miércoles, 11 de abril de 2018

Mi vecino el pastor


Cada cierto tiempo llegaba del interior a la casa de mi vecina su señor padre, un personaje con la educación y el don de gente sobre su persona. Por la ventana lo vi pasar con rumbo a la vecindad, entonces le grité a mi madre.

_¡Mamá llegó el papá de Conchita!
_¡Dios mío! 

Dijo mi madre y con seguridad todo el vecindario y es que no era una mala persona como para expresarse así al enterarse de que llegó. Al rato de que seguramente saludó a nuestros vecinos salieron a la calle y bajaron su equipaje del taxi. En cosa de media hora sonaba el timbre de la casa, yo me hice el quite e hice el que no escuchó sonar el timbre, creo que todos fingieron no escucharlo, pero este sonaba con insistencia, que seguro mi madre dijo; al mal paso darle prisa, así que llegó a la puerta y al abrirla mi madre como toda una gran actriz hizo su actuación, y para eso no había quien fuera mejor que ella, si dieran un Oscar por esto seguro mi madre tendría para tirar al cielo. Don Cipriano entró a la casa invitado por mi madre y él se acomodó, luego de saludarse y todo ese ritual, ya acomodado dio inicio la plática; el resto de la familia no salía de sus habitaciones, don Cipriano dio inicio a evangelizar a mi madre, resulta que don Cipriano era un pastor de hueso colorado y su única finalidad en esta tierra y en su vida era convertir a cualquier criatura sobre la tierra: mi madre lo escuchó pacientemente por largo y tendido tiempo, hasta que la sacó de sus casillas y muy educadamente lo detuvo y sin él darse cuenta lo levó hasta la puerta y en un santiamén e cerró la puerta, escuché cuando mi mamá exhaló un suspiro de aliento y descanso, fue entonces que todos salimos de nuestro resguardo riendo y burlándonos de mi madre. 

_¡Vayan a la mierda cabrones!

Dijo muy molesta y regresó a la cocina, nosotros seguimos riendo, pero cada que alguien se asomaba a la puerta se nos agitaba el pulso y primero verificábamos por la mirilla o la ventana quien era el que llamaba a la puerta, evitando toparnos con él, para así no tener que escuchar sus discursos bíblicos y es que no es que no quisiéramos escucharlos pero son tan insistentes en que aceptes al Señor como si uno no la hecho ya, pero si no es con él (en este caso) no es valido.

Al tiempo de sus visitas personales al vecindario y de que todos exhalaran un suspiro de alivio cada que se iba, se escuchó en toda la cuadra.

_¡Probando, probando, uno, dos, tres... Probando, probando, uno, dos tres...!

Cuando yo escuché aquello muy amplificado eran como las siete de la mañana y casi me caigo de la cama, se trataba de don Cipriano que para esta ocasión a su visita a sus familiares se había comprado un amplificador y el alto parlante lo colocó en la terraza y una vez realizadas sus pruebas de audio dio inicio su predica. Lo que le dijo a cada quien en persona ahora lo gritaba prácticamente a través de su aparato, la cuadra era un templo evangélico y cada hogar veníamos siento sus feligreses, solo faltaba que nos cobrara el diezmo (chascarrillo). lo bueno para mí era que yo me iba a vagar con mis amigos y nos evitábamos unas horas del santo evangelio, pero para los que se quedaban en casa y deseaban ver su telenovela esto era imposible. 

Ya había transcurrido una semana de aquello nuevo para el vecindario y nada lo detenía, los vecinos estaban cansados y muy molestos, pero esto a ellos les valía madre, decían que el enojo de los vecinos era una treta del enemigo, del demonio; pero lo soportaban porque en realidad era una excelente persona y nuestros vecinos también al fin de cuentas ya solo faltaban tres semanas para que se fuera y sería hasta el año próximo, jajajaja.

Una mañana, como siempre muy puntual a las siete de la madrugada yo cuasi en el suelo, por no acostumbrarme se escuchó el...

_Probando, probando, uno dos... Puc...  

