viernes, 29 de septiembre de 2017

El último viaje entre amigos


Cinco septuagenarios que se reunieron una vez más como lo hacían desde hace más de cincuenta años, tiempo en el que llegaron al vecindario y que desde entonces, nació esa amistad que había durado por décadas. Era uno de enero del tiempo presente, a casa de Juan llegaron los otros amigos para quitarse la resaca de la madrugada, Juan ya sabía que llegarían pues durante todo aquel tiempo nunca fallaron, Juan salió a recibirlos, dieron inicio las bromas entre ellos, la quietud de la casa de Juan se vio irrumpida por los amigos, el resto de la familia aun se encontraba rendida en sus habitaciones que ni sintieron la presencia de los bulliciosos amigos. Al tiempo de haber dado inicio la reunión, Armando dijo.

_Bueno cabrones, ¿nos vamos el fin de semana para la playa?  

Armando estaba prácticamente convaleciente, pues el año anterior tuvo varios infartos, pero eso no lo inhibía para pasársela bien y si era ebrio que mejor.

_Estás loco, es más, no deberías de estar bebiendo. Dijo Jorge, muy molesto con su entrañable amigo de toda una vida. A esta observación todos estuvieron de acuerdo.

_No jodan, cada primer sábado del año nuevo nos vamos a mi chalet y esta no será la excepción, además quien quita y para el próximo año alguno de nosotros ya no este. Insistió Armando.

El resto del grupo siguió con su postura de que este año no habría viaje, pero Armando seguía insistiendo, es más, les trajo recuerdos de cuando fueron jóvenes e iban con mujeres, amigas, cada recuerdo que les traía Armando a todos los transportaba a aquellas lejanas fechas, las cuales estaban ahora presentes en sus mentes como si fuere hoy mismo, al calor de los tragos y de muchas anécdotas y de la insistencia de Armando, dispusieron ir, planificaron el viaje, como siempre Armando, el más pudiente económicamente, dijo que nadie se preocupara que los gastos todos corrían por cuenta de él y en cuanto al vehículo que los llevaría a su chalet en la playa más hermosa del lugar, sería su camioneta Mercedes Benz.

_Estás loco o mejor dicho, borracho, la Meches, jamás la has llevado para allá, siempre dices que si la sal, que si la arena, en fin, tantos pretextos. Esto dijo Mario.
_Este será un viaje especial, no se han dado cuenta de que este viaje sería el de nuestras bodas de oro. Dijo entusiasmado Armando.
_¿Cincuenta años? -Dijo Juan, y agregó- ¿Cómo pasa el tiempo no? En verdad que este viaje será especial. Sí, habrá que hacerlo sin duda.
_¡Salud! Grito Jorge. 

Carlos, no dijo nada, pero estaba seguro que este viaje no se debía de hacer, ya los tiempos de locuras de juventud habían quedado en el pasado, además, la salud de Armando no era como para hacerlo, pero como siempre, no dijo nada, a pesar de que él era el más sensato de todos.

Durante la siguiente semana, la mujer de Armando se comunicó con las esposas del resto del grupo de los cinco inseparables amigos, ella estaba preocupada por ese viaje, pues la salud de su esposo Armando no era la mejor y estaba pasando por malos momentos.
Sus amigas, dijeron que harían lo necesario para convencer a sus esposos de cancelar el viaje; pero todo lo que ellas hicieron no tuvo éxito, los viejitos se negaron rotundamente, dijeron que este viaje era muy especial, por ser el cincuenta aniversario, y que después ya no habrían más viajes para ellos; que los comprendieran. Las señoras insistieron que no era por otra cosa más que por la salud de Armando, que ese era el motivo, que entendieran, que no era el momento indicado para hacer ese viaje, que lo pospusieran para el próximo año o para cuando Armando estuviera en condiciones de hacer tan largo viaje. El único que comprendió y trató de convencer a sus amigos, fue Carlos; estos dijeron que él era un hueco, que le tenia miedo a su mujer y que por eso la apoyaba, pero que si él quería que no fuera, pero que el viaje se hacía y punto. 
Las señoras entonces dijeron, que ellas harían el viaje con ellos, esto los puso como la chingada que las mandaron a freír... (por no decir a la mierda).

Llegó el día. 
Armando parqueó su lujosa camioneta frente a la casa de Juan, en la casa ya esperaban todos, como cada año. Mario dijo entusiasmado.

