miércoles, 9 de agosto de 2017

El Escritor


La banda estaba en su guarida, esperando órdenes del jefe de la pandilla; un grupo se encontraba jugando al póquer, otro se encontraban durmiendo o echando la hueva, uno era el que estaba en una esquina, bajo una bombilla de pocos watts de potencia leyendo un libro, en eso entró el jefe, quien bocinó para que le abrieran el portón, uno de los cacos, corrió a abrir el portón, entró una camioneta de lujo, de la cual, luego de parquear se bajó un señor muy bien vestido, este se encaminó hacia donde se encontraban el resto de la banda.

_¡Muchachos acérquense!

Todos obedecieron a la orden del jefe, menos quien estaba sumergido en su lectura, pero eso al jefe lo tuvo sin cuidado, mientras aquel leía muy entretenido, algo sucedía en el mitin de delincuentes. 
Luego de un largo periodo, alguien le gritó al que seguía leyendo y al este, atender al llamado, quien le llamó le hizo señas para que se acercara; el caco culto se acercó al grupo. El jefe les decía.

_Como les digo, hace mucho que no hemos acertado un golpe maestro, pareciera que estamos perdiendo el toque, el ritmo, el arte del robo limpio. (Hizo una pausa). Todos se veían las caras entre ellos, pues, si el que era el jefe, lo era por ser la mente maquinadora de los hasta ahora exitosos asaltos, qué podrían hacer ellos que solamente eran los peones en el ajedrez de la organización, si el jefe estaba sin ideas, ellos estaban peor y el peor de los casos era que se estaban quedando sin el sustento diario y sus familias sufrían de la escasez de ingresos, esto de parte de los peones, en cuanto al jefe, este estaba aun más jodido, pues sus gastos eran superiores y también pasaba por esa etapa incomoda; así que era momento de otro golpe maestro.

_¿Qué les parece si secuestramos a alguien y pedimos una buena suma como recompensa? esto lo dijo uno de los peones. Todos quedaron en silencio, incluso el mismo jefe, pero alguien agregó esto a la sugerencia.
_Por robo nos darían unos pocos años de cárcel, pero por secuestro nos podrían dar hasta cadena perpetua, en el mejor de los casos, o hasta la pena de muerte. Dijo el caco culto.
_Sí, eso lo descartamos. Concluyó el jefe.
_Y si extorsionamos a una buena cadena de tiendas y chóferes.
_El problema con eso es que, si nos descuidamos caemos todos, pues, más de alguno nos puede acusar con el servicio de inteligencia de la policía y al llegar por las extorsión, nos atraparían, o con uno que agarren ya se jodió toda nuestra organización. Dijo de nuevo el caco culto.
_No, eso es de grupos criminales como las maras, eso no es para nosotros, la verdad que a mí me indignan esos hijos de puta, jodiendo a los pobres, eso no va conmigo, queda descartada esa sugerencia. Concluyó el líder.
_Entonces jefe, ¿qué haremos?
_Asaltemos un banco, ahí si que hay dolares, un golpe y nos haremos de mucho dinero. Dijo otro de los miembros.
_Otra mala idea, pues ese es un delito federal, tendríamos para que nos persigan de por vida, además, la tecnología en esas instituciones es de última generación, aunque llegáramos completamente cubiertos nos identificarían, y las condenas por robos federales también son de casi una vida encerrados. De nuevo habló el culto de lo cacos.
_Es cierto, es otra mala idea, también queda descartada. Todos ustedes compañeros ya estarían encerrados, por eso es que soy yo quien dirige a esta organización, recuerden que todo nos ha salido a pedir de boca, nadie desconfía de nosotros, todos somos personas respetadas en nuestros barrios; yo por ejemplo, sigo siendo un honesto político, muy respetado en el congreso.
_¿Entonces qué haremos jefe?
_Ya sé (dijo el único que no había participado de la tertulia delincuencial y agregó) Que hable Otto, ya que se las sabe todas.
_Es cierto Otto, te las sabes de todas, todas. Dijo el jerarca. Otto se sintió muy orgulloso e intervino.
_Todo esta en este libro y otros que he leído del mismo autor. Eso dijo Otto, señalando el libro que leía, el cual llevaba por nombre: El Señor de los Robos.
_Interesante Otto, te felicito, eres el único culto aquí, aparte de mí.
_Gracias señor, siempre me gustó la lectura.
_Bueno, ya basta de halagos, vamos al punto. Ordenó el jefe. Y agregó. Haremos lo mismo que en el último golpe, creo que los policías aún estarán preguntándose qué pasó y cómo sucedió, ese golpe fue perfecto. 
_Creo que no es buena idea jefe, pues por lo mismo que usted acaba de indicar, es riesgoso hacerlo de nuevo, no niego que ese fue el mejor golpe, lo admiré por esa estrategia, pero ahora corremos demasiado peligro si lo efectuamos otra vez. Dijo Otto, con mucha propiedad, algo que dejó pasmados al resto de malandros y también al jefe.
_Tienes razón Otto, entonces ¿qué propones hacer? Urge un buen golpe.
_Lo sé señor. Pensemos. Creo que entre todos podremos hallar una excelente estrategia y un pez gordo que nos saque de esta sequía en la que estamos.
_Sí, pues mi vieja ya me tiene como la chingada por no llevar dinerito a la casa. Dijo otro ladrón algo maleado. 