Y el silencio invadió todo nuestro vecindario, disimuladamente y tímidamente todos nos acercamos a nuestras ventanas pues el puc había sido muy sonoro y luego la nada, el deseado y ansiado silencio; yo en lo personal me metí entre mis calientitas sábanas pues para ser honesto era el único que sabía que había pasado y me dormí plácidamente. A eso de una media hora de esa paz sonó el timbre de la casa, yo desde adentro de mis chamarras escuché cuando preguntaron por mí.

_¿Está Sergio?

Mi madre le dijo a don Cipriano y Conchita, que sí, pero que aún estaba dormido y con sarcasmo agregó.

_Pobre mi hijo, lo que pasa es que ya lleva una semana desvelándose y ahora que logró dormir no lo voy a despertar. ¿Para que lo quieren? 
_Ah, pobre muchacho, si es cosa de desvelos que siga durmiendo, yo regreso al rato. 

Dijo don Cipriano, y junto a su hija se regresaron a su casa, cada media hora se escuchaba el puc. y solo eso, y luego sonaba el timbre, mi madre repetía.

_Todavía no se despierta.

Y yo gozando bajo mis sábanas, disimulando que seguía durmiendo, pero ya cuando era como medio día mi mamá entró en mi cuarto.

_Sergio. ¿Estas enfermo, por qué no te has levantado?
_Madre no me he levantado para evitar a don Cipriano.
_¿Pero por qué? en eso se escuchó otra vez el puc.
_Por eso madre, ¿sabes qué significa?
_¿Ese puc, no no sé?
_Ese puc madre, es el sonido de un milagro, el sonido del cielo.
_No te entiendo, ¿te drogaste ayer desgraciado?
_No madre, ya me conoces, jajaja.
_Entonces me explicas pues ya me estoy encabronando. 

Era obvio el sistema nervioso del vecindario no estaba del todo normal.

_Lo que pasa madre es que el amplificador de don Cipriano se quemó, jajajajaja.
_Ahora entiendo porque está ansioso de hablara contigo.
_Exacto y ahora ya sabes el por qué sigo dormido, jajajajaja.
_Pero hijo no vas a estar dormido hasta que se vaya, te levantas y lo atiendes.

Dijo mi madre muy seria mientras salia de mi cuarto, yo no tuve de otra que levantarme, bañarme y después comer un pan en seco pues ya era hora del almuerzo, al cabo de lo que me llevó todo lo antes expuesto de nuevo sonó el timbre y mi madre desde adentro gritó.

_¡Sergio, ve y abrís que debe ser don Cipriano!

Y sí, era don Cipriano.

_Hola patojo, cómo seguís de tu desvelo, debes tener cuidado con eso de desvelarte pues te vas a envejecer en plena juventud, además es un pecado estar de huevón, eh.
_Gracias don Cipriano, ¿en qué le puedo servir?
_Ah sí, es cierto, quiero que me acompañes a revisar el aparato que solo hace puc al encenderlo y me urge hablar de la Palabra.
_Qué raro don Cipriano, pero vamos.

Mientras viajábamos con rumbo a la casa de Conchita, yo iba maquinando que escusa dar para no reparar el bendito aparato.

_Entrá, pasa adelante Sergio. 

Dijo Conchita con mucha amabilidad, yo seguí para donde me indicaban y llegué al comedor, lugar en donde ya don Cipriano tenía el aparato arruinado.

_Acá está mira Sergio, ¿me lo podrás reparar? me urge arreglarlo.
_Pues, eso no es solo así don Cipriano, esto lleva su tiempo y tengo que revisarlo para llegar a tener un diagnostico exacto y así no hacerlo gastar de más.
_Por el dinero no te preocupes, nuestros hermanos corren con los gastos de las cosas del Señor. Además podrás donar la mano de obra, solo cobrarías los repuestos a necesitar, será una obra de caridad para la obra de nuestro Señor.
_Por lo mismo don Cipriano hay que revisarlo.
_Pues revísalo. 

Entonces ya entre la espada y la pared tocó, así que procedí a hacer una revisión de vuelo de pájaro y justo entonces encontré la excusa perfecta para quitarme tremenda pacaya de encima.

