martes, 12 de septiembre de 2017

La Conora


Bajando la Conora, la carretera serpentea y se ve peligrosa, lo sé, debo colocar toda mi atención, la vista se me nubla, nada me importa; ahora lo sé, tormentas nacen en mis ojos, ojo del huracán; ahora lo comprendo bien, no debí partir así, dejarte sin mí, triste estarás. 

Paro el auto por unos minutos, secó mis ojos, ahora logro ver mejor, casi derrapo y caigo al vacío, pero nada me importa; ahora lo sé muy bien, no debí partir y dejarte así. 

Veo por el retrovisor y sobre él, tus ojos azules; arranco el motor y me introduzco a la cinta asfáltica y sigo mi viaje; la carretera es una fiel serpiente, con su veneno me espera. 

Poco avanzo y de nuevo esta tormenta y el ojo del huracán, podría morir si conduzco en esta condición, mi corazón me recuerda que aun amo a la mujer que quedó atrás, cómo estará, ahora lo sé que aún la amo; en sus ojos azules, habrá otra tormenta igual. 
Nada me detiene, frenaré con motor al descender, eso me dijo mi padre cuando me enseñó a conducir. (manejar) 

No puedo dejar de sufrir, ahora lo sé muy bien, que no debí dejarte ahí sola y sin mí, el tramo es largo y la pendiente peligrosa, mi motor ruge, como si protestará o sufriera al igual que yo, en mis ojos sigue lloviendo y en el retrovisor aquel par de ojos azules, no me paran de ver, se meten en los míos y viajan directo al corazón; toman un atajo y entran en mi mente.

Besos candentes, abrazos ardientes que derriten cualquier piel, sensaciones que estremecen mi cuerpo, agitan mi respirar y a mi corazón también. 
Que bello fue, ahora lo sé bien, cuanto la amé, no debí dejarte así; detengo el auto, para reponerme, limpio mis ojos y la tormenta apacigua, una llovizna es ahora, solo será por una hora, la carretera me reta y mi vista la ve y con respeto la contemplo, aún falta mucho para terminar de descender y tu mirada sigue allí.

Los autos pasan a mí lado y nadie se detiene, todos viajan atentos, pues la serpiente ya a cobrado muchas vidas, este día podría ser la mía, por eso necesito estar despejado para atender bien el volante y escuchar el crujir de mi motor, saber cuando deberé frenar con él, creo que las nubes se abren paso y pronto saldrá el sol, eso me hará bien; ahora lo sé, cuanto te extraño y a penas voy iniciando la Conora, me pregunto si debo volver, regresar con quien me trae en medio del huracán.

Me doy fuerzas y de nuevo sobre aquella serpiente, un trailer me pide le de vía, seguro voy muy lento, el motor de ese camión se escucha con furia, me hago por un lado y siento un remolino a su paso, será que quien conduce va con bien, ya pasó y me dejó una nube de humo negro en la cabina, mis ojos se irritaron, las lágrimas ahora son por el humo; no me puedo engañar, lo sé muy bien, la tormenta sigue en mí y el huracán también y en le retrovisor ese par de enormes ojos azules que me conocen tan bien, fijamente me ven.

A media Conora voy, veo para atrás y la cola de la serpiente aún se ve amenazadora y lo que me falta es mucho peor, a pesar de que ya no estoy tan alto; la temperatura dice caliente, mi motor me pide un descanso pero quiero salir de este abismo, alejarme de aquí y seguir mi camino. 

La verdad no estoy seguro de querer esto, otra vez me detengo y salgo del auto para observar bien; los desfiladeros son verticales y profundos, el barranco no tiene final, al igual que este tormento, me llega el lamento y en mi sienes retumba la pregunta; ahora lo sé muy bien, en mis ojos la tormenta arrecia y el huracán regresa.

Ella estará bien o sufrirá cómo yo, nunca debí dejarla así, sin mí, ahora lo sé y me viene bien escuchar su voz, pero eso ya no será posible, ella esta a kilómetros de mí. (aquí).

La Conora es mi pesadilla, es la que me detiene con su serpiente, sus desfiladeros y barrancos sin fin, a mi lado se enfría mi auto y sobre los vidrios se refleja tu rostro, quien me dice; regresa, no te alejes, te espero y desespero, además sufro también.

Sus ojos ya no son azules, ahora son grises, debido a esta tormenta, el huracán hace destrozos en mi corazón y yo aquí a media Conora sin saber que hacer, seguir o regresar, cada media hora un auto pasa por mi lado y nadie se detiene a ver si me sucede algo, me pregunto de que huirán también.

El día amenaza con abandonarme, todo se oscurece y el frío me arremete, desearía refugiarme entre tus brazos, cálido lugar que me enciende la piel, se te da muy bien, ahora lo sé, no debí dejarte ahí sin mí y yo aquí sin ti, los ojos sobre los cristales se cierran al igual que mi ilusión.

Los faroles del auto que ahora desciende se encienden, sin duda la noche me acecha, y estoy aun casi a la mitad, mi futuro es ahora más peligroso, la tormenta aún me amenaza, siento las centellas en mi pecho, la tormenta se avecina de nuevo y con ella el huracán también, debo entrar en mi auto, arrancar el motor, el que ya se enfrío y seguir mi camino, mi destino esta enfrente y me espera con los brazos abiertos; ahora lo sé bien, aunque no logro ver muy bien.

El motor encendió al estartazo y lo acelero y se escucha poderoso, la serpiente sigue al acecho, pero ya es corto el tramo que me espera para llegar al valle del silencio, esa será otra fase y me pregunto; cómo será.
Veo para entrar en la cinta asfáltica, acelero y me marcho; en cada curva freno con motor, este se escucha bien, la tormenta ya me dejó y el huracán también.

La Conora llegó a su final, vencí a la serpiente y a su mortal veneno, la veo y le digo; llegué por fin y estoy muy bien, en mis ojos ya no hay lluvia, pero mi corazón no se siente nada bien y mi mente me envía imágenes tuyas, las recibo bien, te recuerdo con amor y en mis labios nace una sonrisa; ahora lo sé, un día volveré y seguro te encontraré, nuestro amor recuperaré y la vida que hoy dejo atrás retomaré y seguro que nos irá muy bien, porque el verdadero amor, ese nuca muere.  





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