_Yo conduzco, Armando esta delicado.
_La que conducirá, será la más vieja de tu casa. Dijo Armando. Y luego de las risas de todos, dijo esto. ¡Ah!, no recordaba que la más vieja de tu casa, eres tú. ¡Jajajaja! Rieron todos. Carlos se puso serio y luego también rió. ¡Jajajajaja! 

Armando no dejaría que nadie condujera esa lujosa y maravilla de la ingeniería automotriz, nunca a dejado que la conduzca nadie en su casa. 

En casa de Juan las señoras con el Dios mío en los labios, pero sin evitar reír junto a los bromistas de sus esposos. En breve se abrazaron, se besaron y dieron la bendición a sus esposos y amigos de toda una vida. 
Cada quien se colocó en el lugar de costumbre y se escuchó el ruido del poderoso motor de la Meches y en medio de la tradicional bulla, la camioneta se hizo con rumbo hacía la playa. 
En la gasolinería de siempre se detuvieron para llenar el tanque, mientras el empleado llenaba y revisaba presión de llantas, entre otras diligencias propias del empleado de la gasolinera, Armando les enseñaba a sus amigos y hermanos lo que llevaba en la parte de atrás de la Meches, vivieres y mucho, mucho licor, en todas las opciones posibles, y es que, era un aniversario especial.

Mientras viajaban chistiaban, recordaban otros viajes, el primero que tuvieron que hacerlo en el transporte público por ser unos muchachos que aun no eran más que estudiantes, luego llegaron otras anécdotas, reían y mucho, otras veces quedaban en breves silencios y cada quien tenía en mente algún recuerdo especial de los distintos viajes. 
Hicieron la primera parada acostumbrada, a orillas de un puente por el cual debajo de él pasaba un caudaloso río, que un día fue de aguas limpias y que hoy era una porquería, pero que seguía siendo caudaloso, ahí hicieron un brindis por su amistad, por los cincuenta viajes. 
Eso no significa que durante el viaje no iban bebiendo, pero claro lo hacían con prudencia, ya no eran unos jóvenes.

Luego de varias horas de un cansado viaje, llegaron a las puertas del chalet, este ya estaba preparado y a las puertas, el guardián, quien les dio la bienvenida ya con la hoguera encendida para azar la carne, como lo hicieron durante tantos años.

El viaje fue incomparable, la diferencia era que ahora estaban más viejos; esa noche tomaron y bastante pero se fueron a dormir temprano, el viaje les hizo mella. 
A la mañana siguiente, Armando fue quien primero se levantó, en su mano una cerveza, llegó al cuarto de Juan y con este se dispusieron a joder al resto, los cuales, mientras fueron despertados de diferentes maneras, algunas algo desagradables, se ponían de pié y se vestían luego de recibir los buenos días de maneras que solo la hacen la camaradería; estos recibían su botella de cerveza o lo que quisieran beber.  

La estancia fue de lo mejor, ahora se encontraban con el bañador puesto frente al mar, el sol les daba al frente a los cinco amigos, estos disfrutaban de la brisa del mar que les acariciaba el dorso desnudo y las mejías, les alborotaba a unos las canas y a otros el poco pelo que aún tenían y al cual lo cuidaban como un gran tesoro. 

Después de ese momento de relajación o meditación, se hicieron en pares, para planificar lo que hoy almorzarían, que si pescado, que si cerdo, que si tantas otras cosas más. 
Armando se acercó a Juan con su vaso de licor en mano.

_Amigo, ¿no es esto bello, no es esto algo que deberíamos seguir haciendo, no es esto algo que no se podía postergar, no es esto la verdadera amistad, no es esto algo que nos unió por tantos años...? ¿Sabes qué te quiero verdad amigo? 

Luego se vieron a los ojos en silencio mientras bebían...

_Así es mi hermano, es lo mejor que nos ha pasado sin duda.
_Amigo, ¿verdad qué nuestra amistad no tendrá final?, mira a nuestro alrededor, esto que es mío, también es de ustedes y sus familias, ustedes son mis hermanos pues, como sabes bien, de los verdaderos no sé nada, no sé donde estén, si viven o estarán muertos. ¿No es esto maravilloso... Acaso esto no es vida...?

Juan escuchó atentamente a su amigo Armando, este lo veía fijamente y directo a los ojos, en silencio, un silencio que decía mil palabras, mil frases que quedarían en la memoria de Juan por el resto de sus días, Juan hacía lo posible para que ese momento no fuera irrumpido por las lágrimas, vio a los ojos de Armando y estos estaban aguados. 
En un parpadeo Armando cerró sus ojos, Juan pensó que luego de ello saldrían las lágrimas de amigos o de borrachos y así fue, de los ojos de Armando brotaron dos lágrimas, solo dos, una en cada ojo y fue entonces que de su mano cayó a la arena la botella y el cuerpo de Armando se fue contra el de su amigo, su hermano, este lo recibió y gritó.

