jueves, 16 de noviembre de 2017

Mujer cabrona (Poesía de erotismo light)


Así fue, la primera vez sentí que las estrellas cayeron sobre mí, que la luna se metió en mis pupilas y es que fue al aire libre, él dijo que era muy tímido pero me salió bandido, yo que no era una doncella me sentí como una virgen; él era tan varonil, su barba de dos días me raspó la piel y esto me encendió, me excitó, que sin pensarlo me entregué, esa noche por primera vez lo sentí, lo disfruté, me llenó, me hizo gritar, él era tan varonil y a pesar de que me dijo que era tímido hoy creo que me mintió solo fue la técnica que empleó para la seducción, su timidez me pareció lo más lindo pero lo mejor llegó después, cuando se descubrió y lo vi como realmente era, dejó de ser el caballero y se convirtió en el salvaje, ese que yo inconscientemente buscaba y deseaba. 

Yo que me sentía una doncella, una virgen, también le mentí, de mis adentros él sacó la más bandida mujer, otra muy cabrona, esa que aun dormía, esa que deseaba ser besada y despertada; otros que lo intentaron pero no lo lograron esos de tímidos no tenían nada, yo me hice desear y una mujer difícil para tomar ventaja sobre él. 

Este que me vio seguro me averiguó y a mí se acercó siempre con la mirada discreta pero puesta sobre mí, nunca me habló, yo lo abordé y su nombre cuestioné y este tartamudeando me lo dijo, luego llegó un trago y después otro, ya ambos entonados nos besamos, deliciosa sensación, creo que ahí supe que de tímido nada había que la que estaba poseída esa era yo. 

Me levanté de donde tenía mis nalgas depositadas y mis piernas cruzadas y  esa minifalda que no dejaba nada a la imaginación, mi reputación estaba cuestionada, seguro eso lo atrajo de mí; se colocó a mi lado sin levantar la mirada, yo dije que tierno es un tímido, pero lo que sucedía era que a sus ojos no podía desprender de mis atrevidas piernas bronceadas y es que realmente eran una sensación, para muchas la envidia, mis dolares me costaron pero creo hoy lo desquitaron. 

Sigo aquí sobre la fría y acolchonada grama, estoy sudada y con las piernas bien sobajeadas y es que no es que no me haya gustado es que no quiero que se detenga y que su barba de dos días me raspe los pezones y siga por mi abdomen que me sienta las feromonas regadas por todos mis poros hoy nada las contuvo y estas como fumarolas hasta el cielo ascendieron y veo aun las estrellas brillar y a la luna junto a él penetrar adentro de mí, que rara pero rica sensación. 

Y pensar que todo empezó con una confusión, yo que lo creí tímido y eso de él me encantó mientras que él me vio las piernas y a mi diminuta prenda, fue lo que se mojó cuando a mi lado se sentó y le pregunté su nombre, después de varios highballes me prendo en fuego y me le entrego.

Todo dio inició con un rico beso, me esculcó los labios, roce de sus labios gruesos y su curiosa y deliciosa lengua que me dejo un delicioso sabor de boca, yo también hice lo mío, creo que también me funcionó, después me dijo: -Afuera tengo mi moto. 

Esto me terminó de encender lo que faltó, salimos del lugar, yo por detrás de él le veía su enorme espalda, su camisa con las mangas remangadas y sus caderas redondeadas caminando al ritmo de mis pupilas, en su mano la electricidad y entre mis piernas el empaque que dejaba escapar gotas de color turbio y un poco de aroma delicado que se confunde con mi desodorante en aerosol, el salado le da el toque de fino alimento de mar. 

Por fin llegamos a su enorme y potente máquina, yo la vi y también a la poderosa moto, exclamé que motorón, él sin saber a lo que me refiero sonríe y me dice: -Son 400 cc y yo le digo: -Ya lo imagino, solo quiero probarlo; él me tomó entre sus fuertes brazo y me colocó con delicadeza sobre la endiablada máquina luego se subió, oprimió el botón yo sentí que con el sonido y la vibración oprimió el mío.

Mi prenda intima, delicada y diminuta ya la tenía entre mi intimidad y la otra que estuvo siempre metida entre mis nalgas se hundió mucho más, recorrió por las calles húmedas de la ciudad, otra húmeda era yo y recorrió como a docientos por  kilómetro, mi cabellera se me despeinó, yo me dije: - Vaya que me afeité. 

Luego subió por la colina, yo me agarre de él para no caer y fue cuando supe de su poder y de lo que me esperaba, ¡upss, perdón! dije, pero no me escuchó, eso no me importó yo lo cogí muy fuerte y muy bien, mas tarde el hizo lo mismo conmigo me tomó y me cogió muy fuerte, pero fue diferente; ¡que delicia!, por fin mis nalgas dejaron de temblar y la máquina dejo de ronronear, mi corazón se empezó a agitar y mi piel a calentar. 

Él se bajó y de nuevo se acercó y mi boca la besó, yo cerré mis ojos, sentí cuando sus manos acariciaron mi bronceado y también como iban acercándose a mi infierno entre las piernas, yo las abrí para evitar que se detenga, pero lo hizo solo me rozó con su dedo y casi me desmayo, luego me tomó entre sus brazos y conmigo entre ellos avanzó hasta un privado lugar y sobre la mojada grama con mucho cuidado me depositó y a mi lado él se sentó. 

Yo que ya no aguantaba y de mis piernas por más que las apretaba me llegaba la primera delicia, yo avergonzada le sonreí, él me respondió con otro atrevido beso, yo le correspondí y de él me prendí, agitada o gimiendo lo besé, o me lo tragué, la faena había dado inicio y mientras más pasaba el tiempo yo más disfrutaba hasta que quedé por debajo de él. 

Ya había cabalgado sobre mi fino corcel y ahora le tocaba encaramarse a él, fue cuando vi el cielo con millones de estrellas caer sobre mí y a la luna junto a él entrar en mí, no pude y me tuve que venir, él se sintió agradecido, pero no se detuvo y siguió con sus ricos movimientos pélvicos hasta que el cielo y las estrellas junto con la luna, él y yo nos venimos al mismo tiempo... 

Ahora tomamos un receso, espero no sea tan prolongado pues me muero de las ganas y creo que él también, mientras nos comemos la piel, nos mordemos los labios y nuestras lenguas hablan su propio idioma; vaya la suerte de mujer cabrona, que esperaba fuera un chico tímido para hacer con él lo que quisiera, pero me salió salvaje y despertó de mí lo que dormido tenía. 



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