_Mire don Cipriano, por lo visto aún tiene garantía y si lo reviso yo perderá la garantía, yo le sugiero que lo lleve al lugar donde lo compró y que ahí se lo revisen, así se evita un gasto.
_Mmmmm. pero eso significa que debo esperar tres semanas mientras regreso al pueblo. Mmmmm,.

Dijo con la mano en la barbilla y observando a los cielos, como esperando una señal Divina, así estuvo un buen rato sin decir más que mmmmmm. Entonces dijo.

_Está decidido, la palabra de Dios no puede esperar así que abrelo no me importa que se pierda la garantía.

Ni modo me toca, ya no tengo otra excusa.

_Esta bien don Cipriano, me lo lleva al rato a la casa, ya sabe allá tengo mis herramientas y equipo para evaluar que daños sufrió y el por qué para que no suceda otra vez.
_Espérame patojo me voy contigo de una vez.

Dijo don Cipriano y yo decía: -Demonios no hay manera que me lo quite de encima por un rato, bueno, a esperarlo, ya en la casa veré qué hago.

Al rato llegamos a la casa y al entrar le digo a don Cipriano.

_Bueno don Cipriano déjelo yo lo reviso y le cuento.
_Yo te acompaño mi´jo.

Dijo el intenso de don  Cipriano, pero mi madrecita salió a mi rescate.

_Pero don Cipriano, es la hora del almuerzo y vamos a almorzar, Sergio le verá el aparato al rato, vaya a su casa y también almuerce.
_Yo estoy en ayuno doña Blanquita.
_Ah bueno, pero nosotros no y nos morimos del hambre, así que vaya y hace su ayuno en su casa, nos vemos al rato.

Dijo mi mamá tomando del brazo a don Cipriano quien se resistía a irse, pero mi madre lo llevó hasta la puerta y como lo hizo cuando llegó, le cerró la puerta y una vez cerrada se recostó en ella como evitando que don Cipriano entrara de nuevo. regresó hasta donde estaba yo esperando mi almuerzo y me dice con tono amenazante.

_Cuidado y reparas ese endemoniado aparato, el vecindario completo estuvieron llamando y me advirtieron que te lo dijera, ese aparato no debe funcionar por lo menos en dos semanas y si son las tres que le quedan a don Cipriano para irse mejor. Te amo hijo.

Dijo mi señora madre y soltó mi brazo el cual ya estaba morado de lo apretado que me lo tenía; y no es que mi madre fuera mala, es que estaban desesperados. Además sobre mi cabeza había una amenaza del vecindario, la consigna era; no reparar el aparato.

Más tarde llegó don Cipriano cuando él dedujo habíamos terminado de almorzar, fue mi madre quien le atendió.

_No está, salió al centro por unos repuestos.
_Caramba, que alegre, seguro ya le encontró el daño a mi aparato y fue a la busca de sus repuestos. Dios lo bendiga.

Dijo don Cipriano, pero ese día no regresé a casa sino entrada la noche, cuando lo hice, me dije un día ganado a don Cipriano, pero aún quedaba mucho tiempo más.

A la mañana siguiente, llegó temprano don Cipriano, mi madre lo atendió y le dijo.

_Está durmiendo, ayer regresó tarde y se durmió tarde revisando aparatos.
_¿Revisaría el mío?
_No sé, como tiene tantos compromisos, y cada uno tiene su tiempo, usted deberá esperar su turno.

Mi madre se las sabía todas, por lo menos con esta casaca nos ganábamos un par de días más. Así tuvimos a don Cipriano, lo bueno era que en esta misión no estaba solo, los vecinos eran mis cómplices, ellos también hacían lo suyo para evitar que yo reparara el aparato y así ganamos juntos una semana, el pobre de don Cipriano estaba desesperado, más de lo que nos tuvo esa semana que su aparato funcionaba perfectamente. Ni modo llegó el día de abrir el bendito aparato, pues ya no se podía posponer más, esta vez don Cipriano estaba justo ahí, con él mis amigos, los cuales por detrás de él hacían muecas y me empuñaban las manos en señal de que si reparaba el aparato me darían una paliza. Empecé por quitar la etiqueta de la garantía, lo hice lentamente, muy lentamente con la disculpa de lograr quitarla intacta para así siguiera con su garantía, mientras lo hacía don Cipriano oraba, y cuando estuve a punto de lograrlo el último pedazo se rompió.

