martes, 7 de noviembre de 2017

El viejo zaguán



Me encuentro sumergido y atrapado en un viejo, oscuro y frío zaguán, 
como perro viejo y olvidado con la barriga gastada de estar acostado. 

Alguien por fin abrió aquel viejo y olvidado zaguán y por fin entró 
al oscuro lugar un poco de luz, aunque era luz de luna no me importó,
feliz me coloqué, que si hubiera tenido cola la movería también, 
ella llevaba en su mano una luz artificial, un foco led.

Alumbró y no se bien que buscaba, entró de puntillas 
para no ensuciar sus lindos pies, yo seguía ahí cerca y no me lograba ver, 
susurré algo, una bobería que pensé le vendría bien, 
pero ignoró lo que dije, siguió ocupada con su búsqueda 
en aquel frío y viejo zaguán.

Yo insistía en averiguar que era lo que ella buscaba con afán, 
tome un profundo respiro de esos que te hacen sentir fuerte y muy bien 
y con la voz ya normal le dije: ¿Qué buscas aquí mujer? 
ella se sorprendió y hasta un brinco dio ensuciando sus lindos pies, 
la lámpara al suelo cayó también y la luz led, quedó alumbrando a un viejo cartel, 
en él la inscripción: Te amaré hasta la muerte mi amor. 

Ella me recriminó que era un bruto por el susto que le había dado, 
me acerqué y la levanté, ella me tomo de la mano y luego me sonrió, 
¿has visto lo que alumbra la led? le digo que sí, que lo recuerdo muy bien, 
que cuando lo escribí creí ser un poeta y don Juan.

Ella de nuevo sonrió y dijo: ¿Qué le pasó a nuestra pasión, 
que se volvió en una rutina? yo le digo, siento lo mismo también, 
ven te invito a una copa de champán.

Ella se levantó tomando mi mano y salimos de aquel viejo, oscuro y frío zaguán, 
caminamos abrazados y enamorados hasta nuestra habitación, 
el sonido de la botella y el derrame del rico líquido que le mojó su camiseta 
dejando ver sus lindas tetas, yo solamente suspiré y nos amamos hasta el amanecer. 

Al día siguiente salí temprano y me dirigí al viejo, oscuro y frío zaguán, 
le coloqué un nuevo candado y le dije, gracias zaguán, 
por haber regresado a mi vida el amor de mi vida, 
por despertar de nuevo en nosotros la vieja y olvidada pasión.

En eso ella apreció por la ventana del segundo nivel 
y con sonrisa picara me dijo: Oye, aun quedó un poco de champán 
de anoche, que dices si desayunamos otra copa 
y me enseñó las tetas que las tenía al aire.

Yo suspiré, agradecí y corriendo subí, sobre la cama me esperaba 
mi desayuno y luego llegó el almuerzo, el té de la tarde y la cena,
era nuestra segunda luna de miel.

Hoy cada día que veo al viejo, oscuro y frío zaguán, 
sonrió y pienso en el viejo y abandonado perro 
que por años esa fue su casa, el perro abandonado era yo sin duda, 
y la linterna led, era ella ahora lo sé muy bien y el viejo cartel 
era nuestro amor que dormía aletargado,.

Creo que les sucederá a muchas otras parejas también.

Las invito a que habrán el viejo, oscuro y frío zaguán 
y que se amen también, que recuperen el tiempo que los hastió 
y que los tiene cansados, sin lograr ver al viejo cartel 
que un día se entregaron ilusionados y enamorados;
que destapen la botella de champán y que la derramen sobre la piel, 
la beban por cada poro de la piel y que olviden las copas y las formalidades.
que sean su desayuno, almuerzo, el té, y su cena 
y que le cambien candado a las puertas del viejo zaguán 
y que arrojen la llave al mar de la pasión y la comprensión 
y que se entreguen todo su amor. 

Esta es la historia del viejo, oscuro y frío zaguán, del perro viejo, del foco led 
y del cartel que un día los inspiró a amarse por siempre.



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