martes, 17 de abril de 2018

La Isla Maldita


Perdida en algún lugar del océano, lejos de la ruta marítima, sin que nadie sepa que existe, se encuentra una pequeña isla de algunos pocos kilómetros cuadrados, justo ahí, en ella un lugar inhóspito, rodeada de aguas muy feroces y fuertes a toda hora, las oleadas son muy fuertes y se adentran mucho en la playa una que pareciera esta formada no de arena común como en cualquier playa sino de sal, debido a la espaciosidad de esas oleadas, estas arenas reflejan como fiel espejo a un sol que inclemente alumbra a la misteriosa isla, el sol es mucho más incandescente en este lugar que en cualquier otra parte del mundo, sus aguas muy frías contrastan con el intenso calor que asola a todo el terreno de la isla, en ella unas montañas que se levantan hacía el mismo sol, pero sin una sola parte verde, todo en ellas es de un color negro y grisáceo, sobre las costas de la isla se aprecian unas rocas volcánicas, muy raro debido a que en la isla no hay uno solo, quizá esta variedad de piedras se llegaron a formar por el intenso calor solar, sobre el terreno no hay vida, más que insectos de regular tamaño que sobreviven de lo que el mar les lleva en cada oleada, compiten entre ellos para hacerse de algún alimento, el cual escasea, en el lugar, solo el sonido de las coléricas y espumosas olas, la soledad es la que habita la isla, no se logra ver en el aíre una sola ave, cómo gaviotas u otro tipo de ave que su hábitat son las playas por encontrar en el mar su dieta diaria, a lo largo de las playas de la isla se ven en perspectiva las olas golpeando la costa de la isla como intentando aniquilar ese maldito lugar, pero esta a formado una muralla protectora hecha de rocas, apiladas de singular manera, como si alguien lo hizo a propósito personal, a unos cuantos kilómetros de este lugar se nota erguida una especie de torre o faro, pero natural, o tal vez construido en el tiempo de rocas volcánicas queriendo tocar el sol, el cual al atardecer y este caer un fenómeno particular se forma entre estos dos colosos.

El sonido producido por las olas es ensordecedor, y en las alturas el brillante sol brilla en una intensidad que no permite apreciar el azul del cielo, pues este solo se logra ver de un color blanco, así de intensa es la luz del astro en lo alto y desde este mismo lugar y cualquier otro punto en la isla no se a apreciado nunca una sola nube y si la hay no se aprecia por el color del cielo. Entre tantas piedras volcánica, rocas y terrenos se atreven a nacer algún tipo de vegetación la cual nunca llegará a sobre pasar más de unos pocos y cortos centímetros antes de morir y estos restos también servirán de alimento para lo único que ha logrado sobrevivir en esta maldita isla, insectos y todo tipo de alimañas.

En una de las playas de la isla yace moribunda una cría de ballena desesperada y desconsolada llama a su madre, la cual se encuentra a unos largos metros del lugar respondiéndole y entregando amor y su misericordiosa compañía a sabiendas de que ya no tiene posibilidad alguna ahí estará hasta ya no recibir de su cría sonido alguno, entonces se alejará para no regresar por las cercanías de ese maldito lugar y evitar que a ella le suceda lo mismo.

Mientras la pequeña ballena muere a kilómetros de la nunca vista isla maldita una embarcación se abre paso entre las aguas del océano con rumbo desconocido, sobre la embarcación se encuentra recostado en una de las barandas un hombre fortachón, de gran envergadura, con la vista perdida justo para el lugar en donde se encuentra perdida la isla, por debajo de su gorro que le da el rango de capitán del barco sus ojos azules se inmersan en la nada del horizonte y siente la agonía de la pequeña ballena, el enorme hombre de cabellera y barba canosa no se da cuenta de que el número dos se a colocado a su diestra mirando con curiosidad hacia donde este ve sin pestañar, sin lograr darse por enterado lo que acontece a su rededor.

_¿Qué piensa Señor?

Dice el Número Dos, pero el Capitán sigue sin percatarse de que alguien esta a su lado y hablándole, la única respuesta que recibe del Capitán el Número Dos, es una bocanada de humo la cual fue aspirada de su vieja pipa.

_Señor, ¿sucede algo, ve algo?
_¡Ah! número dos, es usted, ¿qué quiere, pasa algo en el barco?
_Nada Señor, solo que llevo un buen rato a su lado y usted ni enterado, es por eso que le pregunto si le pasa algo.
_Nada número dos, solo que presentí que algo malo pasaba por allá.
_Pero por allá no hay nada, Señor.
_Lo sé. ¿Linda tarde no Número Dos?, pero presiento que algo anda mal por allá. No me haga caso Número Dos.

Número Dos sonríe mientras que el Capitán deja salir de su boca otra bocana de humo, en eso...

_¡Capitán, Capitán!

Gritaba el contramaestre a su Capitán, en su rostro la angustia.

_¿Qué sucede Contramaestre?
_Los instrumentos se han vuelto locos Señor.
_¿De qué habla Contramaestre, los instrumentos no pueden volverse locos, en todo caso el loco sería usted.
_Solo es una manera de hablar Señor. Mejor es que venga a ver.
_Vamos Número Dos, veamos que sucede con los instrumentos.

Los tres caminaron hacia el puente, lugar en donde está el timón y los instrumentos locos, según el Contramaestre, entraron en el puente y al hacerlo el Capitán y Número Dos, entendieron lo que el Contramaestre quería decir.

_¿Lo ve Señor?
_Es algo extraño, ¿por qué se comportarán de esta manera los instrumentos? No entiendo. ¿Qué opina Número Dos.

El Número Dos iba a dar su opinión, pero este fue interrumpido por uno de los marineros, el cual entró en el puente con el rostro aterrado.

_¡Señor, mi Capitán, se acerca una extraña y monstruosa tormenta!
_Pero, ¿acaso todos se han vuelto locos?, afuera hace una linda tarde.
_No Señor esta es una horrible tormenta que viene hacia nosotros o nos atrae hacia ella, Señor.

Un aire frío que lo llevó los vientos violentos que estaban al frente de ellos entró en el puente y les erizó la piel a todos, estos se asomaron por las ventanas del puente y observaron que una extraña tormenta nunca antes vista por ellos en alta mar los atraía hacia ella, era como si una nube negra se posara sobre ellos y por debajo de esta la más cruel y asesina de las tormentas, la oscuridad se apoderó de la embarcación, esta comenzó con los movimientos abruptos y violentos, las olas eran enormes y casi eran como unas bocas que lo tragaban y luego lo escupían, los marineros en la embarcación no tenían nada que hacer, la orden del Capitán a sus hombres fue de que se encerraran en sus camarotes y esperaran a que la tormenta pasara, en el puente solo quedaron: Capitán, Número Dos y el contramaestre, intentarían que este no naufragara bajo los violentos embates de esa extraña tormenta que apareció de la nada.




Continuará...



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