_Armando, ¿qué te pasa?

El resto de los ahí presentes corrieron para ver que sucedió, ayudaron a Juan con el cuerpo enorme y fortachón de Armando.

_¿Qué pasó? Dijo Carlos.
_No sé, imagino que se desmayó.
_Lucho, llama al Dr.
_Uy señor, mejor llévenlo a la clínica; de aquí a que venga el Doctorcito, don Armandito se nos muere.
_Yo manejo. Dijo Mario.

Subieron a la Meches y los cinco se dirigieron con rumbo a la clínica.

_¡Un Dr., rápido un médico! Entró gritando Jorge.

Los enfermeros sacaron una camilla y lo entraron a la emergencia de la clínica, con ellos al lado de la camilla, los cuatro amigos, con una cara de angustia que no podían disimular.

_Estarás bien amigo. Dijo Carlos a Armando.
_Esperen en la sala por favor. Les indicó una enfermera. 

No tardó mucho en salir de la emergencia el médico en turno.

_¿Familiares del señor que llegó de emergencia?

_Somos nosotros. Dijo Carlos.
_Solo somos sus amigos. Dijo Jorge.
_Sí, estábamos de vacaciones acá en un chalet de él. Dijo Mario.
_Dejen hablar al Dr. Dijo Juan. 

Y eso hicieron; el médico les dijo.
_Lo siento mucho señores... El señor esta muerto.
_¡¿Qué?!
_Y ya lleva un buen rato muerto. Indicó el médico, luego les dijo. Acompáñenme a mi oficina por favor.

Los cuatro amigos siguieron al médico con lágrimas en sus ojos, lo que fue hasta hoy un día hermoso se había convertido en una horrible pesadilla.

_Por acá por favor, acomódense donde puedan. Les daré un consejo, no de médico, sino de amigo. Como saben tendré que dar el parte de la defunción del señor... 
_Armando...
_Armando, gracias, pero esto se les hará tardado y caro, me refiero a las investigaciones, la autopsia, los papeleos y el traslado del cadáver, ya conocen a los de las funerarias. Mi consejo es, que se lo lleven para la capital y que lo lleven a su casa, que llamen al doctor de cabecera y que él realice los papeleos para que eviten todo lo ya expuesto. 
_Gracias Dr. Dijo Carlos.
_Pero hay un problema. Dijo el galeno.
_¿Qué problema Dr.? Dijo Juan
_Que si los para la policía en el camino de regreso a la ciudad se meterán en un problema y muy grande. Ustedes deciden que procede. Carlos y Juan acordaron hacer lo recomendado por el Dr. 

Salieron con Armando de la clínica, lo sentaron en medio, entre Juan y Carlos en el sillón de atrás de la Meches, Mario condujo la camioneta que antes jamás la pudo conducir, a Mario se le hizo manejar esa belleza de máquina. Y se dirigieron con rumbo a la ciudad, varias horas en la camioneta con un cadáver entre ellos, pidiendo a Dios no encontrarse con ningún oficial de la ley. 
Carlos y Juan detenían el cadáver de su amigo, en las curvas Armando se balanceaba en el hombre de uno de ellos, durante el viaje nadie habló, el silencio y el motor de la Meches era lo único que se escuchaba en el interior del lujoso auto.

En la ciudad, en la casa de Armando, todos los esperaban angustiados, entre ellos, el doctor y amigo de la familia, ya con los documentos en regla y listos para una vez colocado Armando en su cama, llamar a la funeraria. 

Armado fue velado esa noche y al día siguiente enterrado, durante la vela sus amigos le hicieron honores al féretro y en el entierro cada uno dijo algo, entre cosas serias y otras cómicas. Así fue la despedida de Armando.

Meses después, los hijos de Armado conducían a un auto que fue lujoso y muy bien cuidado por años, este lucía maltrecho y rayado; la familia de Armando se desintegró, su fortuna se terminó en poco tiempo. 

Hoy día aun se reúnen los cuatro amigos y el lugar de Armando sigue ahí, vacío, pero está presente en espíritu, haciendo sus bromas, todos lo recuerdan con mucho cariño, parece que Armando vivirá mientras sus amigos estén con vida. 



 Inspirado en una historia real. Descanse en paz Armando (nombre ficticio). Los amigos de Armando aún están con vida.



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