿Qué le sucede Alejandrita? 

Dijo mi paciente y amorosa madre a su joven vecina, quien seguía con una cara de avergonzada, yo, recostado sobre la baranda que da a las gradas sin nada que hacer más que, satisfacer mi necesidad de curiosidad, ellas no se percataron de que yo estaba ahí de mirón, un testigo de lo que estoy por contarles.

_Algo bochornoso mi amiga.

Esto se ponía interesante, pues, si era algo que avergonzaba a mi vecina calenturienta (le digo calenturienta por este episodio, pues yo que sabía si era o no), eso si que me interesaba, ¿qué había podido abochornar a mi vecina?, me pregunté, ¿qué será abochornar?, lo grabé en mi pensamiento para más tarde ir a buscar el amansa burros (diccionario) y encontrar el significado de aquella palabra. Me acomodé, pues a pesar de mi enorme curiosidad seguía con hueva.

_Es que vengo de la clínica de mi ginecólogo.

¿Ginecólogo? Esto se esta poniendo buenísimo, ¿qué le pasaría en el consultorio del toca vaginas? me senté, para descansar mis cansadas piernas, me coloqué en modo de recepción máxima, algo que no hacía ni en el salón de clases, pero cuando mi maestras de historia, otra señora que ahora recuerdo que estaba muy buena, nos hubiera contado su visita al ginecólogo, vaya, si lo hubiera hecho, ese día si que habríamos puesto atención a la clase.

_Entre Alejandrita y siéntese, ¿quiere tomar algo par sus nervios?

Mi madre siempre tan considerada y benefactora, para mí que suelte ya lo que paso en la clínica del placer, a propósito, yo seré medico un día y esa será mi especialidad -pensé-, y me vi tocando miles de vaginas, este pensamiento me hizo perderme algo del drama que había en mi sala.

_Sí, se lo recibo doña Blanky, es que mire como estoy.

Mi madre se retiró hasta la cocina por el brebaje, mi señora madre era como una especie de bruja, tenía una solución para cada problema, bueno, además que era médico, pero para ella la medicina alternativa era algo increíble, lastima, pues con las comisiones que dan hoy las grandes droguerías, seríamos ricos, pero bueno, mi madre era un galeno honesto y honrado y además pobre, jajaja.

_Aquí esta listo su té, con esto se sentirá mejor y así me contará qué le pasó en la clínica del ginecólogo. Beba despacio, no se vaya a quemar.

¿No se vaya a quemar?, si quemada venía ya de la clínica, jajaja, que se beba de un solo esa porquería y que desembuche la anécdota de la clínica del plaaaceeerrrrr.

_¿Ya se siente mejor?, la veo ya más tranquila.

Sí, la verdad que ya se tranquilizó la Alejita, vaya esos brebajes de mi madre si que son efectivos o será qué mi madre es mejor que un psicólogo y con casaca y agua azucarada ya la apaciguó, bueno lo importante es que ya va a soltar toda la sopa. -Me frote las manos y de mi cabeza sentí un para de cuernos, pero de diablillo, pues estaba sin novia ya se les olvidó, jejejeje-.

_Sí gracias, pero solo de recordar me pongo nerviosa de nuevo.
_Tranquila, ya sabe que si cuenta lo que la acongoja eso es una magnifica terapia para que su pena se apacigüe y no le deje secuelas.

Ah, esa mi mamá era lo máximo, con esa casaca mi vecina pronto dirá lo que le pasó, eres lo máximo viejita. Afiné mis oídos, pues, tenía que escuchar bien, porque no creo que tendría oportunidad a una repetición si no escuchaba bien.

_Me da vergüenza contar esto doña Blanky.
_No me venga ahora con que no dirá nada, pues, ya me tiene con curiosidad, además, mi intención será meramente profesional y para ayudarla.

Eso vieja, ni yo lo habría dicho mejor, que suelte la sopa, pero ya. Me digo, ¿de donde me vendría lo casaquero?, y vengo a darme cuenta que esto se lo debo a las sabias enseñanzas de mi venerada madrecita, donde estés madrecita, gracias, muchas gracias, Seguro que ahora le estás dando una terapia a San Pedro.

_Está bien doña Blanky le voy a contar, pero, ¿prométame qué no se lo dirá a nadie y menos a mi marido?