Entonces habló el menos privilegiado en cuanto a intelecto, el conejillo de indias en todos los atracos exitosos hasta hoy.

_Pues, que tal si le preguntamos al que escribe esos libros, digo no.
_Sabes que no es mala tu idea Serafin. Dijo el jefe. Todos colocaron una cara de asombro, al ver que el más idiota de la banda había dado una idea, que para todos, menos el jefe era descabellada.
_Pero ¿y adonde lo encontramos para preguntarle? Dijo otro un poco más inteligente que el anterior. Todos quedaron en silencio.
_Lo que habría que hacer es secuestrar al escritor. Dijo Otto.
_¿Pero no acabas de decir que el secuestro era una mala idea? Casi lo dijeron en coro.
_Sí, ¿pero qué quieren, qué le enviemos un mail y que le preguntemos qué debemos hacer para nuestro siguiente golpe? Eso sería más estúpido que lo que yo sugiero.
_Bueno, bueno. (dijo el jefe) Lo primero que hay que hacer para saber si podemos secuestrar al escritor, es averiguar la nacionalidad del tipo, pues si es extranjero quedaría descartada la noción. ¿Me entienden?
_Pues claro, ni modo que nos gastemos nuestros pocos ahorros viajando a otro país en busca del escritor ese. Dijo Cipriano.
_Está bien, esto es lo que haremos. (Dijo el cerebro del grupo). Olvídense del escritor ese, el tal... Raga. Esto haremos; haremos una inversión para crear una fachada, luego de que la tengamos, buscaremos a un buen escritor en busca de una oportunidad, alguien desconocido, al que podamos usar y explotar sin que él se de cuenta de lo que haremos con su historia. ¿Me entienden?
_¡No! Gritaron todos, menos el caco culto; Otto.
_Deje todo en mis manos jefe, ya es hora de su sesión plenaria en el Congreso, yo me encargo de encontrar al escritor que nos hará sencilla la vida.
_Gracias Otto, no deje de seguir leyendo, pues necesito más secuaces como usted. Todos ustedes obedezcan a Otto como si fuera yo.
_¡Si jefe!

El jefe se fue al Congreso a ejercer su puesto en su curul, no deseaba quedarse sin sus dietas por faltar un día a su loable trabajo, además, era un personaje muy respetado y hasta se escuchaba por los corredores que sería el próximo candidato a la presidencia por el partido oficial.

Otto se quedó a cargo del siguiente golpe, el cual daba inicio con la tarea de encontrar un buen escritor, cuya invaluable inspiración en la escritura, les daría los éxitos buscados en los siguientes robos sin que él se diera cuenta de que trabajaba para una estructura criminal muy bien organizada.




Continuara...




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