domingo, 18 de marzo de 2018

Mi Barrio


Hoy me encontraba echado sobre mi sofá, el que da a los ventanales, unos hechos para observar un lindo jardín, el cual ya no está, desde cuándo no lo recuerdo, de aquel hermoso jardín solo han sobrevivido una media docena de macetas, de las cuales, dos tienen unas flores extrañas, no conozco su nombre, pero lo que me hizo salir del letargo en el que me encontraba, esa pequeña línea entre la conciencia y el sueño por el desvelo de la noche anterior, era algo que volaba tan rápido y así llegó y también así se fue, creo era un colibrí, que pasó y buscó miel de esas extrañas flores pero no sé si encontró o solo se amargó y siguió en su búsqueda, esto me robó el sueño y desapareció de mí la hueva que me estaba disfrutando, me senté, y a mis recuerdos llegaron las imágenes de un bello jardín, entonces razoné que la familia había crecido, a pesar de que algunos miembros ahora descansan en los brazos del Señor, pero sin embargo, hemos crecido y como otras familias también nosotros tuvimos la necesidad de construir en donde antes fue área verde, esto me hizo pensar, será qué en el resto del barrio sucedió lo mismo y es que, en esta época se a perdido tanto el observar a nuestro contorno, recuerdo cuando hasta un desfile de hormigas luego de las lluvias cargando pedazos de hojas verdes que se abrían camino y esto para mí era un espectáculo y me robaba algunos minutos de mi tiempo, tiempo que antes sobraba y que hoy día no alcanza, qué pasó, será porque soy alguien mayor, bueno no tan mayor, pero al fin de cuentas mayor, le sucederá esto a las nuevas generaciones, que triste que mis hijos no disfruten de estas maravillas de la naturaleza urbana, como lo eran; ver a las mariposas multicolores posadas sobre una bella rosa roja, blanca o de cualquier color, escuchar el zumbido de las abejas recopilando miel, escuchar y observar el aleteo tan fuerte y rápido de un lindo colibrí, cosas como estas, ah y recordé cuando por detrás de una enorme y bella mariposa los niños corrían con un cedazo por detrás de ella para luego lucirla en una colección (suspiro). 

Me levanté y me coloqué un pants, una gorra, mis gafas para el sol, este que hoy es inclemente, ya no es amigable como lo fue cuando fui joven, salí y me perdí por el barrio a la búsqueda de alguno de aquellas maravillas naturales, y es que, en cada hogar había un lindo oasis lleno de colores y olores agradables, todo el barrio era una linda estampa, no había avanzado un par de cuadras y lo que mis ojos veían hoy, algo a lo que ya no me percataba desde hace tanto tiempo, y era, que no había nada de lo que antes hubo, solo vi comercios, tiendas, minimercados, locales comerciales en donde un día hubo lindos jardines, con adornos como los mal encarados gnomos, garzas blancas y tantas cosas más de concreto o de yeso, aquello parecía en ese entonces una competencia para ver quien tenía el más lindo jardín, jardines que se lucían hasta por la noche con reflectores de colores, verdes, amarillos, rojos, en fin, los aspersores o las mangueras para regar a diario los jardines, el agua si se usaba para algo bueno, no para lavar autos, los cuales hoy día hay muchos. 

Seguí mi caminar y anduve por largo tiempo y trecho y no me encontré uno solo de esos lindos jardines, es más, las áreas verdes del barrio, aquellas que un día fueron punto de reunión para centenares de niños hoy son utilizados para oler thinner, fumar marihuana, basureros, los niños emigraron a sus cuartos con rótulos de no molestar por estar ocupados observando un celular, una tableta, un ordenador y juegos electrónicos y estos últimos en el mejor de los casos. 

Me detuve en una de las tiendas de toda la vida y quien me atendió ya no fue el amable tendero de mi juventud, ya él también se fue al Reino de los Cielos, ahora quien la atiende es un mal encarado, no sé si será un nieto o alguien de la familia o un simple empleado, pero si que fue incómodo, mejor salí a beber mi gaseosa afuera y me dio tiempo de observar y ver que el lindo barrio donde crecí ya también había muerto, se lo había consumido el cemento, más bien lo que un día fue un lindo y enorme jardín ahora era un mausoleo enorme, y literalmente, pues los que convivimos ahí parecemos los Muertos Vivientes, se me hizo un nudo en la garganta, y no pude evitar verme y a otros de mi generación corriendo por detrás de las extintas y hermosas mariposas o por detrás de un viejo balón, o corriendo con un canasto a comprar el pan o las tortillas; los cementerios modernos son más lindos, ja! de echo se llaman Jardines Perpetuos. 

Terminé mi gaseosa y la pagué, devolví el envase de plástico para no contribuir con la contaminación ambiental y cuando regresaba a mi casa, me encontré con las que en mis tiempos fueron niñas inocentes y que hoy son cuasi prostitutas por su manera de vestir y de expresarse, wao, que le hicimos a nuestra linda niñez, creo y sin temor a equivocarme que todo cambió cuando la televisión dejó de ser lo que era y llegó el cable, con sus programas importados, llevando a nuestros hogares modismos de otros países y nos contagiaron con sus inmorales costumbres, lo que me dio más tristeza fue que yo era uno de estos que ahora criticaba. 

Seguí mi camino y luego de varios minutos que sentí como si fueron unos pocos segundos, como si el tiempo quisiera avanzar tan rápido para terminar con la humanidad, dar un descanso al planeta y dar después de un millar de años principio a otro nuevo ciclo. 

Metí la llave en la puerta que antes estuvo siempre abierta y entré a mi casa, al hacerlo la hueva me estaba esperando y el sillón me estiró sus brazos, no me pude resistir y sucumbí, me tumbé sobre él y quedé plácidamente dormido; soñando con lo que un día fue mi barrio.


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