_Se rompió don Cipriano, lo siento, se perdió su garantía.
_Así son los designios del Señor, no te preocupes mi´jo. Sigue con tu trabajo.
_Está bien don Cipriano.

Seguí con mi cirugía electrónica y don Cipriano seguía observando y en pensamiento orando, mientras mis amigos de toda la vida me veían amenazantes. Cada tornillo que quitaba se escuchaba un típico sonido de que nunca a sido abierto y todos cerraban los ojos como pidiendo hubiera uno que no se pudiera quitar, así seguí hasta que me quedó uno, el último tornillo que sería quien nos robaría el silencio deseado a una semana de que don Cipriano emprendiera su viaje de regreso a su hogar. Yo vi a mis amigos y don Cipriano quien se gozaba, entonces debí haber dado vuelta al aparato para abrirlo pero no, decidí hacerlo como estaba, un grave error para alguien con experiencia y cuando lo hice se escuchó el sonido pero este sonido no fue del tornillo fue otro sonido, uno diferente y más sonoro, luego de ese extraño sonido al cual todos nos acercamos para observar que sucedía, en eso sentí un tremendo dolor en la muñeca y de mi mano fue apareciendo una protuberancia y yo grité por el dolor, con la fuerza y el mal lugar había logrado que se me lastimara la mano, era como una especie de dislocación que después supe que no, todos excepto don Cipriano gritaron de emoción, pues no se podía abrir el aparato, pues el dolor era intenso y yo me dolía, don Cipriano al verme retorcer de dolor y el bulto en la muñeca de mi mano y además el relajo o mejor la algarabía de mis amigos, este se voltea y los ve con una cara de pocos amigos, estos al verlo, se hicieron los locos y fingieron orar por mí, por mi salud.

_Deja esto Sergio, ya me di cuenta de que has tenido toda la buena voluntad de ayudar al Señor, pero lamentablemente te has herido, seguro ya no se podrá reparar mi aparato, pero oraré por ti, para que sanes en el nombre del Señor.

Yo lo agradecí, pues si me dolía y la verdad no entendía qué había sucedido, los que estaban que no aguantaban eran mis amigos, don Cipriano tomó su aparato y los tornillos que logré quitar, se los colocó y luego salió con rumbo hacia la casa de su hija, en su rostro la pena, no sé si por mí o por no lograr reparar su aparato, cuando don Cipriano salió de mi casa y cerró la puerta detrás de él todos gritaron con un tremendo jubilo y hasta me cargaron en hombros: -¡Sergio el héroe! gritaban conmigo en la sala, mientras yo no aguantaba el dolor y la deformidad de mi mano.

Luego mi madre salió y les dijo hasta de que se morirían a mis amigos, los cuales me depositaron en el sofá, mi madre me revisó y me dijo.

_Esto necesita una cirugía, no es una muy invasiva pero si es necesaria. pues de no hacerse te quedará mal tu mano. 

Entonces mis amigos se acercaron a mí y me dijeron.

_Pensamos que estabas actuando. 

Se quedaron en silencio observando la deformidad de mi mano y después de hacerlo, me dicen. 

_Eres nuestro héroe, sacrificar tu mano para nuestra tranquilidad. ¡Viva Sergio!

Gritaron los desgraciados.

A los días, después de una colecta, la cual fue dada con mucho agradecimiento por mis vecinos, incluyendo a don Cipriano y familia, me operaron mi mano, la operación me dejó cinco puntos. 
Don Cipriano se regresó a su casa, pero volverá en un año, seguro con el amplificador reparado o uno nuevo y más potente, pero esta es otra historia. 
El cirujano me dio indicaciones de que debía y que no debía hacer, pero como no hice caso se me infectó la cirugía, pero esta también es otra historia.



Tomado del libro: "Historias de un Adolescente Tímido" por Sergio Raga



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