jueves, 8 de febrero de 2018

El Árbol 2


Cuando abrieron la puerta por ella entró un ventarrón y con él muchas hojarascas, como si estuvieran en otoño, pero no era así.

_¿Dios mío y esto qué es? Gritó Elenita.
_Es ese maldito Árbol. Dijeron Carmen y Miriam
_Pero ¿cómo si el otoño aun no llega?
_Es Árbol está maldito. Yo me voy, Adiós Carmen.

Y las vecinas se fueron una iba confusa, mientras la otra iba aterrada, en casa de Carmen tanto ella como el diseñador de interiores se hicieron a la tarea de limpiar las hojas de color amarillento y café que estaban diseminadas en toda la sala, nadie dijo nada, pues aquello era algo extraño. Una pensaba y maldecía al Árbol el cual aparecía por la ventana que conduce al patio, mientras que el otro buscaba una explicación lógica al fenómeno, pensaba que seguro en algún tejado de las casas vecinas había quedado acumulada esta basura o algo parecido, el caso es que ambos mientras limpiaban hacían sus propias conjeturas. Cuando terminaron de limpiar y de meter en bolsas aquellas hojas secas para más tarde quemarlas el profesional se despide de su contratista, esta quien no dijo nada, pero en su mirada se veía el horror de quedar sola en la enorme casa tuvo que aceptar que se fuera, pues no vivía cerca.

_Bueno jefa, entonces te veo mañana temprano. Dijo el joven algo apresurado.

Caminó hasta la puerta, tomó sus ropas las cuales se las colocó caminando hacia afuera de la casa, para buena fortuna de Carmen también llegaba a casa Charles, el esposo de Carmen.

_Hola Charles, adiós Charles.
_¿Este tipo es algo raro no amor? ¿Qué tienes en esas bolsas?
_Hola amor, es ese maldito Árbol.
_Deja ver. ¿Hojas secas, cómo si no estamos en otoño, de dónde las has sacado?
_Es cierto, es cierto que piensas que yo las traía en alguna de las cajas, acaso me crees loca, es ese maldito Árbol, ¿hasta cuando lo entenderás?
_Por favor mi amor, estás nerviosa. Ah los niños se quedaran otros días en casa de mis padres para que podamos acomodar bien todo. Te veo cansada, deja yo quemaré las hojas, ve y recuéstate, yo me preparo un emparedado y subo.

Carmen, quien sí estaba agotada subió y sin desvestirse se tumbó sobre la cama. A eso de pasada la media noche Carmen escuchó que a su oído susurraban su nombre, quien lo hacía susurraba en un tono sensual.

_Carmen, Carmencita, despierta...
_No estoy de humor Charles, duérmete.

Pero los ronquidos de Charles terminaron de despertar a Carmen y al hacerlo su corazón latía fuertemente, estaba con sudor en su cuerpo y observó a su esposo profundamente dormido, por la ventana que daba al patio entraba un aire frío y fuerte, el cual movía a las cortinas de una manera muy espeluznante, como si fueren figuras fantasmagóricas, ella las veía muy descompuestas y por detrás de la ventana, el patio, en completa oscuridad, pero el aíre que soplaba muy fuerte traía con él el susurrante y sensual nombre de Carmen, ella tapó con desesperación sus oídos y fue justo cuando los cielos se encendieron con una centella muy luminosa dejando ver al Árbol, Carmen dio un salto cuando observó al Árbol debido a la intensa luz de la centella, detrás de este a los segundos se escuchó el sonido provocado por el rayo que provocó la centella, detrás de este llegó otro y ella no lograba quitar su mirada de la ventana y las figuras que el Árbol le entregara con cada centella se dibujaban imágenes cómo: Calaveras, demonios, esqueletos, cosas horribles tal cuales, y posterior a esa imagen cuando la luz de la centella desaparecía se dejaba escuchar el duro golpe del sonido provocado por un rayo; luego quedo todo en silencio por breves silencios, los rayos provocaron que todo quedara en oscuridad total, la energía eléctrica se había desconectado a consecuencia de los rayos, entonces se escucharon los goterones, los cuales incidían en el techo de la casa y estos producían por la acústica unos sonidos sacados de ultratumba, se escuchaba como se acercaba la cortina que traía a la tormenta, estas se oía lejos pero también como se acercaba muy encolerizada, como si los jinetes de la Apocalipsis se acercaran, la acústica provocaba sonidos satánicos horrendos, lamentos, llantos y cosa parecidas mientras la tormenta se acercaba, los goterones casi causaban agujeros en el techo de los cuales se sentía que entraban aires demasiado fríos, estos los sentía ella hasta en los huesos, ella veía los enormes agujeros en el tejado, para ahora la tormenta ya estaba sobre ella, esta se escuchó como si fueren olas golpeando en el desfiladero, contra rocas firmes y enormes el sonido se mezclaba con sonidos provocados por volcanes en erupción, pero todo duró unos pocos segundos y entonces Charles sintió que algo no estaba bien en la cama y esto era su mujer. Chales despertó y observó a su mujer como si su cuerpo estuviera allí pero no ella, seguro ella estaba en otro lugar, Charles creyó que ella estaba sino sonámbula con tremenda pesadilla, él la cogió entre sus amorosos brazos y la agitó para que regresara en sí, al hacerlo ella lloraba desesperadamente.

_Ya, ya mi amor, solo fue una horrible pesadilla.
_No Charles, no fue una pesadilla, fue ese maldito Árbol, aunado a esa escalofriante tormenta, mira los agujeros que ha dejado en el techo.

Pero todo estaba en orden, Charles con su mujer en brazos caminaron hasta la ventana que da al patio y afuera todo era apacible, todo estaba en orden, el suelo completamente seco, jamás hubo una tormenta, Charles insistía que todo había sido una horrible tormenta pero Carmen estaba segura que no, que aquello habías sido una horrible realidad. Charles condujo a su esposa hacia la cama, el reloj marcaba pasada la media noche, la misma hora que tuvo cuando Carmen se despertó con el corazón agitado y sudada, mientras retornaban a la recamara, Carmen no pudo evitar voltear la vista hacia el Árbol y cuando ella lo vio este agitó sus ramas como si un viento violento le hubiera llegado del barranco en cuya profundidad parecía estaba la entrada al infierno, algo que aún Carmen desconocía...


Continuará...




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