¡Wao!, esto se puso buenísimo, pues, si no quiere que se entere su marido, debe ser algo grave, ¿será qué le puso los cuernos con el ginecólogo? Mis pupilas se abrieron al máximo al igual que el resto de mis sentidos, esto no se escuchaba todos los días, creo que hasta el párroco de mi barrio desearía escuchar esta confesión, pero Alejita decidió confesarse con mi madre, jejejeje y conmigo. _En nomis padris e espitus santis, o como sea esta carajada; ¡huy!, perdón Diosito,  me persigno.

_Eso ni se pregunta, ¿cómo cree qué voy a contar algo que parece ser serio?

Bueno, a contar la historia pues, ya me la hizo de tos, dije ya aburrido y molesto. Pareciera que me escuchó pues, por fin dijo lo que le sucedió.

_Resulta que fui a mi consulta, ya sabe, cosa de rutina, llegué, pedí mi número para ser atendida, habían como cinco señoras, bueno señoras y señoritas para que me tocara mi turno, la señorita secretaria anotó mi nombre sin preguntar, pues ya me conoce, la verdad que creo que se conocía a todas las que estábamos ahí, pues cada que entraba una y luego la siguiente, las llamaba por su nombre y no veía el cuaderno donde nos anotó, inteligente la seño...

¡Ya! tanta palabrería, al grano Alejita, por otro lado, mi madre también ya tenía cara de que ya le metía un cachimbazo, pues nos la hacía cansada, el rostro de mi madre lo decía todo, pues, tanto ella como yo, estábamos con la curiosidad a flor de piel, mi madre estaba tan aburrida que se bebía las babas que quedaron en la taza de doña Alejandra. Guácala. 

...Por fin pasó la señorita que me antecedía y yo que ya no aguantaba las ganas de ir al baño, le dije a la señorita que si era prudente ir al baño antes de entrar a consulta, ella me dijo que sí, para que no pasara nada incómodo...

_Ya esta bien Alejita, al grano, porque ya no tarda en llegar mi esposo y no querrá que se entere, ¿verdad?

Bravo vieja, así se corta una charla que no interesa, eres la mejor y con educación; ¡toma tu sopa, jajaja!

... Si verdad, son los nervios. Bueno, entré, me desnude, me coloqué la bata, me recosté en la camilla, coloqué mis piernas en los soporta piernas, mientras el médico me hablaba para relajarme, y yo con las piernas abiertas y el zaguán nervioso y listo par ser esculcado, entonces el doctor me tocó, metió sus dedos en mi cosita, así le dice mi esposo, jejeje y comenzó con el examen, pero en eso estaba, cuando me empecé a calentar...

¿Quéee? jajajajaja, por fin, aquí llegó lo bueno. Y, ¿entonces? dije ansioso.

_¿Y entonces? Dijo también  mi madre con los ojos ya saltones y las venas abultadas en las sienes.

_Empecé a sentir muchas cosquillas, unas que ni mi esposo me las había echo sentir hace mucho y cuando me vine a dar cuenta estaba gimiendo, me llegó un largo y delicioso orgasmo.

¡Caramba,! a mí también...

_¿Y, qué pasó doña Alejita?
_Pues lo que pasa, acabé en la mano del doctor. Él muy profesional me dijo, 
_Tranquila, no se preocupe, esto es normal, me ha sucedido con otras pacientes.
_¿De verás? -preguntó mi madre y agregó- Pues el médico hizo bien, porque eso es normal, eso le sucede a mujeres muy temperamentales, usted me entiende ¿verdad? Concluyó mi madre.

Mi madre tan política y educada, pero en su mente seguro dijo... A mujeres muy calientes. Hablando de calientes, el baño me llama...

Cuando regresé, ya tranquilo, mi madre ya le había dado un discurso que ya me lo imagino, ahora, mi madre le indicaba o recetaba...

...Hoy en la noche, dese con su esposo una buena...

Bueno, bueno, hasta aquí la historia para no caer en lo vulgar, pero ya ustedes concluirán la frase de mi madre, jejeje. 

Será hasta la próxima, y es que hay otras historias como está, vaya que mi adolescencia fue maravillosa.

A propósito: Esto es un secreto, por favor no lo vayan contando por ahí, yo veré eh, si lo hacen, no les cuento las otras. Y es que hay que ser responsable con lo que nos confían... ¿No creen?




Tomado del libro: "Historias de un Adolescente Tímido" de: Sergio Raga.







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